Artículo Periodístico 4.656º: “Volvamos otra vez a la sardina y Julio Camba”.
En estos días y semanas que todos los días en el telediario nos muestran como suben los alimentos en Navidad, la inflación y que las personas compren ahora y congelen.
Pues
en estos días recordemos a Julio Camba,
que nadie en el fondo sabe lo que le sucedía en su interior, quizás pasó una
enorme depresión al final de su existir, que dicen que no le gustaba escribir y
se pasó toda la vida realizando textos para la prensa, que solo le gustaba el
comer, que no sabemos si tuvo otros placeres, que cuentan que se pasó años en
una habitación de hotel, apenas sin salir, que no se sabe cómo conseguía
pagarlo, que pasó de anarquista a no se sabe qué posición, que parece ser era
muy inteligente, que no sabemos si le defraudaron los hombres y la historia o
su mismo corazón. Pero recordemos otra vez a Julio Camba.
No
hay que indicar, que si Julio Camba,
hubiese una lista de los veinte articulistas de opinión de estos tres últimos
siglos en este terruño ibérico-celtibérico, no pongamos nombres, porque todos
se ofenden, unos porque se cita España, otros porque no se nombra. No vengo
aquí, a redactar un artículo de opinión, a altas horas de la mañana, cuándo
usted, con buena razón estará durmiendo, y, encima no me pagan, para que usted
se ofenda conmigo.
Bueno,
Julio Camba, hagamos, repito una
lista, los expertos, cuales son los veinte más importantes articulistas de
opinión en nuestro terruño en estos tres siglos, en los varios idiomas de este
territorio, y, nadie negará que uno sea Julio
Camba, publicó un artículo, titulado La Sardina. Lo publicó en un libro,
titulado La casa de Lúculo, o el arte de comer. Quién no haya escrito un
artículo de ochocientas palabras sobre un tema de gastronomía, no sabe la
dificultad que exige, no solo el articulismo en sí, sino los temas. Porque
además de comer y de comida sabe todo el mundo y comenta todos los labios que
rozan las piedras brillantes de los dientes...
En
estos días, que los informativos o Internet, nos lanza mil maneras de comidas,
por un lado, y, por otro, diez mil para que no engordemos. Así, en esa
contradicción no hegeliana, o quizás si hegeliana, estamos los humanos del
pueblo. Supongo que las elites que son ciudadanos y ciudadanos, pero no pueblo,
no pueblo como yo, y, otros cuarenta y tantos millones de este terruño ibérico,
pues ellos y ellas están en otra partida del mundo, jugando otra realidad del
mundo. Pues se muestra, todas los alimentos supercaros que van a ser las bases
de unas comidas.
No
crítico esta realidad, es como está organizado el mundo, para ofrecer trabajo a
todos –unos hacen camisas para el pueblo, otros camisas supercaras para las
elites, y, así vamos medio-viviendo todos-, y para distinguir entre pueblo y
las elites de esos pueblos. Por otro lado, hecho en falta que en televisión se
realicen programas televisivos, que muestren comidas económicas, y, que tengan
cierto aire de Navidad. Harían un gran favor, enseñar a la población, unir esos
conceptos o ideas o límites: Comidas de Navidad, con presupuestos económicos
bajos, que sean fáciles de hacer, y, no demasiado tiempo en construirlas, y,
que se salgan del diario acontecer.
Creo
que ya hace tiempo, en homenaje a Julio
Camba (1884-1962), que ahora, si mis datos no son falsos han realizado un
museo en su pueblo natal, Vilanova de
Arousa, pueblo de poetas, un museo homenaje a los dos hermanos, periodistas
y escritores o escritores-periodistas. Quizás, sean buenos tiempos para
recordar la paz que tenemos todavía, la paz social, porque la paz es esencial,
comerse unas sardinas con paz o un caviar más caro del mundo con y en paz, en
paz social, es un enorme regalo. ¡No lo olvidemos, no lo perdamos…! (Por cierto
el museo de su pueblo, el museo de los hermanos Camba, intentan indexar todos
los artículos que escribieron ambos hermanos, busquen alguna beca que un
doctorando lo realice, porque me gustaría antes de cerrar los ojos, cuántos
artículos-columnas-crónicas Julio Camba
realizó…).
Ya,
sé que existen dificultades, que en Navidades surgen y resurgen y se hacen
visibles todas las penurias humanas. Te encuentras muchas personas, que están
deseando pase este periodo histórico que se repite cada año. Al menos de
momento. Quién sabe si alguna vez, espero que no, en esta Península del
cristianismo haya que celebrar estos acontecimientos, medio escondidos. Porque
ya ha pasado en otros tiempos, cosa que muchos olvidan –ahora ya hay menos
villancicos en las calles, por cierto de donde viene esta palabra-.
Muchos,
expresan no les gusta este periodo, quizás por lo que representan, otros porque
recuerdan sus familiares fallecidos, aquellos porque se sienten solos y en
soledad, los otros, porque siempre hay desavenencias familiares, también
aquellos que no suena el teléfono, algunos, porque son tenidos por los malos de
la película, y solo han sido los buenos, aunque mal defendidos por ellos
mismos. Y, mil cosas. La Navidad es un tiempo que se desea la paz, al menos, no
la quitemos… de nuestros corazones…
Solo
puedo decirle, deseo y le deseo felices fiestas dentro de la limitación humana
y de sus limitaciones. No sé cuándo se publicará este modesto artículo. Pero si
le deseo, que deguste, si es posible, la sardina o el plato más económico, con
la máxima paz interior que pueda, ya que todavía tenemos paz social, y, si
usted degusta el alimento más caro del planeta, también le deseo que saboree
ese alimento, con la mayor paz posible, paz interior posible. Paz y bien, que
es el lema y grito que en tantos artículos pongo al final. En este caso, con
más razón. Por cierto Paz y bien, no lo he inventado yo, era el saludo, es el
saludo de los franciscanos… Paz y bien…
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (18 dic. 2024-19 en. 25 cr).
Fin artículo 4.656º:
“Volvamos otra vez a la sardina y
Julio Camba”.
E.
19 enero