Artículo Periodístico 303º: “Problemas de
representación política”[1].
0.
La representación política, de personas y programas e iniciativas plantean una
serie de cuestiones, incluso en la democracia.
1.
No negamos que la democracia, como parece ser dijo Churchill, es el menos malo
de los sistemas políticos. No negamos que la democracia es el mejor sistema
sociopolítico de representación y del ejercicio del poder político tanto en sus
formas de gobierno, como de Estado. No negamos que es una manera eficiente y
cuantificable de que una opción política sepa los votos que ha recibido frente
a otras, y por tanto, un sistema en esto, casi perfecto para saber cuándo uno
tiene que marcharse del poder y otro ascender a él. Es una forma de elegir a
los máximos representantes, de una forma matemática, que de otra forma, como
suceden en regimenes no democráticos se enzarzan en dialécticas y luchas por el
poder, etc.
2.
Pero la democracia representativa tiene también algunos errores o fallas, que
quizás la sociedad y humanidad no ha sabido descubrir o inventar o diseñar
nuevos matices o nuevas soluciones.
Entre
otros, uno de los más problemáticos es el siguiente: una opción política llamémosle
A, recibe la mayoría de los escaños, sea al nivel institucional que sea
(ayuntamiento, diputación, parlamento regional, gobierno-Estado), y esa opción
toma diez grandes medidas en su legislatura y en su tiempo de ejercicio de
poder.
Imaginemos,
para ser más fácil el cálculo que ha recibido cien votos de cien personas,
dicha opción A.
Pero
si examinásemos dicha cuestión, nos daríamos cuenta, que cada persona ha
votado, a esa fuerza política A, por un programa, que esa opción ha difundido.
Pero en ese programa existían, vamos a poner treinta medidas, por poner una
cifra.
Pero
cada voto o individuo que ha elegido a esa opción, no la ha elegido, por las
treinta medidas del programa, sino posiblemente por diez, que le parecen más
necesarias, para sus intereses personales o, y para la sociedad o país o
Estado. Pero no para el resto de medidas.
Si
pudiésemos ver la mente de cada elector. Estamos seguros que las razones o
motivos y qué medidas o actividades o acciones quieren que esa opción A, imponga
en el poder serían diferentes al resto. Aunque coincidirían en algunas.
3.
Por consecuencia nos encontramos con la siguiente tesitura. Que quizás la mitad
de los votantes de esa opción A, que ha tomado el poder de forma democrática en
el ámbito de una institución, quieren cinco medidas, llamémosles M1, M2, M3,
M4, M5. Y el resto de los votantes que han elegido esa opción A, quieren otras
cinco medidas M6, M7, M8, M9, M10.
Pero
los representantes que tienen el poder, que han sido elegidos en esa opción
política. Cuando llegan a sus escaños y a sus máximos órganos de poder, deciden
de esas diez medidas más importantes, aplicar la M1, la M3, la M5, la M7, la
M9.
¿Qué
sucede pues que puede ocurrir que el votante equis, de esos cien que hemos
indicado, está contento porque ha tomado la decisión M3, pero no porque hayan
tomado la M7?
4.
Y aquí nos encontramos diríamos con un problema muy grave, si esas opciones,
incluso siendo importantes, están dentro de un “horizonte de evolución o de
aceptación”, por denominarlo de alguna manera, es decir, que en vez de imponer
impuestos al cinco por ciento, lo elevan al siete por ciento. El votante diría
entre sí, bueno, han exagerado, pero estaría dentro de lo posible. O el votante
solo quiere el cinco por ciento, y el poder de representación elige el tres por
ciento. Pues diría bueno, no es lo que deseo, pero tampoco es o sería una falta
“enorme”, estaría en ese horizonte posible de evolución o de aceptación que
hemos denominado.
Pero
siguiendo con el mismo ejemplo, imaginemos que en vez del cinco por ciento de
impuestos que ponía en el programa, por las razones que sean, elevan los
impuestos, al quince por ciento.
Entonces
el votante, el que quería y querría y creía que iba a ser el cinco por ciento
qué pensaría… ¿Ha sido manipulado, ha sido engañado, ha sido utilizado, se ha
usado su voto y a su persona, de una manera no ortodoxa…?
¿A
no ser que la opción política A y sus representantes, demostrase que la
situación real sociopolítica o económica o el tema del que se trate es urgente,
y entonces el votante y el pueblo tendrían que aceptar la solución dramática…?
5.
¿Pero nos encontramos con el problema, que la opción más votada, que hemos
denominado A, esa opción que ha sido votada por una mayoría de electores, no es
la única que existe, existen también la opción sociopolítica B y existe la
opción sociopolítica C…?
