Artículo 4.967º: “Cita nombres reales en los títulos de los artículos”.
Supongo que me dirían, no podrás
dar el salto al articulismo de opinión en medios de audiencia nacional mientras
no cites y titules decenas o cientos de artículos con nombres propios.
Esto
quiere decir, por si usted no lo entiende o no lo comprende, o no me explico
bien, que como la alta clase política es como el río de Heráclito, panta rhe, todo pasa, no te bañas dos veces en el mismo
río. Pues cada ciertos años, van pasando unos y viniendo otros, como en una
obra de teatro de Calderón, La
Vida es sueño, pues la vida política es sueño. Si haces esto, al citar
y nombrar nombres importantes o famosos de los altos campos del prestigio
social o político o cultural o folklórico o económico o de la nobleza, o… haces
lo que han hecho casi todos, los cientos de articulistas que han existido en el
siglo veinte y en el primer cuarto del actual. Haces una especie de negritas de
Umbral.
Así,
las ideas y conceptos y enunciados y argumentos, de decenas de temas, se
insertan en la sangre de personas/personajes reales, que la mayoría de la población
conoce. Y, así, se cumple el adagio de la prensa de opinión, “al público no le
interesan las ideas generales y abstractas, sino las personas de carne y
hueso”.
O,
dicho de otro modo, les gusta más, saber si tal “personaje se le percibe en una
foto mostrando algo íntimo o aquel
personaje se ha divorciado o aquel personaje ha entrado en la cárcel o aquel
personaje ha tenido un desamor con florituras incluidas”, le interesa más todo
esto, y, después lo rellenas como la butifarra de ideas o contenidos o
conceptos o enunciados o argumentos o datos. Así, me dirían, los artículos que
redactas, poco a poco, irán teniendo más audiencia, y así poco a poco quizás,
algún medio-prensa nacional se fije en tus ojos y en tu firma. Y, eso es lo que
han hecho todos, al menos, dentro de la censura política que se permitía en el
Anterior Régimen, por ejemplo, Alfonso
Sánchez, -que es el verdadero inventor de las negritas, pero poniendo los
nombres en mayúsculas, si mi memoria no me falla-, o en el actual régimen,
según lo que permite el medio dónde rellenas un trozo de espacio con palabras e
imágenes y vivencias de unos y de otros…
Y,
uno, como en las tentaciones del Nazareno,
las famosas tres tentaciones, que al final, sintetiza mucho de la realidad
humana, mucho del bien y del no-bien y del mal. Uno, uno lleva tanto tiempo
tentado, porque al final, después de redactar casi cinco mil artículos de
opinión y literarios. Uno, en la realidad es que apenas se come una rosca, los
dividendos de este oficio, son pocos, económicos ninguno.
Unos,
pueden creer que no eres de los suyos, porque no criticas a los contrarios y
viceversa, y, les sugiero y expreso, “que no he venido a este género del
columnismo, ni a alabar, ni a criticar, ni a unos, ni a otros”, he venido a
deleitar un poco con las palabras, la oratoria y retórica y poética, agradar y
hacer sonreír, y, a buscar pequeñas verdades y pequeñas preguntas. No quiero
cambiarle a usted, ni sus afectos, ni sus pensamientos. Solo quisiera que al
terminar un artículo de este polígrafo-escritor, se diga, si no es mucho pedir,
¡ah, pues pensaré un poco este asunto, que ha pasado desapercibido o hace mucho
tiempo que no lo pienso…! Y, si puede ser le quede una pequeña sonrisa con
esperanza. El mundo ha nacido hoy el sol, tenemos que tener esperanza, aunque
sea pequeña…
Como
las tentaciones del Nazareno, uno
siente, que quizás, si hablase de unos y de otros, si pusiese nombres, de un
color o de otro. Si dijese algo de ellos o de sus ideas o de sus conductas o de
sus hechos. Es fácil, cada semana surgen nuevos personajes, y, algunos se
olvidan, algunos llevan en el teatro meses. Y, además es lo que hacen todos.
Pues uno siente la tentación, que los artículos serían más estimados y
valorados, por los lectores/as y también, quizás por los equipos directivos de
la prensa.
Y,
uno, se dice a lo mejor me llamarían a una entrevista… quién sabe, si me
meterían en su nómina de articulistas, como uno más en un gran medio nacional
–nadie se ofenda-. Y, después, pues haría y escribiría lo que creyese conveniente.
Y, la tentación, te dice, así serviría algo, más de cincuenta años, dándole a
la cabeza y a las palabras, en multiplicidad de géneros. Además, no ten queda
tanto tiempo… Al final, podrías hacer una especie de En Busca del Tiempo Perdido,
del hoy, acumulando artículos, cientos de ellos, algo así, es lo que hizo, el
maestro Umbral, y, casi todos, los
que han tenido que publicar cinco o seis artículos de opinión a la semana,
aunque fuesen escritores literarios, es lo que han hecho…
Y,
siempre te queda la duda, como siempre, en algunas cuestiones, en la vida,
siempre te ha sucedido lo mismo, en la vida, en unos temas te han cerrado las
puertas, casi siempre otros. Muchas puertas. Y, en otros, tú mismo te la
cierras, tú mismo, como en esta temática. Y, te dices, bueno. Bueno que vas a
hacer. Solo te queda el consuelo de que cuándo dentro de unos meses o unos
años, no sabes cuándo, pero ya sabes estás en la Recta Final, si existe el Buen Dios, y, si existe Alma inmortal
individual, y, si existe Eternidad Buena y No-Buena, y, si existe Juicio
Particular… solo te queda el consuelo, de decirle:
“¡Oh
Dios, he dudado de si existías o no, pero por si existías, he intentado no
denigrar a ningún ser humano, criatura tuya, solo he intentado criar palabras y
frases y conceptos y argumentos que sirviesen a la verdad y al bien y a la
bondad con algo de belleza, para eso he intentado no denigrar a ningún otro ser
humano con las palabras y las ideas, ten misericordia de mí, ten piedad de mí”.
¡Paz y bien…!
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jmm caminero (24 junio 2025 cr).
Fin artículo 4.967º:
“Cita nombres reales en los
títulos de los artículos”.
E.
06 julio