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Artículo Periodístico 3.051º: “El pobrecito hablador”.

                         Artículo Periodístico 3.051º: “El pobrecito hablador”.

Así Larra firmó algunos de sus artículos, así, de alguna manera, todos los humanos nos dedicamos al mismo oficio, el de hablar, pero unos hablan bien y otros mal de los otros…

De si mismos, casi siempre hablamos bien, o, al menos, solo con algunos toques de errores, pero son pequeños, de los demás, engrandecemos un montón de arena del juego de un niño, casi al Everest.

No somos capaces de juzgar al resto de mortales, como se deben, ni siquiera a nosotros mismos. Pero la vida exige, tener una idea de si mismo, una idea de los otros…

¿Pero hasta donde se puede juzgar a uno mismo, al otro, sentenciarse a uno mismo, al otro, en verdad-veracidad-bondad-bien-racionalidad-prudencia…?

En un artículo de Umbral, titulado El pobrecito hablador, publicado en El País, el 13 de octubre de 1979, habla de esto, y de todo, siguiendo a su maestro Ruano, todo tiene que tener un hilo conductor, pero se puede incrustar dentro, casi todo, aquello de la morcilla, que hasta la saciedad se ha repetido, y que, no es verdad. Porque para que usted estimado lector/a sepa, existen en la estructura artículos que son circulares, como la morcilla, pero también otros deductivos, y, otros inductivos… Y, combinaciones de varios…

El oficio/vocación/profesión del articulista/columnista es juzgar realidades. Juzgar es un verbo que a nadie gusta, pero esa es la realidad, se juzga y se sentencia, pero hay que decir, se intenta analizar/valorar/ponderar/estudiar/aquilatar… Pero esos verbos/adjetivos/substantivos es marear el toro ya herido por las flechas y espadas de la realidad y de la realidad interpretativa...

Si analizamos algo, realidad natural o social, al final, lo juzgamos, porque expresamos si nos parece racional o coherente o inmoral o ético o aconsejable o… Todos los articulistas hacemos esa labor, como esas especies de animales, carroñeros, que terminan con los animales muertos en el campo. Porque si no fuese así, toda la Naturaleza se podriría y se contaminaría. La diferencia es que unos columnistas, lo hacen con cierto grado de bondad, y otros, solo con látigo y azufre. Unos, reciben estipendios económicos, y, y otros, como el presente de estas líneas, solo reciben afectos, cosa que no es pequeña…

En sociedades antiguas disponían de oráculos que narraban a preguntas concretas frases cortas o largas, explicando ese acontecimiento y lo que iba a suceder. Todo el mundo, ha oído hablar del de Delphos: “Sócrates es el hombre más sabio de la ciudad” o “En muros de tablas te defenderás”…

Ese papel, es el que hacemos nosotros, los modestos articulistas. Es, algo parecido, a los sermones de los servicios religiosos de todas las religiones. Toman realidades del mundo actual y las mezclan con unos principios filosóficos-religiosos-metafísicos, y, preparan un discurso o sermón. Es lo que hacen todos los hombres y mujeres cada día. Detrás de una mesa en un oficio cualquiera, o detrás de la mesita del comedor, arengando a sus hijos o nietos o conyugue…

Todos los humanos hacemos lo mismos. Pero el columnista, en este caso, yo pertenezco a lo que se denomina articulista de opinión literario, no le voy a contar aquí, todos los nombres que ha ido teniendo a lo largo de estos dos siglos: comentarista, cronista, analista…

Como el pobrecito hablador que habla pobrecitamente, captamos realidades, pasa por nuestras mentes y conciencias, y al final, emerge un nuevo plato de cocina francesa o de alto diseño o del pueblo. Pero entresacamos, aspectos positivos y negativos e indiferentes y regulares e irregulares. Intentamos comprender y entender la realidad, y, después, hacer una suma o combinación de lo posible o imposible, de los mejorables o de lo real/realidades, de las paradojas y las contradicciones, de las racionalidades e irracionalidades…

Decía Manuel Alcántara, que el primer deber y mandato y mandamiento de un columnista, “es no aburrir al público bajo ninguna de sus formas”. Es cierto, pero el público, que son sujetos humanos, deben saber, que existen cientos de temas, y, que existen en la realidad humana o social, aunque a él o a ella no le interesen. Pueden mostrarse o no percibirse, pero existen. Él o ella, se tienen que confrontar y enfrentar en/con ellos. Porque, en mayor o menor grado, directa o indirectamente, forman parte de su vida y de su existir. Aunque no lo crea.

Eso somos, pobrecitos habladores, habladores pobrecitos, hablamos de todo o casi de todo. Aunque apenas sabemos de todo y de casi todo. Por eso, el público compra periódicos, digitales o no, para informarse de grandes noticias, de grandes razones, y de cosas de opinión de mil temas. En este último capítulo, está mi pequeño deber hacia usted. Solo soy un pobrecito hablador que habla pobremente

http://filosliterarte.blogspot.com.es      © jmm caminero (03-08 junio 2022 cr).

Fin artículo 3.051º: “El pobrecito hablador”.

E. 08 junio 2022 a La Voz de la A6.es. Canarias Noticias.es.

Humor 2.271 a 2.277.

                            Humor 2.271 a 2.277.                         71. Humor 2.271 [1] .                           72. Humor 2.272...