Artículo Periodístico 3.871º: “Gastrocultura: Huevos estrellados o rotos madrileños”.
Tradicionalmente han sido los
huevos fritos, insertándoles patatas y jamón. Posiblemente sea uno de los
platos más antiguos, por la simplicidad y la rapidez y lo económico.
Actualmente denominados huevos
rotos, huevos estrellados, huevos fritos formados, evidentemente por huevos, y
se les añade patatas, jamón, aceite, sal, y, como siempre aire, fuego y un
recipiente sartén para construirlo, y, un plato para presentarlo y exhibirlo y
exponerlo y degustarlo…
Hay autores que le dan una
autoría hacia 1980 en Madrid, pero otros especialistas indican que este
alimento debió de ser muy antiguo por la simpleza y la simplicidad de los
ingredientes, especialmente, en el campo, cuándo se tenía que valer de lo
mínimo existente. Incluso, algunos piensan que es anterior a la tortilla de patatas,
porque es obvio y evidente, que aceite y huevos están con nosotros los europeos
milenios, pero las patatas desde el descubrimiento de América.
Eso no quita darle el mérito a la
receta o variedad o al marketing de la década de 1980 en la capital de España.
Pero no cabe duda, el gran mérito de elevar a categoría casi internacional una
comida o plato, posiblemente tradicional y de siglos, a una ranking de plato de
gran gurmet, de gran sabor, de gran color, de gran olor… No puede irse usted de
Madrid, si está por esos lances y lares unos días, sin probar este plato
exquisito en su simplicidad y en su elaboración. No puede volver a Australia o
a la Patagonia o a Alaska sin haber consumido una vez este plato…
Suponemos, que como otros
animales, el ser humano durante cientos de miles de años, tomarían y recogería
huevos del paisaje, y, se los comería crudos… Cuándo se inventó el fuego o se
descubrió o se aprovechó el fuego, empezaron a utilizar ese fin e instrumento,
para la comida entre otras finalidades –como el calentarse, el ahuyentar a los
animales peligrosos, el ver por la noche…-.
Quizás, quizás muchos antes, en
fuegos esporádicos algunos nidos se quemaron y de alguna manera, los huevos
permanecieron, y, antes de saber utilizar el fuego, ya degustaron huevos
“quemados”. –Imaginemos que es bueno en un artículo de opinión, y, también, en
historia para abrir horizontes a posibilidades de hipótesis-.
Un plato es como una escultura
que se va deshaciendo. Te lo presentan con una forma y manera y textura y color
y organización. Y, mientras lo vas degustando, vas cambiando las partes, unas,
como es lógico van faltando, otras que estaban debajo aparecen, otras se van
mezclando y combinando. Algunos colores se entremezclan, se combinan los
alimentos y las formas y los colores. Quizás, no son cambios radicales, pero de
alguna manera, es como ir abriendo un horizonte de sedimentos en una cata
arqueológica. Vas degustando desde arriba hacia abajo.
A veces, pienso, que dentro de
una rama, real o hipotética del futuro, que me gusta pensar que podría
denominarse psicogastronomía, o gastropsicología, podríamos estudiar y
analizar, si hay diferencias en las personas, si estas degustan los platos muy
deprisa o muy despacio, siempre que tengan tiempo, si comen desde el centro hacia
los lados, o, si por el contrario empiezan comiendo el guiso, en este caso los
huevos, desde arriba o desde un lado o desde otro.
Si van quitando capas a capas. Si
van mezclando los alimentos en su boca y lengua y papilas gustativas, según un
orden u otro. En este caso, degusta primero las patatas o las patatas con el
huevo, o, solo el huevo, qué cantidad de pan, y cómo, al principio antes del
huevo o mezclado o haciendo catas… si las cucharadas, en este caso, los trozos
con el tenedor, podremos inventar un neologismo: “tenedoradas” copiando a
cucharadas. Si las tenedoradas son grandes o pequeñas, si comen como pajarillos
probando trocitos.
Si ampliamos el tema de la psique
y psicología aplicado al acto de comer, si va muy deprisa, si mira a la persona
que está a su lado. Si habla mucho en ese acto. Si va muy despacio y tiene la
mirada fija en algún punto del establecimiento. Si se le ve preocupado en ideas
y, o, en recuerdos. Si tiene un rostro alegre. Si mira la televisión o la
ignora. Si busca el silencio…
La mayoría de personas
diferencian en el acto de alimentarse, si lo hacen en su casa o familia, si lo
hacen fuera de ella. Si van a un establecimiento con ese fin o finalidad, o,
tiene que alimentarse por viajero obligado, en el lugar que más le convenga,
pero sin haber seleccionado antes el espacio, sino lo que le permiten las
circunstancias…
Si ese acto de degustar lo hace,
en silencio o con música de fondo, o, se ve obligado a oír la televisión o la
radio para las noticias. O, ahora, con los móviles en los ojos, al lado de la
comida. Hubo un tiempo que se está olvidando, cuándo en todos los bares y
restaurantes existían periódicos de papel, que las personas en algún momento de
la comida, leían el periódico o lo repasaban, quizás para descansar, quizás
para hacer tiempo…
Por eso, les he aconsejado a los
grandes medios de comunicación, que oferten tablets a los establecimientos
públicos, para que puedan leer los clientes su periódico, y, solo el suyo,
sería una manera, de aumentar las ventas, ahora que están en tanta crisis, al
final, este texto es un artículo pensado para un periódico, y, ese será su fin
o su finalidad, terminar en las costas de arena de sol de las palabras de un
medio digital.
La vida trae alegrías y penas.
Degustar un huevo frito con patatas, sea denominado estrellado o roto, en todas
sus conformaciones posibles, es una de las pequeñas alegrías, que debemos
disfrutar de ella y con ella. Mi homenaje a la humildad del huevo y de la
patata y del jamoncito y del aceite y de la sonrisa de quién te lo sirva y de
quién lo paga. Paz y bien…
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (07-31 octubre 2023 cr).
Fin
artículo 3.871º: “Gastrocultura: Huevos estrellados o rotos madrileños”.
E.
31 octubre
E.
07 noviembre