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Artículo Periodístico 4.735º: “Volando por Villanúa de Huesca”,

                         Artículo Periodístico 4.735º: “Volando por Villanúa de Huesca”,

Viajar no es solo mover los cuerpos, sino también de alguna manera las mentes y las almas, es encontrarse con otra realidad, la misma realidad diversa, es una búsqueda del yo interno.

En estos viajes reales o mentales o imaginarios o una combinación de todos esas dimensiones que hacemos por esta columna y vértebra ibérica, denominada Piel de Toro o Celtiberia o Tierra de Conejos, en sus nombres antiguos, hoy ha tocado a Villanúa, que besa los Pirineos como si fuese una cremallera que une y desune con Europa, somos y estamos dentro de la Península Ibérica, que a su vez forma parte de la Península de Europa, que a su vez, es un trozo de Eurasia, vivimos y existimos, tenemos que cambiar la mente y la mentalidad en un trozo del Oeste de Eurasia. Miles y decenas de miles de kilómetros cuadrados forman y formamos Eurasia, con diversidad de culturas, lenguas, alfabetos, metafísicas. Somos como una perla en este enorme continente Eurasia, algunos indican que formamos parte de Afroeurasia, porque estamos unidos, una flor de tres hojas o de dos hojas, conformando una enorme tarta de posibilidades y de preguntas.

Buscamos encontrar preguntas y respuestas, ruidos y silencios, sinfonías y meditaciones en ciudades grandes, pero también en pequeñas. Hoy, ha tocado a Villanúa, aquí en los Pirineos de Huesca, también denominada Villanuga o Bellanuga en aragonés, inserta como clavada al mástil de la historia, en una comarca, la Jacetania –la Península está llena de nombres antiguos, antes de los romanos, los prerromanos, porque antes de los romanos y los griegos y los fenicios y los cartagineses, nosotros ya teníamos vida-. Recuperar la memoria de los pueblos, es recordar que no es Roma, la potencia más antigua que atravesó nuestros corazones… al final, imaginen ustedes que una generación es veinticinco años, veinte siglos, serían ochenta generaciones. Ochenta generaciones atrás llegamos al año cero de nuestra era. Somos como una carrera de fondo, una generación vamos dando el testigo a la siguiente, cada generación inserta en un lugar, va dando la esperanza a otra generación. Y, así, vamos sembrando el mundo presente de algo, y, dejando para el futuro la espera y la esperanza… somos esperadores del futuro…

Nos adentramos en la cueva y misterio de Villanúa, pueblo extendido mirando el sol y el aire como hojas y ramas, tomando de la tierra, las raíces de los cimientos. Todo pueblo tiene, hasta ahora su iglesia con su campanario, rectangular o redondo o mezcla de las dos realidades, que con piedra o ladrillo se levanta como una espada al aire y azul de las nubes, es como la excrecencia de la tierra que desea llegar al sol, o es la lanza desde el cielo azul o nublado que se clava en la tierra. Toda torre es el símbolo o la metáfora de lo humano, el hombre/mujer, un ser que está entre dos mundos, la tierra de todos los colores, el cielo de todos los colores… Recorres calles en el silencio, silencio del aire, sonido a lo largo de fuentes que caen en estanques poliédricos de agua. Fuente de cuatro caños con el oro líquido del agua, fría como la tierra en la montaña que atraviesa la conciencia.

Villanúa llena y rellena de casas, como manjares de piedra, como una cuádruple piel de cada ser humano. Diríamos que estamos en la piel de la carne, sobre ella, nos habitamos la piel de los vestidos, y, sobre ella la piel de las piedras de las viviendas, y la cuarta piel es la del pueblo, todo el conjunto forma como una piel... Cada ser humano recuerda su hogar. Cada ser humano está y es, en un lugar con un hogar. Casas de piedra, hechas con trozos de este planeta de cuatro mil millones de años. El ser humano necesita el sol pero también la sombra, necesita ruido y sonido pero también silencio. Cientos de lugares con decenas o cientos de casas recorren este pentágono que forma la Península Ibérica, Celtiberia algunas veces las llamamos en nuestro corazón. Este pueblo rodeado de silencio y de sonido de agua. Tierra para trasladarse unos días, y, leer tranquilamente el corazón de uno mismo. Trasladarse unos meses para redactar un libro. Siempre he pensado que no valoramos, esas aldeas, pueblos, lugares, municipios con historia de siglos, que duermen y respiran en mesetas o valles o montañas, ideales para producir obras culturales, este Villanúa sería perfecto, para que alguno o algunos escritores o pintores o pensadores se trasladasen para insertar algo de sus almas y carnes y psiques en un papel, o en una escultura. Villanúa como lugar de pensar, de pensar el hombre, de producir cultura. Lanzo esta piedra y paloma de sugerencia de palabras, que inviten por unos días a músicos, pintores, escritores, cineastas, modistos a su lugar –invite el ayuntamiento y pague tres o cuatro días de estancia, de dormir y degustar alimentos…-.