Y
esas opciones también tienen representación en la entidad jurídico política, al
nivel que sea, y esas personas también son pueblo y también tienen ciertos
derechos… aunque no hayan sido la opción más votada, o incluso pueden haberlo
sido, pero se han juntado la opción A y B, y han desbancado a la más votada que
es la C.
Pero
ese trozo o porción de pueblo, que tiene también sus derechos, considera que
algunas medidas tomadas por la opción A, que es la ganadora, o la que tiene más
escaños, sea por elección de los electores, sea por unión de varias fuerzas.
Decíamos esa proporción de votantes, siguiendo con el ejemplo de los impuestos,
pueden entender o aceptar, que en vez del cinco por ciento de impuestos, sea el
siete o incluso el ocho, o incluso el tres, pero no el catorce o doce o quince…
¿La
cuestión es esa proporción del pueblo que no ha votado la opción A, sino otras,
no tiene ningún derecho en ese tema, y solo hemos puesto un ejemplo posible…?
¿Es
más, quizás en esa cuestión, la inmensa mayoría del pueblo que ha votado,
incluso que ha votado en las distintas opciones políticas A, B, C, D, quizás la
inmensa mayoría estaría de acuerdo, que en este caso, los impuestos no subieran
como máximo del siete por ciento…? ¿Pero la opción que tiene el poder, la
opción A, por si misma, o por combinación con otras, ha decidido subirlos al
trece por ciento…?
6.
¿Qué solución posible se podría arbitrar entonces? Creo que entre otras que
ustedes pueden inventar o descubrir, solo se me ocurre como la más posible, es
que los sistemas de estadística nacional, realicen encuestas serias y
profundas, y masivas de lo que quiere ese porción de pueblo (sea ciudad, sea
región, sea provincia en la diputación, sea nación-estado), y se le pregunte
claramente a ese pueblo, pero con una encuesta masiva, si quiere que los
impuestos lo suban al siete por ciento, como máximo o quieren que se suban al
quince por ciento. (Quizás los medios de comunicación, en sus divisiones
digitales podrían también hacer encuestas voluntarias, que los lectores de esos
medios pudiesen contestar… Quizás no serían universales, pero si representarían
al menos un sector del pueblo o un sector ideológico…).
Y
la respuesta dada en esas encuestas, que no serían referéndum, ya que estos
crean o plantean otros problemas muy graves. Entonces esas encuestas, repito de
una masa ingente suficiente de pueblo o de encuestados, podría servir para
saber cual es la orientación clara del pueblo en esa cuestión. Esas encuestas
no serían obligatorias, pero si serían aconsejables. Claro aquí nos
encontraríamos con otro problema añadido, es que no somos el pueblo de Suiza,
que parece ser ha votado tres veces en cincuenta años, si reducen el horario
semanal de trabajo y ha votado que no, aquí diríamos que sí. Pero al votar que
sí, la economía del país sería menos competitiva, y por tanto, crearía más
desempleo.
Quizás
de ese modo, quizás, no estoy seguro, al realizar encuestas masivas, que
deberían realizar un organismo de la entidad jurídica territorial
correspondiente, se vería si la gran parte de la población quiere esa opción o
no la quiere.
Pero
aquí nos encontramos con otro grave problema, para mí insoluble, que cien
pacientes enfermos de una enfermedad, no saben más que el cirujano médico. Es
decir, en la cuestión de la organización política y del poder, hay que tener
una preparación suficiente y mínima, y una experiencia. Un tema o una actividad
o una opción están en relación con otras. Y eso, solo lo puede entender, en
todas sus consecuencias, el profesional de la política, que tenga suficientes
estudios, suficiente experiencia, suficiente racionalidad, suficiente agenda,
suficientes años. Y ni siquiera todos, todos están preparados para todo ello. Y
el pueblo, y yo soy el pueblo, quizás, en muchas cuestiones no entendemos todos
los niveles de consecuencias de un tema. Porque suelen tener distintas
consecuencias…
7.
Creo que la pregunta conclusión es fácil, en vez de poner ustedes la actividad
“de impuestos” pongan las diez o doce grandes cuestiones o actividades, que
diríamos que son problemas enormemente graves, cuestiones de una enorme
trascendencia, sea una cosa o sea otra. Pónganle ustedes nombre… que afecte a
un tema esencial o estructural de la organización sociopolítica, del poder, de
la representación, de la Constitución, del equilibrio económico, de la
tranquilidad de los mercados, del sistema electoral, de la organización
territorial, del tanto por ciento de la deuda, de la seguridad nacional, etc.
¿Acaso
no es éste el problema, que está llenando de incertidumbre, en estos momentos a
Iberia, al menos, en muchos espíritus?
©
jmm caminero (12 junio-10 septiembre 2015 cr).
Fin
artículo 303º: “Problemas de representación política”.
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