Artículo Periodístico 3.366º: “Las luces y la Navidad”.
Qué
resortes profundos mueve y conmueve en el interior las luces, en definitiva, el
fuego y el calor y la capacidad de ver mejor en la noche.
Según
la Agencia
de Noticias Servimedia, del 25 diciembre del 2022, titula: “El
69,4% de los ciudadanos asegura que la iluminación de plazas y calles es lo que
más le gusta del ambiente navideño”. Nos tendríamos que plantear y
preguntar, quizás, durante todo el año, nos pasamos/paseamos/caminamos, cuando
llega la noche, por calles, que están a medio luminar/iluminar. El alumbrado
público ya tiene una larga historia, al menos, desde los primeros imperios,
aunque fuese parcial. Ha ido pasando por distintas fases: antorchas, lámparas
en las calles de materias grasas, después, de gas, ahora de electricidad. En
medios/técnicas mucha variantes…
Se
podría definir una civilización, por dos realidades, es por sintetizar y
simplificar, pero deberíamos ser conscientes, de este aspecto: si ilumina
las/algunas calles, con la tecnología del momento, y, segundo, qué materia
utiliza. Así, podríamos estudiar una historia de la evolución…
No
solo la luz, el ver y el ser visto, es una necesidad de seguridad física, en un
ambiente social enrarecido. Siempre se han contado de las peleas que se
producían en las noches, en las ciudades, en algún periodo de la Roma clásica,
pasando por semejante realidad, siglo tras siglo. De ahí, la necesidad de que
los hombres, todos fuesen armados, o, a todos los que se les permitía…
Pero
la luz y el ver, es una realidad aún más profunda, es una realidad tan
compleja, que mueve y remueve el alma humana. Desde hace quinientos mil años,
otros indican trescientos mil años, que los antecesores, fueron capaces de
inventar o diseñar o aprovechar o recoger el fuego, y, este llevarlo a sus
cavernas, y, este sirvió como calor, para la comida, como luz para ver, como
defensa frente a otros animales… El fuego y la luz nos acompañan
irremisiblemente. No es solo una manera o una forma de alargar el día, sino es
una manera, de intentar vivir y sobrevivir.
Os
imagináis en las noches de invierno, un grupo de seres humanos, situados en las
puertas de sus grutas o cavernas o cuevas, solo pudiendo percibir el mundo con
la luz de la luna, cuándo hubiese… El temor ante el resto de animales, que por
supuesto tienen más capacidad de visión y visión nocturna que el ser humano. Me
pregunto, cómo podrían sobrevivir, en la etapa que ya no se instalaban en los
árboles. O estuvieron en esa situación durante cientos de miles de años, al
anochecer subirse a los árboles para poder defenderse… Porque si cada dos o
tres años, moría un individuo de un grupo por ser cazado por la noche,
posiblemente ese grupo de humanos se extinguiría, por no tener suficiente
renovación de individuos –como ven este problema ha sido eterno…-.
Estamos
narrando preguntas y cuestiones, en definitiva. Nos movemos en el género del
articulismo literario. En este sector de la realidad, existe diversidad de
pareceres y de interpretaciones. Todas son notables y loables. Pero en la que
este escribiente, que usted está leyendo se mueve y se remueve, es en aquella,
que indica que la lectura, no es solo entretenimiento, ni es solo crítica
negativa, ni solo ironía, menos sarcasmo, ni solo humor, sino también
conocimiento. Podemos dialogar con palabras, de cosas trascendentales o
intrascendentales, pero no podemos permitir, que alguien dedique cinco minutos.
Y, no se plantee cuestiones, en muchos sentidos y en muchos significados y en
muchas formas y en muchas maneras…
No
podemos concebir el alumbrado público, solo en Navidad, lleno de luces, para
animar el corazón, para luchar contra las tinieblas de la noche y del invierno,
para aumentar el consumo, para gastar más, para poner una sonrisa en el
corazón, por disponer de un poco más de dinero, por todos los significados culturales,
sociales, religiosos, espirituales que la Navidad en Occidente todavía tiene
–en todas las civilizaciones, disponen de fiestas del color, calor, de la luz,
de las luces y de la alegría…-. Quizás, sean formas de intentar superar heridas
internas y heridas externas. Quizás, sean formas de superar el dolor humano.
Son artilugios, que vienen de siglos y milenios, quién sabe si desde la
neolitización más profunda, y, han ido derivando, se han ido adaptando a las
fiestas culturales de cada época o tiempo…
Pero,
no es suficiente que un mes exista mucha lluvia, sino que los humanos dispongan
de todos los meses, para apagar la sed de sus carnes y de su corazón y de su
alma. Por tanto, no solo es conveniente mucha luz, en unas semanas del año,
sino que exista mucha luz, durante todo el año, en cada calle, plaza, jardín,
trozo de la ciudad… Que cada trozo esté suficiente iluminado, para que de ese
modo, las personas puedan caminar con más seguridad, cada hora del año, cada
día del año…
¿Qué
tal sistemas de alumbrado público con energía eléctrica renovable y bajo
consumo, sea solar o sea eólico, para aumentar ostensiblemente la seguridad en
todo rincón de cada metro de cada calle y plaza de cada ciudad/pueblo/aldea,
para aumentar la seguridad de personas y niños y hombres y mujeres y ancianos y
ancianas cualquier noche y atardecer y amanecer del año…? ¡Paz y bien…!
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero
(26 dic. 22-04 en.23 cr).
Fin artículo
3.366º: “Las luces y la Navidad”.
E. 04 enero