Artículo Periodístico 4.016º: “Gastrocultura: Torto de maíz asturiano”.
Se
tienen datos desde el siglo XVII, y es harina de maíz frita con aceite. Es un
alimento que durante siglos fue de necesidad y de supervivencia, merece un
monumento.
Como todas las recetas
tradicionales tienen una base, que podemos deducir e inducir esencial u
original y radical, en este caso, se piensa que es el maíz convertido en
harina, y, a su vez, frito como una tortita –se supone con aceite de oliva, o
el que se dispusiese, antiguamente grasa de cerdo-.
Sobre esa base, en tiempos
mejores, o con más ingredientes en el seno familiar, pues se le añadían algo de
harina de trigo a la de maíz, y, queso de la zona o de cada comarca dentro de
Asturias, ahora se indica de cabrales. Personalmente como marca de la casa de
este escribiente, en estos artículos de platos, siempre recuerdo que en este
caso es evidente agua, para hacer la pasta, pero también fuego y aire, algo de
sal, y, un recipiente sartén para freírlo, -antiguamente se indica, que se
hacía sobre la chapa de las cocinas de carbón-, y, uno para exponerlo a los
ojos y al yantar.
Actualmente al torto se ha ido
ramificando y variando y se le añaden un huevo frito y un picadillo. En fin, esta es la raíz de la
realidad humana, todo lo que tocamos lo transformamos con los ojos y la mente y
la conciencia y en este caso con el paladar.
De ahí, que tiene importancia,
que se fijen, las recetas tradicionales, que exista un organismo o entidad que
fijen la definición de comida tradicional, algo así como el sello de denominación
de origen, y, después, sobre ese plato tradicional, bien fijado, se le añaden
variedades comarcales, familiares o empresariales… Creo que esto ayudaría mucho
a recuperar y valorar las comidas típicas. Sería algo así, como un ejercicio
arqueológico y arquitectural de la comida, pero en vez de ser de piedras y
monumentos en tres dimensiones, son esculturas de sabores y olores y colores y
energía…
En este ejercicio, que voy
realizando viajando por las comidas típicas o populares de algunas zonas de
esta Celtiberia de milenios, me he ido fijando, que algunas comidas típicas no
tienen entradas en la gran Wikipedia, otras, lo tienen, pero apenas nos narran
algunas palabras, menos de quinientas, otras, son más completas, y, nos
expresan algo de historia, algo de documentos encontrados, algunas fotos, etc.
Como estos artículos de
gastronomía que estoy plasmando en papel electrónico, y que su futuro es el mar
de Internet, creo que como los viejos maestros griegos indicaban, no sirve una
filosofía que no intente curar un mal humano. Si admitimos, que la gastronomía
y las gastronomía popular puede ser un elemento más en la sinfonía de la
industria del turismo. Y, necesitamos esa industria para poder vivir y
sobrevivir hoy, en todas las zonas de esta Península. Digo y me digo, que las
Asociaciones gastronómicas, públicas o privadas, de derecho público o de
derecho privado, revisen las entradas a la Wikipedia de sus comidas típicas y
que completen los datos. Que eso es bueno…
Y, ya que estamos en el camino de
las sugerencias, que se empiece a realizar tesis doctorales y trabajos de Fin
de Grado, desde distintas facultades y estudios y departamentos, que nos
analicen diversos alimentos y diversas recetas y diversas historias, y, que la
comida, por ser una realidad rutinaria y, para algunos no es un tema de
actualidad, ni de novedad, pero la tortilla es esencial que cada familia la
tenga cada día en sus platos… Pues se tomen más estudios, desde todas las
disciplinas sobre la comida.
Y, ya que no hay dos sin tres, ya
que estoy en la galaxia de las sugerencias, pues que alguna entidad cultural de
cada región, vaya indexando, catalogando todos los artículos y noticias, que se
van escribiendo y publicando sobre gastronomía. Al cabo de un tiempo, podrían
tener cientos de entradas, y, eso sería una riqueza cultural potencial, que
podría tener diversidad de efectos y materializaciones. Por ejemplo, en unos
años podrían existir más de cien artículos periodísticos sobre el toro. Y, esas
Webs pues podrían poner enlaces a ellos…
Si admitimos que Europa y España
llevó muchos alimentos a América y muchas diferentes especies de animales:
caballo, vaca, etc. También de América nos arrastraron los vientos muchos
alimentos, es típico siempre señalar el tomate y el maíz. Por tanto, esta
variedad de comida pudo venir de America Central o del Sur. Si imaginamos
alguno de los viajeros de estas tierras que volviesen de América trajesen
semillas de dicha especie, y, empezasen a sembrarlo en algún lugar del Norte de
la Península. Y, de alguna manera, al tiempo, hizo una variedad de tortitas de
maíz, semejante a las de América Central…
Las madres, las abuelas, que
tradicionalmente, se han ocupado, mayoritariamente del hogar y del calor del
hogar, y de las comidas, mientras los esposos araban las tierras para que
emergieran plantas para vivir y sobrevivir, y cuidar los ganados para que otros
animales del bosque, para no fuesen alimento de ellos. Mientras tanto las
mujeres, nunca hemos agradecido tal cantidad de millones de horas que habrán
dedicado a las comidas, pues tenían que preparar los platos, según las
despensas que disponían. Calcular para hoy, y calcular para mañana. Y, una de
las cosas que harían, de forma popular, es que si encontraban una pequeña
variedad, se difundiría entre las vecinas, pueblos, aldeas. Porque la cuestión
de la comida, no es solo comer, sino de lo mismo crear y criar variedades…
Este, quizás sea, el principio de la evolución y progreso culinario.
El torto astuiano o astur, como
algunos desean que se les diga, merece, como otras comidas un monumento, en
tantas rotondas de este paisaje, que no saben que hacer, bien harían, ir
construyendo homenajes a platos y comidas típicas de cada lugar, y, al lado,
poner, si el dinero del ayuntamiento lo permite, una mujer haciendo esa comida.
Esa comida, que es la esperanza.
Cuántas mujeres darían vueltas a
la cabeza, cuántas esperando que el día siguiente fuese mejor, que no hubiese
plagas de nada, que no hubiese sequía, que no hubiese grandes lluvias
torrenciales, que no hubiese guerras, que no hubiese enfermedades graves en su
familia, para que no falleciese su marido, ni sus hijos.
Cuántas mujeres, haciendo el
torto o la tortilla o el cocido de alguna clase, cuántas mujeres, del mundo,
mientras lo hacían y lo hacen, se les caería y se les cae una lágrima por las
mejillas temiendo que al día siguiente o la semana siguiente, no tuviesen
harina suficiente para hacer tortos.
En esos momentos, cosa que se
olvida, quizás, mientras le daba a la masa, le daba a los labios con oraciones
al Buen Dios. De ahí, la antigua costumbre, desde la Biblia Antigua, de dar
gracias al Creador y Criador por los alimentos recibidos. Paz y bien y buena
voluntad.
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (06-22 enero 2024 cr).
Fin artículo 4.016º:
“Gastrocultura: Torto de maíz asturiano”.
E.
22 enero