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Artículo Periodístico 319º: “Conflicto o consenso”.


                        Artículo Periodístico 319º: “Conflicto o consenso”[1].
                        0. Una sociedad o país o Estado no puede vivir y sobrevivir en constante conflicto sino que tiene que buscar formas de consenso y de acuerdos.
                        1. Una entidad sea del tipo que sea, sea familiar o sea empresarial o sea social o sea política no puede sobrevivir en un constante clima de enfrentamiento y confrontación por todo o por casi todo.
                        No se puede caer en el error de una constante confrontación por la diversidad de estratos o clases sociales. Sino que hay que buscar el consenso, el acuerdo, el mutuo entendimiento entre todos los estratos sociales y clases sociales buscando el bien común y el bien general, que dirían los escolásticos.
                        No podemos caer en un constante enfrentamiento entre regiones y la unidad del Estado dentro de la diversidad. Siempre tirando de la cuerda para dividir el Estado de hecho o de derecho en tres o cuatro Estados. Cuando ya de hecho, tres o cuatro euros de cinco lo controlan las autonomías, y solo, parece ser uno de cada cinco, el Estado central. Hay que buscar los pactos para mirar juntos al futuro, con cooperación y coordinación porque es la única manera de poder sobrevivir y vivir todos mejor, en el panorama tan complejo de futuro que se atisba en el mundo y en el Mediterráneo.
                        No podemos olvidar que una fuente de recursos en la Península es el turismo. El turismo para que venga masivamente necesita paz y bienestar. Sentirse seguro y en seguridad. Si hay problemas internos graves entre regiones o de otro tipo, el turismo se alejaría y el menoscabo de la economía y todos los demás parámetros sería enorme.
                        No es conveniente caer en una permanente lucha ideológica, en todos los sentidos y en todas las formas, entre distintos grupos ideológicos, sociopolíticos. Porque esto supone un constante frente de malas interpretaciones, de fricciones. Sino que hay que buscar el sentido común, la racionalidad, los puntos en común.
                        No es racional empezar a incipientes enfrentamientos entre los que creen en un Dios o en una religión, y los que no creen y dudan. Ya hemos visto en los siglos anteriores, conflictos entre sistemas o tradiciones religiosas, entre ideologías creyentes y no creyentes, y han llenado la historia de sufrimiento. No empecemos a abrir ese melón, cuando en general, en la sociedad no existe ese conflicto, el que cree pues que crea, el que no crea que no crea, el que cree en una tradición religiosa y no en otra que haga lo que crea conveniente. Pero todo en paz.
                        2. No podemos negar que se percibe en el horizonte, en el mundo grandes competitividades, por decirlo con un término suave, a nivel económico mundial. Hay quién habla de una especie de guerra económica mundial. Por lo tanto, cuánto menos conflictos tengamos de otras clases mejor podremos afrontar dicha realidad.
                        No podemos dejar de vislumbrar que según algunos se avecinan problemas de interrelación entre culturas-macrovisiones ideológicas. En menor o menor medida, y por tanto, hay que buscar puentes y consensos en todos los niveles y también en éste.
                        No debemos olvidar que existen según algunas ideologías un problema demográfico mundial, por lo cual, queramos o no, exista o no, estamos dentro de esa problemática, que puede tener y ya lo tiene muchas aristas, y expresarse de muchos modos o maneras. Por lo cual, es un conjunto de razones más para no caer en conflictos sino buscar cooperaciones y consensos.
                        No podemos obviar el problema del cambio climático mundial, en el que estamos insertos, y que para nosotros tendría dos grandes variables de momento, la desertificación o “sequización” de la Península, con todo lo que acarrea en la infraestructura económica agrícola. Y la posibilidad del ascenso del mar, en un plazo medio del tiempo. Por lo cual, nos lleva a pensar, ocurra estas posibilidades o no, que la interacción positiva de todas las fuerzas de la sociedad actual y futura de este país, será la forma más eficiente y razonable de hacer frente a los que nos o les toque vivir.
                        No podemos olvidar que según algunos estamos en una sociedad, que una parte importante de la población ha caído en una anomia moral, un relativismo moral, un escepticismo moral, un hedonismo moral y un epicureísmo moral. Y también espiritual. Por lo cual, la moralidad y la espiritualidad que es el cemento de la sociedad, la que une en última instancia a la sociedad, los pilares en definitiva últimos de sociedades y Estado están o pueden estar heridos de graves deficiencias o de graves enfermedad. Si esto es así, el colchón de evitación de conflictos que es una moral o ética adecuada y racional y basada en una tradición de siglos, se está desmoronando, y cada vez más. Por lo cual, diríamos que hemos dejado de tener un arma, que nos defienda de todas las incertidumbres que pueden venir en el futuro. Y esta crisis se expresa en multitud de modos y formas, la crisis del individuo y su enorme angustia, la crisis familias, la crisis del Estado desde el punto de vista moral, la crisis social y de la sociedad desde los parámetros de la eticidad. No podemos dejar de pensar que como diría Kant, el otro no es sujeto, sino que se convierte en un objeto. Y por tanto, esta forma de actuar, de demasiadas personas e individuos, de demasiadas entidades de todo tipo. Ha situado al ser humano en una constante crisis interior y exterior. No pondremos ejemplos. La sociedad está hasta el vómito, cansada que instituciones privadas, no te tratan como cliente, sino solo objeto para obtener dinero de ti, solo objeto de ganancia. Lo cual está llevando a una conciencia de la explotación del hombre por el hombre… en vez de buscar el beneficio racional, de tratar a la persona con bonhomía, al consenso social y económico…
