Artículo Periodístico 3.378º: “Mesas y manteles y copas”.
Cualquier
realidad que toca/roce el ser humano la cambia. Y, como un individuo o familia
o grupo es similar a otros, y diferente a otros, todo lo que besa lo cambia.
Recuerdo a Ortega, cuando ya hace décadas,
tuve una asignatura sobre dicho autor, no recuerdo ya bien, si fue
cuatrimestral o anual, creo que cuatrimestral, uno sobre Ortega, otro, sobre Albert Camus.
Y, recuerdo, no sé si en aquella ocasión, o, quizás, algunas de las tantas
veces, que antes y después, he ido a beber de sus aguas. Porque ahora, en el articulismo patrio no se recuerda lo suficiente, ni
a Ortega, ni menos a Unamuno,
ni a Eugenio D´Ors, y, todas las
generaciones, no sé si estas últimas ya no, beben y han bebido de ellos. No sé,
si es la muerte simbólica del padre o del abuelo o bisabuelo literario y
filosófico, pero ocurre demasiadas veces. Cosa que debo señalar para que usted,
se plantee, de dónde le vienen algunas
de sus ideas o conceptos…
Decía que recuerdo a Ortega,
cuándo fue capaz de realizar una glosa o
columna comentando solo el marco de un cuadro. Pues, hoy, estamos en una
situación semejante. Si pudiésemos percibir al mismo tiempo, todas las mesas,
de todas y cada una de las Navidades, de cada persona y de cada entidad o de
cada hogar. Nos encontraríamos, quizás, con diez o doce modelos posibles. Pero
al mismo tiempo, cada una con alguna diferencia. En algún hogar serán los
cubiertos de plata y en otros de madera, en aquello se degustará con alegría,
en otros con tristeza, por cualquier acontecimiento presente o cercano en
ellos. En casi todos, siempre falta algo, un ascendiente o un descendiente…
En este periplo que voy
recorriendo, una especie de Marathon, del articulismo, hoy le ha tocado al ya
veterano Antonio
Burgos, que en el ABC de Sevilla, publicó Mesas
sin manteles, el 29 de diciembre del 2022. ¿Cuántos miles de artículos y columnas habrán pasado de la cabeza del
señor Antonio Burgos al papel u ordenador, y, de éste al público, sea en
forma del periódico de papel, o, y, en digital? ¿Lo mismo diríamos de todos los
articulistas de esa generación, Ansón, Ussía… digamos de la generación anterior a
la guerra civil, o de la generación de después de la guerra civil, algunos las
denominan de los años cincuenta…? (No
tengo que reiterar la enorme necesidad de un centro virtual que documente y
estudie el articulismo o, y, el periodismo de estos dos últimos siglos aquí en
estos vergeles y secarrales…).
Los
humanos necesitamos el descanso, necesitamos la fiesta, necesitamos el ocio, no
puede todo ser deber y trabajo y obligación. Necesitamos evadirnos despiertos,
estando en vela, para que la mente se equilibre. Y, además en el asueto, se
cumpla la función y la finalidad de cumplir otras funciones, conocer a otras
personas, conocer a hipotéticas conyugues –dicen que en la prehistoria existían
encuentros, quizás en primavera o, y, en otoño, que todos los grupos humanos de
una distancia adecuada, se reunían, quizás, los primeros ritos religiosos en
común, quizás las primeras peregrinaciones, quizás las primeras procesiones, y,
suponemos como en todas, degustarían alimentos, se transmitirían ideas, se
realizarían matrimonios…-.
Durante muchos años, por
cuestiones laborales, o cuestiones de servicio militar, no estabas todos los
grandes días de fiesta de Navidades en tu casa, degustando la presencia de los
más cercanos al corazón, sino que tenías que estar realizando un servicio,
fuese alrededor del 24-25 de diciembre, fuese el 31 diciembre o uno de enero, o
fuese entre el cinco y el seis de enero… Ahora, que ya estoy en la Tercera
Edad, pues ya, puedo asistir a todos los
acontecimientos de fiesta y feria y comidas y presencias…
A veces, pienso que existen,
entre otras clasificaciones, dos grupos de personas, los que han podido
asistir, todos esos días de fiesta a las reuniones familiares, y, aquellos que
por diversas causas, también enfermedades, no lo han hecho. Que siempre, en ese
periplo de tres semanas, siempre han faltado algún día o algunos, alguna
comida, alguna cena…
En el fondo, todo ser humano
necesita acurrucar y besar y acariciar su propio corazón. Se equivocan muchas
ideologías y culturas y filosofías, cuándo no se percatan, que muchos males, no
solo no vienen de que no se tiene estima mínima al otro, sino porque se dispone
de poca autoestima y de estima propia suficiente… quererse y amarse de forma
correcta y adecuada en verdad y bien y bondad y belleza a uno mismo, es uno de
los ejercicios más difíciles.
Raramente se podrá estimar a los
otros, reitero estimar y, después, según multitud de realidades, esa “estima
del otro”, sea diversa, según lazos de sangre o de amistad o humanidad.
Raramente se podrá estimar de forma adecuada al otro/a, si no se estima de
forma adecuada y verdadera y bondadosa a sí mismo.
Amarse y estimarse y quererse de
forma adecuada a uno mismo, en uno con uno mismo, es intentar no caer en la
lujuria, avaricia, envidia, cólera-ira, gula, soberbia, vanidad, acidia-pereza…
Si uno, no cae con uno mismo, en algunas de esas realidades psicológico morales
en si mismo y consigo mismo, no proyectará esas realidades negativas con otros…
-cercanos o lejanos o medianos-.
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© jmm caminero (31 dic. 2022-18 en 23 cr).
Fin artículo 3.378º:
“Mesas y manteles y copas”.
E. 18 enero