Artículo 4.959º: “Lo que vamos dejando y Ramón Serrano G.”.
Todos hacemos cosas, todos
hablamos cosas. Todos vamos dejando cosas en este mundo. Pueden que duren unos
meses o unas décadas o unos siglos. Todos dejamos cosas.
Independientemente de que seamos
de una ideología o de otra, de una posición social o cultural o económica o…
todos dejamos cosas. Algunas cosas, quizás, no seamos conscientes de ellas,
algunas permanecen o tienen sus ecos, en solo unos meses, otras pueden que
duren décadas y siglos. Unas, pueden afectan a una persona, otras a cientos o,
quién sabe a millones. Me llama mucho la atención el Puente Romano de Alcántara, realizado por personas libres,
arquitectos o ingenieros romanos, pero también por la legión romana, eso dicen,
y, posiblemente por personas a sueldo o libres, pero también por esclavos. Es
una realidad que ha permanecido con nosotros veinte siglos, casi veinte siglos,
empezó el 104 d.C.
Díganme ustedes, posiblemente,
ninguno de los constructores, salvo los ingenieros son o fueron conscientes que
hacían una obra, como todas las romanas, para que perdurasen durante siglos.
Esa era su idea de construcción, según dicen los expertos. Pero quizás, no
fueron conscientes que su civilización y su imperio caerían en decadencia, y,
que después vendrían otros pueblos, otras culturas, otras religiones. Otros
hombres.
Y, te sitúas frente al Puente de Alcántara Romano, también el Acueducto de Segovia y, otras obras,
que han sido útiles durante siglos. Y, te dices, cuánta huella dejan los
hombres. Posiblemente las personas que trabajaban a sueldos, los legionarios
romanos, los esclavos que estuvieron construyendo en algún oficio para hacer este
puente, no fueron conscientes que su obra, su trabajo, fuese grande o pequeño,
-durase unos meses o unos años-, iba a tener una influencia para siglos y
siglos, para generaciones de seres humanos, para millones de seres humanos…
Pues algo así, creo que nos
sucede a los seres humanos. No sabemos si una palabra que digamos va a tener
mucha influencia, si una frase, si un acto que realicemos… no sabemos, la
huella de lo que decimos, deseamos, pensamos, hablamos, actuamos o no deseamos
o no pensamos o no percibimos o no hablamos o no hacemos. Por eso, cada ser
humano, se tiene que mirar en el espejo de la vida, e, intentar ser una “buena
persona o una persona buena moralmente”. Porque sus actos, quién sabe como en
el imperio romano, este puente, puede ser útil y eficaz durante siglos. Cuántos
millones de personas habrán pasado por él. Cuántos corazones, con distintas
intenciones, unos para casarse, otros para ir a trabajar, otros para conquistar
otras tierras, otros para emigrar, otros para ir al hospital, otros…
En esta pequeña historia que voy
haciendo sobre el articulismo de opinión de nuestro terruño ibérico o
celtibérico, me he encontrado con un autor, Ramón Serrano G., que publicó un artículo o columna de opinión, en
un periódico de Tomelloso, El
Periódico del Común de la Mancha, titulada: El torno del alfarero,
que si he entendido bien, como todo columnista nos habla de diversos temas.
Pero nos dialoga con nosotros, diciéndonos de la importancia de las cosas
pequeñas o medianas o grandes que hacemos. Que lo que hacemos deja huella.
A veces, me digo a mi mismo,
cuándo encontramos y vemos las pinturas prehistóricas, acaso tenían idea, que
durarían veinte o quince o treinta mil años. Y, que ahora nos fijamos en ellas,
nos hacemos mil preguntas. Y, lo que es más importante, todavía influye en los
autores de hoy. Mucha pintura del siglo veinte, mucha vanguardia está inspirada
en las pinturas prehistóricas. Nos hemos dado cuenta, que en treinta milenios,
desde Chauvet, apenas hemos avanzado
en el arte plástico. Si hemos avanzado en algo, solo en algunas técnicas, pero
quizás no, casi nada en el corazón y la esencia del arte plástico, porque al
final el arte pinta o dibuja o escribe el corazón y el alma y la mente y la
carne humana, y, ésta es esencialmente igual en estas últimas décadas de
milenios –o, al menos eso dicen…-.
Quizás, haya que aprender y
recordar, que un pequeño gesto, que una pequeña palabra, que una sonrisa pueda
tener más importancia de la que pensamos. La inmensa mayoría de nosotros, no
seremos gestores de grandes empresas, ni tampoco gestores de la rex pública,
seremos personas normales, con nuestras familias o sin ellas, con nuestros
oficios y profesiones o sin ellos, pero no nos recordarán dentro de cien años.
Pero quizás algunos gestos que hagamos, quizás alguno de ellos, en alguna
ocasión, quizás de alguna manera perduren. Perduren de una generación y en
otra. El abuelo o bisabuelo que tuvo una virtud ha influido de alguna manera
hasta los biznietos. El bisabuelo que tuvo una desvirtud ha influido, más de lo
que se piensa, quizás negativamente en sus biznietos… Esta es la realidad…
Recuerdo, que Sánchez Ferlosio, escrito genial que se
está olvidando, su padre Sánchez Mazas,
que también era escritor y periodista, dice que su padre se encontró en la
incivil guerra civil, en algún monte de los Pirineos, si mi memoria no me falla, se encontró en lo alto del
monte, a un soldado republicano que con su fusil lo tenía encañonado, entonces Sánchez Mazas, pensó que era su fin,
que moriría. Esa escena duró unos segundos eternos. Al poco tiempo, ese soldado
republicano, bajó el fusil, y, se marchó. Por lo cual Sánchez Mazas, vivió y bajó a su regimiento o cuartel o compañía.
Me he preguntado muchas veces,
qué sería de la vida de ese soldado del ejército republicano, que no quiso matar a otro
soldado adversario o enemigo, pero que no lo hizo. Quizás, si lo hubiese hecho,
le habrían dado méritos, incluso quién sabe alguna medalla, o quién sabe algún
permiso a su casa. Pero no lo hizo. Muchas veces, pienso y me pregunto, qué
sería de ese soldado, moriría en el frente, volvería a su casa, estaría si vivó
durante años o décadas trabajando en el campo, sin ser conocido por nadie,
quizás en alguna fábrica de la migración… No sabemos si sería feliz o medio
feliz, si tendría bienes de fortuna, si tendría hijos…
No sabemos nada, pero ese soldado
republicano, sin saberlo, no solo permitió que una vida siguiese respirando,
sino con el tiempo, ese soldado de aquel monte que no murió, al cabo de unos
años tendría, tendría años después, a uno de los grandes escritores de esta
Piel de Toro, Rafael Sánchez Ferlosio.
Un pequeño gesto o un gran gesto, que ha tenido consecuencias enormes… Enormes,
también porque los escritos de este escritor, esperemos perduren siglos… Aquel
soldado de hace un siglo, aquel soldado como aquel otro legionario del Puente
Romano, nunca sería consciente que ese gesto sus consecuencias tendrá siglos de
ecos y permanencia…
Lean a este autor de artículos,
vuelvo a reiterar, recuperen la memoria de este autor de artículos, que
posiblemente, tenga obras inéditas en los cajones de sus familiares, Ramón Serrano G.
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (20 junio 2025 cr).
Fin artículo 4.959º:
“Lo que vamos dejando y Ramón
Serrano G.”.
E.
06 julio