                        3. Comprendemos y entendemos que llevamos unos años de una enorme crisis, crisis económica, con multitud de raíces, razones, motivos y causas. Y que es una crisis que además se acompaña, posiblemente de otras crisis que podríamos expresar políticas o de organización institucional del Estado, crisis morales, crisis sociales, crisis psicológicas, crisis del entendimiento del mundo y del medio, etc.
                        Podemos entender que de la noche a la mañana, la sociedad que creía que todo iba a ser un constante crecimiento en riqueza, en todo tipo de riquezas, pues todo se ha venido abajo… Que la sociedad se ha levantado dándose cuenta que no existe el ratoncito Pérez, ni los Reyes Magos, ni santa Claus…
                        No debemos olvidar que en el País del Toro la envidia es uno de los males endémicos más profundos, y por tanto, se puede utilizar de muy diversos modos, pero también para enfrentar a colectivos contra otros colectivos. No nos alegramos, en general, que la otra persona prospere, incluso si lo hace siguiendo la ley y la ética mínima social.
                        No podemos olvidar que como decían, que una de las razones de la caída del muro de Berlín y del bloque soviético fue que la población de esos países vio que en Occidente tenían los supermercados llenos de productos. En los medios de comunicación constantemente se puede apreciar el distinto estilo de vida de una parte de la sociedad y de otra. Por lo cual crea constante conflictos internos de por qué yo no puedo vivir igual que lo más ricos o los que según dicen muchos, no hacen nada, y viven como…
                        4. Aunque existen sociologías y antropologías que se denominan del conflicto y otras del consenso (véanse Comte, Spencer, Malinowski, Marx, Escuela de Frankfurt, Dahrendorf, Simmel…).
                        Y aunque Hegel pensó que en cualquier entidad que sea, del tipo que sea, siempre habrá al menos dos subgrupos.
                        Parece ser  y la historia lo muestra y demuestra que para toda entidad, sea de la clase que sea, sea la familia, sea la empresa, sea la sociedad, sea el Estado lo mejor es el diálogo, la paz, el consenso, el mutuo acuerdo. Es decir, las pequeñas reformas que pueden ir modificando puntos de vista, que son cambios pactados, que son modificaciones en consenso y en tolerancia y en mutuo acuerdo, que son pequeños cambios, pequeñas reformas, que permiten a todas las partes distintas, poderse amoldar, y si se equivocan en dicho cambio, como ha sido pequeño se puede rectificar. Que nadie sale claramente ganando, pero nadie sale claramente perdiendo…
                        5. No podemos negar que existen diversidad de pareceres, sensibilidades, percepciones, ideologías, intereses, estratos sociales. Pero el futuro y el presente siempre han sido del consenso y de la paz y de la tolerancia y del mutuo acuerdo. Es decir, mirar juntos hacia el futuro. No existe otro camino. No podemos dejar que los muertos, los traumas del pasado, el síndrome de Aníbal, el síndrome de Torquemada, el síndrome de Estocolmo nos vayan quemando la sangre, nos vaya emponzoñando el presente y el futuro.
                        No podemos negar que existen graves problemas y graves carencias, pero situándonos en el conflicto, en vez del consenso, situándonos en el conflicto los problemas se agravarán y no se solucionarán, no se sosegarán, no se remediarán, se emponzoñarán y se complicarán aún más, y aumentará aún más los índices de pobreza, los pobres serán más pobres aún, aumentarán todos los factores de vulnerabilidad, las clases medias se reducirán y disminuirán en cantidad y en calidad…
                        Si perdemos el sentido común, la racionalidad, el saber ortodoxo que nos indican las ciencias sociales y la economía, si perdemos sentirnos que somos un pueblo y una unidad, que debemos mirar hacia una misma dirección y todos intentar que el carro salga del hoyo, del fango. Si no nos damos cuenta de todo ello, la cosa puede empeorar aún más, en vez de ir mejorando. De nosotros, de todos, pequeños y grandes, ancianas y jóvenes depende de que seamos capaces de salir del atolladero, de la crisis. No hay fórmulas mágicas, sino las de siempre, el saber adecuado, la moralidad correcta, el trabajo duro y productivo, la inversión racional, la paz social, la paz política, la paz económica, la paz en todos los sentidos…
                        Pero la pax romana, es decir, la paz política, la paz social y en la sociedad. Además la paz interior e individual, no buscando conflictos, sino buscando soluciones en paz, es lo que puede permitir la creación de pan. Es decir, de riqueza, de riqueza material, de riqueza cultural, de riqueza en todos los sentidos. Pensemos más en nuestros nietos o biznietos, reales o posibles, y no solo en nuestras heridas o traumas que pueden venir de hace setenta u ochenta años…
                        Lamento decirlo pero cada semana, desde hace meses y años, me acuesto más entristecido, porque cada día hay alguna noticia, algún dato, que parece que el horizonte se enturbia, se ensucia, crea unas variables o hechos o cifras de más vulnerabilidad, de indefinición, de duda, de conflicto, de incertidumbre, de pena, de tristeza… y lo bueno, que ocurren cosas positivas y buenas, se ven ennegrecidas por lo menos bueno… necesitamos esperanza, necesitamos alegría para quitarnos el traje de la desesperanza, de la tristeza, de la angustia… necesitamos esperanza y para eso necesitamos paz, paz en todos los sentidos…
                                                                       © jmm caminero (19 junio-01 oct. 2015 cr).
Fin artículo 319º: “Conflicto o consenso”.
                                                                                   *


[1] Enviado al Periodista Digital.com, el día 01 de octubre del 2015. Publicado el 02 de octubre del 2015.

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