Artículo 5.193º: “¿Toldos verdes: emblema de la Península Ibérica?”.
Pregunto y me pregunto si el
toldo verde puesto en decenas de miles de terrazas y ventanas por toda la
geografía ibérica podría convertirse en un símbolo de nuestra cultura popular.
Igual
que el Toro de Osborne, se ha
convertido en símbolo-signo de esta parte de la geografía del planeta, que de
alguna manera, el uro ancestral, animal extinguido, ha ido recorriendo todas
las culturas desde la antigüedad, no sólo en Creta o en los Minoicos,
sino también en Egipto –se han
hallado sepulcros de grandes toros, Apis,
como representación sagrada-, etc.
Dicen
que los toldos verdes se extendieron por la geografía, cuándo surgió y resurgió
la producción inmobiliaria, de cientos de miles de viviendas o bloques de
pisos. Unos, unos indican que fue por el azar o la casualidad, porque no
encontraron otros toldos de otro color. Y, así se han extendido hasta ahora.
Hace
unos años se propagó por los ríos informativos, que el arquitecto, Jordi Martín, había expresado que el
color verde no defendía suficiente del calor. Imagino no soy experto, ni
entendido, lo dejo claro, que quizás los materiales que formen o conformen el
toldo también será importante. Porque también hay que contar con la
problemática de los humos que existen en las ciudades, hay que pensar en un
color que digamos sea más duro para que los toldos al cabo de un tiempo no
acaben teniendo un color demasiado grisáceo.
Supongo
que el color blanco reflejaría más el calor, quizás otros colores también, pero
evidentemente el blanco terminaría en las ciudades siendo gris o negro. Por lo
cual, el color verde, es diríamos un tono de reflejo de la luz, que también es
“muy sufrido” utilizando una expresión popular.
Hay
estudios realizados por Pablo Arboleda y Kike Carbajal, incluso un facebok
dónde se incluyen fotografías y comentarios y notas sobre este fenómeno. Por
tanto, siempre se ha expresado que los ibéricos somos muy tradicionales, pero
vistos desde fuera nuestro comportamiento, se indica que no. Que es una autopercepción
no justa de nosotros mismos. Por tanto, nos lleva a pensar, que si los expertos
no expresan lo contrario, que sea un objeto negativo para el calor, y, siempre
es mejor un toldo que no ninguno. Pues deberíamos revalorizar o estudiar o
analizar si se debería incentivar dicho fenómeno. Lo que sucede, también hay
que indicarlo, que para muchos, como se produjo en determinada situación
histórica, consciente o inconsciente tienen un rechazo hacia esta realidad,
porque recuerdan otros tiempos, y, otras historias…
También
no debemos obviar que el toldo verde de alguna manera, cuándo se baja, no sólo
reduce el calor directo sobre ventanas y paredes, sino que en determinadas
zonas se han utilizado las terrazas como lugar dónde se tendían la ropa para
que se secase. Quizás, en el fondo, sin negar que quizás otros colores sean más
eficientes para reducir el calor, y, desde luego, pueden continuar siendo
verdes los toldos pero realizados con otros materiales más solventes para este
fin.
También
no podemos olvidar que para muchos tienen una sensación inconsciente de zonas
más deprimidas o más masificadas o más laboriosas o de estratos sociales y
económicos más reducidos –créanme, encontrar adjetivos que representen
realidades reales y no ofendan, no hagan daño es difícil-. Porque diríamos el
color verde de los toldos y edificios es o sería el color del pueblo, del
pueblo que es la mayoría de la población. Pero también hay toldos verdes en
zonas céntricas de las ciudades…
Me
pregunto y les pregunto, si podríamos convertir el toldo verde como en un
símbolo y signo y emblema de nuestra geografía. Pregunto si fuese una normativa
en las ciudades, que se fuesen extendiendo. Y, así, las ciudades tendrían un
mar de toldos verdes. El color verde ofrece esperanza, de alguna manera nos
recuerda inconsciente el paisaje, el campo, la selva, algo que llevamos metido
ancestralmente en nuestro ser, porque venimos de la sabana. Y, esperanza es una
cosa que necesitamos.
Cada
vez más hará más calor, tendremos que sufrir más calor y durante más tiempo.
Con lo cual, quizás estéticamente, entrar en una ciudad o pueblo, como ahora
todo de blanco, calado y pintado y jabelgado de blanco, tiene una información
estética bella. Los famosos pueblos blancos de algunas zonas de esta Península.
Pues quizás un mar verde también sea un valor de esperanza…
Pues
ahora, si las regiones no están en desacuerdo, podríamos encontrarnos con
ciudades llenas de verde, toldos verdes. Lo que proporcionaría una unidad. Una
unidad a esa ciudad. Dejo aquí el guante para que lo estudien los expertos y
entendidos y los que legislan. Ahora que se habla que las ciudades son lugares
inconexos, me pregunto si un mar/bosque de toldos verdes como árboles en
montañas de ladrillos y de cemento, especialmente en verano, cuándo se
extienden como velas al mar del sol, sería una imagen-escultura de alguna
manera loable y notable. Como esos inventos de Christo Vladimirov, artista internacional que rodeó grandes
edificios y superficies de lonas, etc.
Sólo
falta un Día en defensa del Toldo Verde en este terruño celtibérico o ibérico o
de la Piel de Toro o de la Tierra de Conejos o…
https://muckrack.com/jmm-caminero-1 ©
jmm caminero (25 octubre 2025 cr).
Fin artículo 5.193º:
“¿Toldos verdes: emblema de la
Península Ibérica?”.
E.
09 noviembre