Artículo Periodístico 2.952º: “El lenguaje y el periodista”.
Las
palabreas nos hacen y nos deshacen, los periodistas, como profesionales de la
información y las noticias y la interpretación nos hacen y nos deshacen.
Álex
Grijelmo
(Brugos, 1956) en un artículo publicado en El País, titulado: El
bulto y el cangrejo, que se ha publicado en el libro Palabras
de doble filo –página 240- nos narra algunas de las cuestiones de la
lengua y el lenguaje y el periodismo.
Nosotros,
los que pertenecemos al gremio, no profesional del articulismo, pero que
colaboramos en distintos medios, por lo general, digitales, sin emolumentos
económicos, ni tampoco sociales, ni culturales, sino por ese deseo de literatura-escritura-pensamiento-observación, de entender
y comprender un poco mejor el mundo. Nosotros que pertenecemos a la liga de
ese gran partido de la información, pero que siempre, estamos diríamos, en las
casillas de la espera. Pues nos planteamos, a mi modo de ver y percibir y
sentir y pensar, los mismos problemas que los profesionales del periodismo,
hayan realizado estudios oficiales de la rama, o, y, lleven décadas ya, en este
campo-equipo-estadio.
No voy yo, a ser
quién indique, que la lengua y el lenguaje y los idiomas y los dialectos no son
importantes y esenciales.
En mi tiempo, era la lengua vernácula, y, se combinaba con el inglés y el
alemán, algunos el francés. Ahora, indican, que la lengua vernácula, más el
inglés y el chino, algunos lo recombinan con el alemán. Y, en eso estamos, en
determinadas regiones de esta Piel de Toro, pues hay que añadirle con razón su
lengua vernácula, que pueden ser, ya escoger un plato entre casi seis
posibilidades (vasco, gallego, bable, catalán, aragonés, y, alguna que se me olvidará
citar, además del aranés…).
Creo
que decía Jacobson,
si no recuerdo mal, que hablaba catorce o quince idiomas, que solo hablaba uno
en catorce variantes. Idea que se debe mencionar esencialmente. Sin negar,
indicábamos la importancia de conocer y entender y leer y hablar dos o tres
idiomas. También, me surge una duda
profunda y esencial. Si con cada palabra se nos abre una flor del horizonte de
la realidad, me digo a mi mismo, para esa persona, una persona concreta de
carne y huesos y nervios y alma y conciencia, cada palabra le abrirá un palacio
interior y exterior.
Por
lo cual, suponemos que es mejor para
ella, entender-conocer-comprender cuarenta mil palabras que no veinte mil,
mejor veinte mil que no solo diez mil, mejor diez mil que no solo siete mil…
Porque cada palabra-vocablo-término es como un río-fuente-mar que nos hace
comprender y entender un trozo de la realidad, o de la interpretación de la
realidad, sea de dentro, sea de fuera, sea de una rama del saber, sea de otra.
Combinadas
varias palabras, formamos-conformamos un poema del entendimiento y la
comprensión, que puede ser en cierto modo, verdadero y en cierto modo, no
cierto o erróneo o falso o… Somos las
palabras que entendemos, en parte, somos las palabras que utilizamos, en parte,
somos las palabras-frases-oraciones-enunciados-conceptos en los que
nadamos-comprendemos…
A
eso hay que añadirle la enorme
dificultad, de que existe un lenguaje técnico o especializado, cada saber o
trozo de saber, teórico o práctico, contiene unas docenas o cientos de palabras,
que pueden ser comunes o diferentes, pero disponen de una interpretación más
perfecta del mundo –existiendo unos cientos de lenguajes técnicos, desde la
albañilería a la ciencia psicológica-. Pongamos un caso, si la inmensa mayoría
de seres humanos de este solar ibérico-celta del que formamos parte, hubiesen
conocido lo de las preferenciales, quizás, no habría habido tantos sufrimientos
y penas, como hubo hace una década, no hubiese existido tantos lloros y
lamentos y angustia y entristecimientos.
Ya,
se ha olvidado, en gran parte esa crisis económica-financiera, pero quién le
arrastró una manada de toros, todavía sufre las heridas, aunque claro una nueva
crisis económica, más, una nueva crisis biológica o epidemia, una nueva crisis
política que se va alternando como sinfonía, más una nueva crisis política en
forma de guerra en Europa. Todo eso va tapando las crisis anteriores. Aunque
haya ido dejando personas en las cunetas de la sociedad-historia.
Los periodistas
disponen de libros de estilo. Los escritores que publican-editan-hablan con
palabras/frases en periódicos digitales, abren los lenguajes y las lenguas,
como si fuesen dragones que hay que modular-pacificar-torear. Pero ambos, tienen la grave
obligación, de vivir y sobrevivir, de ahí, que tienen que situarse, siempre en
una perspectiva de la dirección de las posibilidades de la interpretación de la
realidad, una ideología, en sentido amplio, pero por otro lado, tienen que
informar y aclarar la mente del otro. Su
deber, profano y sagrado es el deseo de realidad, expresado, en el mayor grado
de veracidad-verdad-bien-bondad. Porque las ideas curan heridas, las ideas en
forma de palabras crean heridas.
Cada autor-usador
de la lengua o del lenguaje,
en la calle o lenguaje oral natural, en el diálogo de la sociedad, o,
escribientes-escribidores-escritores, en periódicos o en radio o en televisión,
tienen el deber sagrado de la
realidad-verdad. Porque el otro se
merece, tienen derecho a la verdad. Aunque la verdad sea errónea por parte
del emisor. Pero esa verdad o ese deseo de verdad, es un derecho de quién
recibe el discurso o la frase o la palabra, escrita o hablada.
Otra,
realidad, es la limitación humana, y el emisor escribiente, caiga en un error.
Pero ha intentado captar-apresar-encerrar la realidad-verdad y expresarla.
Porque el otro, anónimo o no, merece,
tiene derecho de la verdad, y, usted, escriba o no escriba, debe darle la
verdad –aunque su verdad sea deficiente o errónea, pero no falsa adrede-.
O, si peligra su vida por ello, callarse en ese tema, como nos diría, el gran
maestro y viejo Kant. O, llegar al grado de verdad más posible que se
puede emitir, si está condicionado por cien realidades situaciones y
circunstancias –que de esto, otro día u otro año, quizás, hablaremos-. Paz y
bien.
http://personal.cim.es/filosofia © jmm caminero (15-30 marzo 2022 cr).
Fin artículo
2.952º: “El lenguaje y el periodista”.
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