Mirando a lo alto, siempre está el aire-cielo, siempre algún monte-montaña, siempre la tierra-suelo, siempre el agua. Dentro de las casas, el fuego. Y, tenemos los cuatro o cinco elementos de la realidad natural, clasificación de la realidad antes de la tabla de Mendeleiev. Según semanas de meses, nieve, agua congelada. Cada copo dicen que es distinto. Ese blanco algodón frío que se posa sobre las cabezas de los hogares, formando sombreros de todas las formas. Siempre mirando el tiempo, porque saben que su destino es deshacerse y convertirse en líquido que recorre los ojos de las paredes o los techos del suelo. En alguna casa o casón empiecen a recolectar obras de arte, existen miles de artistas que donarían algún dibujo y alguna pintura. En la Web del ayuntamiento recolecten textos escritos, existen miles de escribientes, que no les importaría redactar un texto sobre su pueblo y ciudad. Acumulen datos e información, la base del autoconocimiento de cada lugar –aquí dejo otra espada de sugerencia…, porque los maestros griegos antiguos, nos enseñaron, no vale ninguna filosofía que no intente curar algún mal humano…-.

Desde que los prehistóricos, para su seguridad, para no ser comidos por las fieras, para dormir con más tranquilidad, para que el fuego, cuándo se inventase, hace quinientos mil años, dicen los expertos, cuando las grutas-cuevas fueron las primeras viviendas, los primeros pueblos, posiblemente, habitados, según épocas por grupos de diez o quince individuos, varias protofamilias enlazadas con lazos de sangre y de historia. Desde entonces hemos ido atravesando los ciclos de los imperios y de las culturas y de las metafísicas, y, hemos arribado a este mar del primer cuarto del siglo veintiuno, en nuestra clasificación y era, ya que existen diversas según metafísicas e historias… Todo pueblo, Villanúa es la evolución de siglos y de milenios. Somos herederos, una cadena que se inserta en lo profundo del pozo de los tiempos… somos herederos de miles de generaciones de alegrías y penas y tristezas y sufrimientos y felicidades. Cuándo en este lugar, Villanúa miramos un rectángulo de piedras y aire, estamos frente a un viaje de milenios, de cientos de generaciones, y, su última parada y posada es este lugar de momento…

Andar por las venas del pueblo, que son las calles, andar por los alrededores que son los jardines naturales del pueblo. Es, de alguna manera, por unos días, intentar volver al propio corazón, es habitarse a sí mismo, siguiendo la fórmula del viejo maestro del espíritu, Benito de Nursia, aprender a habitarse a sí mismo, asignatura tan difícil. El ser humano tiene como uno de sus deberes, sosegar su alma y sosegar su corazón y sosegar su carne y sosegar su psique y sosegar su mente. Tenemos dentro mares de deseos, pasiones, pulsiones, libidos, instintos… No podemos cortarlos y quemarlos para que no queden nada, no seríamos humanos, tenemos que con la racionalidad y la razón y la inteligencia y la libertad equilibrada y verídica y verdadera y bondadosa ponerle límites. El ser humano es un acuerdo y pacto constante entre su irracionalidad y su racionalidad. El hombre es una lucha interna y externa de sí mismo consigo mismo. De ahí, de ahí la necesidad, de buscar cada semestre, al menos, unos días, de habitar un lugar, que el silencio invite a mirar tu silencio y tus ruidos interiores. De calmar tu interior. De esa terapia que la geografía puede abrir en tu corazón. Villanúa es uno de esos lugares… De vez en cuando, te cruzas con un vecino, y saludas, de vez en cuando, atraviesas los doseles para degustar un buen fogón, algo típico y real de la vida… Ternasco de Aragón, Migas a la pastora…

Se alejaron los ojos, el corazón del lugar, se instaló en el vehículo de cuatro ruedas, haciéndose el propósito de volver y de revolver en su alma, de volver a este lugar, y, mirar al viento para ser mirado por las piedras. Para pensar y repensar las palabras que siente y sienta más profundamente, para redactar otro artículo o columna de opinión. Paz y bien.

http://filosliterarte.blogspot.com.es      © jmm caminero (04 febrero-02 marzo 2025 cr).

Fin artículo 4.735º: “Volando por Villanúa de Huesca”.

Fotos de JMM publicados en periódicos digitales.

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