Artículo Periodístico 4.648º: “No se puede ganar a cualquier precio”.
El imperio de la voluntad sobre
la verdad y el bien, creo que es uno de los orígenes del mal y de la maldad. Lo
hemos visto y padecido en el siglo veinte.
Bajo,
mi modesto punto de vista, la voluntad o el querer, tiene que ser buena
voluntad, estar unidad al bien y a la bondad, y, tiene que ser verídica o
verdadera voluntad, es decir, voluntad verdadera y verdadera voluntad. En
definitiva, la voluntad-querer y la verdad-veracidad y, el bien (instrumental,
ético-moral, espiritual) deben formar una unidad y una coherencia en el máximo
grado posible, según el tema y la cuestión y la circunstancia, pero siempre el
mayor bien y la mayor verdad y la mayor buena y verdadera voluntad.
No
se puede ganar a cualquier precio, aplicado a cuestiones familiares, laborales,
sociales, políticas, económicas, culturales, religiosas, artísticas,
literarias, informativas, propagandísticas, etc. Y, hoy, creo que hemos caído
en este error, ya en el siglo veinte, debido a influencias de filosofía que
dieron un enorme valor, una hiperinflación del valor voluntad, del valor deseo,
del valor del poder de la voluntad, y, todas las formas y maneras que se
concretó y se conceptualizó…
Es
fácil, poner y situar nombres, pero no lo voy a hacer. Deseo y quiero dejar
este artículo, en un grado de indefinición de autores, nombres,
acontecimientos, historias, realidades, que podría poner hasta la saciedad.
Porque el siglo veinte, especialmente, la primera mitad, después continúo
marchando en parte el resto del siglo, debido a la voluntad de determinadas
ideologías, que miraban más bien, los fines que los medios, buscaban el fin y
el medio podría ser utilizado cualquiera… Y, se llenó Eurasia, reitero Eurasia
no solo Europa de campos de concentración y de trabajo y de exterminio o casi
de exterminio o semiexterminio… bajo diversas banderas…
Una
entidad equis, pongamos el caso de la política, podría ponerse cualquier cosa y
cualquier idea y cualquier fin, en cualquier ámbito, desde la familia hasta el
trabajo, la sociedad, la cultura, la economía. Pongamos el deporte, no se puede
ganar la partida o el juego, sea individual o colectivo a cualquier precio. El
otro individuo y el otro equipo, no es el enemigo, ni siquiera el adversario,
es una parte de la sociedad, que está jugando ahora, un partido, sea del
deporte que sea. Pero todo eso de ganar a cualquier precio, en definitiva, el
triunfo de la voluntad, la adoración de la voluntad, el poder de la voluntad
sin medida y sin armonía es un mal, es un mal grave. Esos lenguajes deportivos
de la competitividad extrema, sin medida, que se utilizan muchas veces, en el
deporte, no es propio del juego, ni del deporte, pero menos aún de la vida
social en general, de los ámbitos familiares, culturales, políticos,
económicos…
El
querer-voluntad-deseo-pasión, y, todos los nombres afectivos y de la
irracionalidad y arracionalidad, que conforman al ser humano, tiene que
equilibrarse y armonizarse con el bien y los bienes, bienes instrumentales,
bienes morales-éticos, bienes espirituales, y, desde luego, con la verdad-veracidad
del tema o asunto. Por consecuencia, es simplemente, lo que ya descubrieron
durante siglos, los trascendentales, o las tres realidades que forman y
conforman una unidad en sí: la realidad o real preñado e injertado de verdad,
bondad, buena voluntad. La voluntad por sí solo no es suficiente, sino que la
voluntad tiene que ser dirigida o ayudada por el bien y la bondad en verdad y
veracidad. Yo, añadiría con prudencia y equidad y libertad, otros tres grandes
valores antiguos y nuevos, la prudencia del pensar y dirigir, la equidad de la
justicia, la libertad como gran valor humano…
Sé,
sé que es compatibilizar muchas realidades y muchos grandes valores. Pero
después, en la vida diaria y rutinaria, aunque parezca una paradoja y una
contradicción no es tanto. Todavía, personas y colectivos que estén educados y
autoeducados en una buena conciencia moral y buena conciencia psicológica y una
buena conciencia conceptual, no les resulta, no resulta tan difícil…
Hoy,
como en la primera mitad del siglo veinte, se está hipervalorando la voluntad o
la inflación de la voluntad o la hiperinflación de la voluntad –el fin, a toda
costa-, el ganar, el poder de la voluntad, sin valorar que la voluntad tiene
que ser buena voluntad y verdadera voluntad –la voluntad tiene que tener buen
fin en sí, y, buenos instrumentos intermedios para obtener ese fin-.
Hoy,
en política, veo indicios claros, puede que esté equivocado de la voluntad, de
mirar y elevar demasiado la voluntad-querer sin armonizarlo con la verdad y el
bien-bienes-bondad. Creo que esto es un enorme peligro. Creo que esto nos puede
llevar a desfiladeros sin salida. Se aplique en la entidad social o realidad
social que se aplique. Si se aplica en política, es enormemente peligroso, vean
y estudien y analicen el siglo veinte, especialmente la primera mitad.
Nietzsche, que no podemos negar que estaba
enfermo, aunque sea un gran escritor, pero no un gran pensador-filósofo. Nietzsche se equivocó gravemente en
esto –para ser un filósofo es necesario demostrar, no solo mostrar ideas-. Es,
es modestamente mi opinión. Aviso a caminantes, aviso a aguadores, aviso a
paseantes…
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cr).
Fin artículo 4.648º:
“No se puede ganar a cualquier precio”.
E.
12 enero