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Artículo Periodístico 4.295º: “Caerse en la calle y estar en la Tercera Edad”.

                         Artículo Periodístico 4.295º: “Caerse en la calle y estar en la Tercera Edad”.

Cuando una persona jubilada, de la tercera edad se cae al subir un escalón en la calle, por diversas razones, ya tiene que ser consciente que ha entrado en la vejez o en ser anciano.

Se sea anciano-joven, anciano-mediano, o anciano-anciano. Puede que tenga setenta años o tenga ochenta o tenga sesenta y seis pero si a una persona le sucede esto, debe pensar y analizar y aceptar que ha entrado definitivamente en esa tercera etapa de la vida, pónganle usted el nombre que quieran. Pero es así. No lo tomen con dramatismo, ni con violencia hacia si mismo, ni con falta de autoestima…

Más si ese rasgo o detalle o accidente definitivo, aunque no haya tenido consecuencias graves, no haya tenido que pasar las puertas de Urgencias de su centro sanitario u hospital, pero si eso va acompañado, que ya le duelen casi todos los días, las piernas o los brazos, o ya no se puede agachar bien, el levantarse de la silla o sillón tiene que hacerlo con la ayuda de las manos, porque si no fuese así no podría. En fin, que el vuelo se le va limitando. Puede que al andar por la calle, cada paso tenga un dolor o redolor de alguna pierna o algún trozo de pierna. Y, así otras multitudes de aspectos. Ya debe por prescripción facultativa absorben varias pastillas redondas y ovoides y de varios colores. No son síntomas graves ninguno, pero que son ya varios y si se unen tienen su importancia. Puede incluso ya dormirse dos o tres veces al día, y despertarse muy temprano…

Ante esta situación y semejante, pues se toman varias posiciones y posturas vivenciales y existenciales y experienciales y empíricas. Algunos se dicen, vivamos y comamos, con cierto orden, pero hagámoslo porque ya el tiempo se va restando, y, no sabemos cuántos meses o años, pero si conocemos la meta final en esta tierra. Y, entonces, empiezan un peregrinaje de excursiones y otras realidades que son buenas en sí. Otros, o, junto con lo anterior se apuntan a toda clase de cursos, e, incluso carreras, casi todas las universidades han creado y criado programas específicos para los adultos que son adultos, con distintos nombres.

Otros se sienten que pueden estar en el mal llamado, mercado afectivo, y, se sitúan en ello, por la diversidad de razones y causas, porque están divorciados, porque son viudos, por eso de la soledad de la resoledad y mil otras realidades. Para estar acompañados, aunque sea para ir al facultativo, y, para todas la realidades humanas, racionales e irracionales…

Algunos, que conocías y conoces, en mayor o menor grado, de cruzarte por las calles, porque eso tiene las ciudades medianas, que no solo terminas conociendo caras y rostros de los del barrio o cuadriculas alrededor de ti, sino un poco de toda la ciudad. Ahora menos, porque casi todo el mundo va a hipermercados en los extrarradios para la comida. Por lo tanto por los centros se viaja menos caminando y menos en vehículo, con calles peatonales –la revolución de las calles peatonales-. De la noche a la mañana, sientes y percibes y ves, que han cambiado de perfil de ropa y de cabello. Con lo cual uno deduce e induce que se quiere estar situado otra vez, en la salida de la afectividad, querencia, amor y amar…

No soy yo, quién va a decir que ninguna de esas realidades y otras, son negativas o malas o deficientes o perniciosas. Ni menos aún, una combinación de todas ellas. No seré yo. Pero también hay que indicar que dentro de las anteriores categorías o grupos, también existen, la mayoría de personas que se dicen, echemos una mano a los hijos, por los hijos, por los nietos. Y, sobre sus espaldas, con mucho agrado o con menos, con la alegría de la vida, pues los llevan al colegio o los recogen o les ponen el plato al mediodía. Hasta que llega madre o padre. Porque eso es la vida de hoy, si deseas que los dos trabajen para que puedan vivir y sobrevivir medianamente, hay que echarse el cargo y la carga, en la medida de lo posible de los nietos. Y, hacerlo con agrado y alegría y felicidad. Nada hay más importante que los nietos y nietas, también para esos que se caen en la calle o no se detiene su rostro con la acera.

De todas formas, posiblemente, los ancianos y ancianas de los grupos de prehistóricos, acompañados de algún miembro más joven o alguna hembra más joven que no pudiesen ir a recolectar o a cazar, porque posiblemente irían todos los días, para cumplir con las dos medidas de captación de energía, para sobrevivir todos los días. Pues los ancianos de su tiempo, que quizás, entonces no llegarían a treinta o cuarenta años, y ya serían ancianos y ancianas y viejos y viejas o enfermos o enfermas, tendrían la obligación y el papel y el rol de cuidar a todos los niños y niñas del grupo, mientras que padres y madres cazaban o recolectaban o recogían leña o plantas medicinales o colores para pintar las paredes…

También, otros y otras, actuales seres de la tercera edad, además de cumplir algunas de las finalidades anteriores, se dicen a sí mismo, si me resta unos meses o unos años o unos lustros de vida, tengo y debo irme preparando para el Gran Viaje, el Gran Tránsito, el pasar a la Otra Orilla. Tengo que prepararme, sin prisas y sin pausas, sin dramatismos y sin violencias interiores. Pero tengo que prepararme al Encuentro con el Buen Dios. Si existe pues miel sobre tarta de cinco frutas, si no existe, pues al menos, he intentado vivir digna y honestamente, y, si he hecho algo mal, he intentado arrepentirme.

No olvidemos que en el año 2022 en España personas de más de 65 años, existían nueve millones, un 19 por ciento de la población. En el 2021 existían en el mundo 761 millones con más de 65 años, y serán según cálculos 1.600 millones en 2050 –datos recogidos del gran chinchorreo de Internet-.

Este Último Viaje, que durante siglos, casi toda la población a partir de una edad, cumpliendo con sus deberes rutinarios y diarios, según su edad y circunstancias, ese Último Viaje, al que todos y todas tenemos que prepararnos. La caída en la calle al subir un escalón es obvio y evidente la prueba de estar en la tercera edad y no solo en la jubilación... Paz y verdad y bien.

http://filosliterarte.blogspot.com.es      © jmm caminero (24-30 junio 2024 cr).

Fin artículo 4.295º: “Caerse en la calle y estar en la Tercera Edad”.

E. 30 junio 2024 a La Voz de la Palma.com. Pontevedraviva.com.

Humor 2.260 a 2.266.

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