Artículo Periodístico 2.852º: “Las epidemias y nosotros”.
Decían,
los antiguos que la muerte llega sin esperar, metáfora y símbolo y realidad. A
veces, la muerte avisa, a veces, la muerte es posible, otras probable, pero
analicemos el morir.
En esta seria de homenajes, que
estoy realizando-construyendo a columnistas de este suelo y lugar en el que
habitamos y nos habita, hoy le ha tocado a Rosa María Artal, que publicó una columna titulada
La
factura emocional de las pandemias, en el Diario.es, el 04 de junio
del 2021. yo, si he aprendido-aprehendido algo en la vida-existencia, en los
diversos órdenes, es que hay que tener en cuenta, distintos puntos de vista, Ortega, el
gran Ortega como pensador, porque también tuvo sombras, nos
conceptualizaría el racionalismo
vitalista perspectivistico, es decir, cada persona o situación ofrece una
dimensión.
No todas son semejantes, ni todas
totalmente iguales, ni todas exactamente parecidas, pero entre todas podemos
aceptar mejor la realidad. Estemos cinco personas en un salón, cada uno
percibirá la realidad de esa estancia-habitáculo de un modo diferente. En la
realidad sucede lo mismo.
La
epidemia que llevamos sufriendo, en el momento de la redacción de este
modesto artículo, los medios de
comunicación, nos están indicando, que tienen miedo a la nueva variedad, que
está surgiendo, Omicrón, tanto es así, que parece ser que el G-7, se va a
reunir de urgencia. Lo cual nos lleva a temer-temblar un poco más. Toda
realidad hemos indicado tiene muchas
esferas-perspectivas-ópticas-dimensiones-ángulos-vertientes, y, ésta de la
epidemia, me gusta más la palabra-concepto epidemia, que el de pandemia. Porque
no olvidemos que las epidemias, algunas eran regionales, pero por lo general,
eran globales, véase la de 1347-1349.
Recuérdese que hasta prácticamente el siglo diecinueve, cada ciudad o
territorio, sufría una epidemia, al menos, una por siglo, de consecuencias
enormes.
Como
comentarista-columnista-articulista, modesto, creo que en este tema, hay que plantearse la cuestión de la muerte, el morir y
el morirse, tanto individual o colectivo. Nosotros como humanos, que
creíamos que éramos, todos, pequeños emperadores del mundo, nos hemos dado
cuenta, que somos demasiado frágiles. Desde luego, nadie quiere oír, al
mensajero de malas noticias, pero la
OMS, tiene y tenía, de las epidemias y enfermedades posibles, la llamada Equis,
es decir, la enfermedad que puede surgir, y nadie se la esperaba-esperaría. Por
consecuencia, no hemos oído-escuchado a los órganos que nosotros hemos
inventado para defendernos de las vulnerabilidades de la vida-existencia.
Quizás,
hemos sido demasiado soberbios, quizás, no hemos sido conscientes, de todas las
partes que forman este enorme puzzle, donde existimos, es decir, Naturaleza,
Sociedad, Cultura, Metafísica o Trascendencia –si admitimos tener esa
dimensión de eternidad-. Por lo cual, cada conjunto de esas
realidades-entidades forman y conforman nuestro ser y, es nuestro ser. Cada
grupo está formado por cientos de
elementos-variables-relaciones-ponderaciones-funciones. Somos en ese mundo. Un simple virus, nos hemos dado cuenta,
cosa que durante siglos han sabido, otras generaciones, puede terminar con un
individuo o una familia o una sociedad o un pueblo… o, al menos dejarlo
malherido-maltrecho-derruido en parte o gran parte.
Además,
no estamos preparados a y para el morir. Puede que dentro de cien años,
la vida media se alargue a cien años, puede, como algunos indican, que con el
injerto de Inteligencia Artificial, cada individuo se prolongue varios siglos,
dentro de mil años, puede que dentro de unas generaciones habitemos ya el
sistema solar, parte de él, además de este planeta, pueden muchas posibilidades
y, no sé, en qué probabilidad…
Pero con modestia y humildad,
quizás, debamos sentir-pensar-estar-ser conscientes, que de momento, la vida humana es limitada y débil, en muchos sentidos, por
tanto, deberíamos prepararnos más y mejor a ese tránsito o ese final. Son
dos palabras, que arrastran en su seno dos metafísicas diferente, usted como
lector o lectora, quizás, no sea consciente. Porque nosotros los escritores
jugamos con el lenguaje-conceptos-símbolos-metáforas-realidades. Se lo
explicaré, la palabra tránsito es el
final de la vida individual en esta tierra, pero después se espera Otro Mundo
Eterno, para cada ser humano.
La
palabra muerte como final en esta vida, es que ese individuo termina y, no
existe Trascendencia, solo
quedará aquí, y quizás sea mucho, sus olas-ecos de sus actos, actos en todos
los sentidos, palabras y hechos y deseos, de alguna medida. Porque,
nuestras acciones, también dejan eco y poso, aunque no sepamos quién lo ha
hecho. Pequeños cambios, que pueden favorecer a otros seres humanos, alguien
siembra un árbol, y puede estar dando sombra durante cincuenta años, y fruto y
peras y manzanas. También, alguien puede crear un dolor y sufrimiento sin
necesidad, y perdurar ese mal, durante años y décadas en otras personas, quizás
diluyéndose, quizás, dejando traumas, que otras generaciones heredarán de
alguna manera.
Debemos los columnistas, no solo
mostrar realidades, no solo desde distintos puntos de vista, no solo los
lectores-as, entender-comprender, que no ofrecemos tratados académicos
universitarios, sino más bien opiniones-ideas sueltas, que pueden mostrar
algunos puntos de vista diferentes-diversos. Al menos, este artículo, sirva de
homenaje, a nuestra articulista que comentamos, y, a usted lector/a, le sirva para reflexionar sobre los novísimos.
Concepto que supongo no conocerá, pero dentro
de la filosofía escolástica, sería la reflexión sobre la muerte y lo que puede
venir después, si admitimos que tenemos alma-espíritu inmortal. Porque no
se concibe lo mismo, la vida y la muerte, si nos situamos en una perspectiva o
en otra, en la de la muerte o en la del tránsito. Paz y bien.
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2022 cr).
Fin artículo
2.852º: “Las epidemias y nosotros”.
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