Artículo Periodístico 3.872º: “Gastrocultura: Bocadillo de calamares madrileño”.
Si
somos justos es lógico que este plato surgiera en lugares de costa, porque el
calamar se podría consumir fresco. Y, también, que está extendido por toda la Península
Ibérica.
Se
habla, pero no sé, si tiene base documental, según la Wikipedia, que fue un
intento que trajeron los aragoneses en tiempo de Isabel I de Castilla, pero es
evidente, que en ese tiempo los calamares no podían llegar en buen estado a la villa
y corte, por el problema del deterioro y el transporte y la conservación...
Es
obvio y evidente que en este plato intervienen los calamares, troceados,
rebozados de harina, después de fritos insertos en pan, en un bocadillo.
Evidentemente, su esplendor y desarrollo en el centro de España y en Madrid, es
cuando en el siglo diecinueve, la velocidad del transporte mejoró, y las
posibilidades de mantenimiento de un producto fresco.
A
veces, pienso que el bocadillo de calamares en el siglo veinte, quizás idea
tomada de una frase de Umbral, que
indicaba, no sé si exagerando, que algunos días, a su llegada a Madrid, solo se
mantenía al día de un bocadillo de calamares, por eso llegó a pesar sesenta
kilos.
No
sé, que parte es oratoria y retórica, y, qué parte es real, y, si esa realidad,
solo duró unas semanas o unos meses. Al final, Umbral es un gran escritor, que si hubiese vivido en otra sociedad
y país y cultura, por ejemplo, la francesa habría sido elevado a todos los
altares laicos –con eso no decimos, que no todo en su literatura, periodismo,
ni en su vida sea claro y brillante y equitativo y moral-. ¡Pero no juzgo su
vida, ni siquiera todos sus contenidos textuales o literarios o sus palabras y
sus discursos, solo su actividad literaria periodística…!
Pero
como escritor articulista, era genial, mezclando de forma conveniente y
adecuada ideas y forma, estética y esencia, contenido y continente –y, expreso
esto adrede, porque muchos ahora, para que se quede olvidado por los siglos,
están predicando que no tenía ideas… Y, eso no es cierto, sean ideas suyas o
tomadas de otros, eso es otra cuestión, pero eso ocurre en todos los autores…,
yo, yo mismo algunas ideas, no sé de donde las he tomado, por eso, si me
acuerdo, me gusta citar…-.
Decía
que el bocadillo de calamares, si hubiese surgido en Norteamérica lo habrían
llevado por el mundo como las pizzas, las hamburguesas y el pollo frito. No
hemos sido capaces de crear compañías internacionales de comida rápida con los
huevos fritos, la tortilla a la española –que mi descendiente indicaba, que
cuando fuese mayor, iba a crear una cadena de restaurantes con la tortilla, doy
el mérito a quién lo tiene-, y, el bocadillo de calamares –y, otras comidas…-.
(Si alguien alguna vez, lo hace, digo yo, que por este artículo merecería me
invitase una vez al mes, a comer en alguno de sus establecimientos…).
Creo
que el bocadillo de calamares ha hecho en España, las mismas funciones, que los
establecimientos de cadenas internacionales han cumplido en el mundo. En los
viajes rápidos, al lado de las estaciones, en los sitios de turismo, en algún
bar normal, en tiempos de dificultades económicas que hay que degustar fuera de
casa, y, algo que produzca energía, que esté caliente, que mezcla pan y algo
exótico, porque los calamares han sido algo raro y extraño en el centro de
España, porque el bacalao se podría consumir salado, pero desconozco si alguna
vez se ha salado los calamares…
Por
lo general, los artículos periodísticos de opinión, son limitados en palabras,
ochocientas, y, por tanto, no nos podemos fijar en los acompañamientos y
matices. El ser humano necesita alimentarse con alimentos, pero también
necesita líquido, agua… En nuestra sociedad, se combinan en las comidas tres
bebidas, según tiempo o momento o manjar: agua o vino o cerveza, -en mi caso,
tomado de la tradición popular, un poco de vino con gaseosa, un día debería
redactar un artículo sobre esta mezcla-. En este caso, el bocadillo de
calamares es tradicional con la caña de cerveza, ahora sin alcohol o el menor
posible…
Esa
mezcla de alguien comiendo un bocadillo de calamares, con una cerveza en la
mesa, comiendo sentado en silla, o apoyado en taburete o de pie, y, mirando el
horizonte de la realidad. Casi siempre degustando deprisa, porque sus
obligaciones eran inmediatas. El tiempo era necesario aprovecharlo. Es y ha
sido una imagen, reiterativa en casi todas las ciudades, también en las
capitales de provincia, también de la nación-Estado. Muy frecuente al lado de
estaciones de autobuses y de trenes. Muy frecuente por la mañana y al
atardecer. Hasta que vino el imperio norteamericano económico, y se extendió la
hamburguesa, la pizza, últimamente el pollo frito…
Hemos
indicado que el bocadillo de calamares, como lo simple y nutritivo y bueno y
agradable, y, asequible económicamente se ha extendido por toda la península
–mis datos, no me indican, si se ha extendido por el resto de Europa y del
mundo, dicen los estrictos del articulismo, que nunca se debe escribir dudas en
las columnas periodísticas, pero yo creo que sí, así el hipotético lector o
lectora, sabe que el escribiente no es sabio en todo, ni en casi nada…-. Es
demostrar, que como él o ella, somos personas frágiles en conocimientos y en
miradas y en sabiduría…
Decíamos
que aunque se ha extendido por toda la Península Ibérica, podría haber sido un
bocadillo de sardinitas, o de trozos de bacalao o de atún, que también se suele
haber consumido, en tiempos pasados, menos ahora.
Pero
la realidad es que el bocadillo de calamares se ha hecho símbolo de la ciudad
de Madrid. Madrid fin de término y de viaje y de fonda. Cuántas personas,
quizás, millones de personas han consumido alguna vez, un bocadillo de
calamares, algo que se ha extendido en una ciudad sin mar, y por tanto, sin
calamares en sus costas de tierra…
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero (08-31 octubre 2023 cr).
Fin artículo 3.872º:
“Gastrocultura: Bocadillo de calamares madrileño”.
E.
31 octubre
E.
07 noviembre