Artículo Periodístico 4.740º: “Pregunto: si nos hemos sometido a una excesiva hipercrítica”.
Le pregunto y me pregunto, si
Occidente, Europa, España llevamos varios siglos, dos o tres o cuatro que nos
hemos sometido a nosotros mismos a una hipercrítica enorme…
No
cabe duda que toda sociedad para permanece, debe someterse a una autocrítica, a
y en todos los sentidos. Pero debemos pensar si la cultura occidental, no se ha
sometido a una autocrítica y crítica racional, prudente, con argumentos y datos
y razones, tanto a niveles teóricos y prácticos, sino si nos hemos sometidos a
una hipercrítica, no hemos tenido piedad con nosotros mismos, a y, en todos los
niveles. Nosotros, desde multitud de instancias hemos sido un experimento de
nosotros mismos. Nos hemos sometido a una autocrítica tan enorme que es difícil
que los pilares de la misma civilización, sociedad, cultura no hayan quedado
dañados…
Nos
hemos sometido a una disciplina tan grave de crítica hacia nosotros mismos. En
nombre de la libertad, la verdad y otros grandes principios, que son
necesarios, y, nunca debemos olvidar a una autocrítica tan feroz, que no hemos
dejado títere con cabeza, en la expresión popular… Nosotros mismos nos hemos
creado y criado y caído en una crítica tan grande y tan elevada, que se han
descosido las estructuras esenciales de nuestra civilización y sociedad.
Es
un error aquellas sociedades, que no permiten ninguna evolución o casi ninguna,
no en la técnica, que eso todas la admiten, sino en sus modos profundos de ser
y pensar y de actuar, individual y colectivamente, y, siguen en multitud de
temas y cuestiones sin cambios desde hace generaciones o siglos… eso es un
error social esencial, pero quizás, quizás someterse a críticas tan feroces,
como nosotros lo hemos hecho, es también un error fundamental. Quizás, un
término medio habría sido lo ideal…
Si
ustedes observan los cambios producidos en Europa en estos últimos cinco
siglos, tanto a nivel teórico como a nivel práctico han sido brutales. Pero no
solo los cambios superficiales, que son vistos por todos, sino los cambios
interiores e internos, que están en el meollo de mil temas. Esos pilares de
todo, de la civilización, de la sociedad, del Estado, de la naturaleza íntima
del ser humano y en multitud de campos…
A
mí, me parece que la contestación a esta cuestión es afirmativa, nosotros los
occidentales, especialmente los europeos, nos hemos sometido a una crítica tan
feroz, que ya no sabemos si estamos desnudos o estamos vestidos, siguiendo el
famoso cuento, no sabemos si tenemos que escoger unas ideas u otras, si unas
conductas u otras… Todo lo resolvemos con la tolerancia social y los grandes
derechos… pero en el fondo estamos perdidos y hundidos en una crisis interior
tan grande y tan elevada, una crisis también metafísica esencial. Que nos
convertimos en demasiado frágiles y débiles. Tenemos mucho orgullo por todas
las conquistas que hemos realizado en estos siglos últimos, Europa y Occidente,
pero esos cambios que hemos producido, quizás se deban a enormes cambios, que
nos producen en el fondo, enormes sufrimientos, sufrimientos que en el fondo,
sufrimientos tan profundos que no queremos reconocer porque entonces tendríamos
que plantearnos, en qué nos hemos equivocado, que tampoco queremos hacerlo…
Creo
que sobre los cimientos de Europa, que todavía están visibles y presentes,
debemos intentar que el edificio de Europa y de Occidente, sus grandes valores
florezcan otra vez. Otra vez, montar la gran arquitectura occidental y europea
de los grandes valores. Reconocer lo que halla que cambiar, pero reconocer lo
que no halla que modificar o variar o cambiar… Creo que aunque no en todo
podemos estar todos de acuerdo, al menos, las polémicas de todas clases, las
llevemos con respeto y con argumentos y con datos y con razones…
Dejemos
de enfrentarnos unos a otros, por tal conjunto de cosas o por tal otro, por una
ideología o por una clase social o por un sistema económico o por las mil
razones que queramos. Seamos conscientes de entender y comprender, que no
podemos seguir con nosotros mismos sometiendo a tal grado de autocrítica tan
grande, de hipercrítica, porque entonces, no estamos cambiando los adornos del
edificio, sino los pilares del edificio. Y, si removemos en tal grado los
pilares, nosotros nos destruimos a nosotros mismos… Las revoluciones, de todo
tipo, sufridas por nosotros mismos sobre nosotros mismos, han sido brutales
–nadie puede negar esta realidad-.
Miren
ustedes estos últimos cinco siglos, nos hemos sometido a feroces revoluciones
religiosas, a feroces revoluciones sociales, a feroces revoluciones políticas,
a feroces revoluciones económicas, a feroces revoluciones de la cultura y del
saber, a… No deseo, nadie lo piense que esto no cambie, todo debe cambiar,
menos aún, creo que no someterse a crítica y autocrítica todo, porque eso es lo
que toda la vida he estado haciendo, someter mis conceptos y principios y
definiciones y juicios a una crítica enorme, esa ha sido mi función como
observador-pensador. Crítica que pocas personas serían capaces de aceptar y
tolerar y soportar… pero una cosa es la crítica, crítica racional y moral y con
razones y con respeto y con tolerancia, y, otras es someterse a una disciplina
tan enorme de hipercrítica, que en el fondo, nos estamos destruyendo a nosotros
mismos…
Si
nosotros a nosotros mismos, destruimos los pilares en los que nos
fundamentamos, que es diferente a la crítica sana, para cambiar lo que haya que
cambiar, pues vendrán los vientos de la historia, de fuera o de dentro, y,
harán que caigamos definitivamente. Entonces de nuevo Roma caerá… Prudencia a
los caminantes… ¡Y, después de Roma ya se sabe lo que vino y devino…!
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (19 febr.-02 marzo 2025 cr).
Fin artículo 4.740º:
“Pregunto: si nos hemos sometido
a una excesiva hipercrítica”.
E.
02 marzo