Artículo Periodístico 3.875º: “Gastrocultura: Potaje de Garbanzos madrileño”.
Es
y era una comida típica, con carácter religioso, formada y conformada por
vegetales y legumbres, para degustar el viernes santo, porque no se podía comer
carne.
Formada esencialmente de verduras
y legumbres, originalmente, sin ningún producto cárnico, cocidas con una
cantidad apreciable de agua, y, cocida durante bastante tiempo. Las legumbres
son generalmente garbanzos, pero también existe con judías o lentejas, o
mezclando –no olvidemos, que la comida es un producto de supervivencia, con lo
cual, en tiempos complejos, pues se va añadiendo elementos-.
Se le ha denominado también
potaje de vigilia, por aquello de la cuaresma. Posiblemente, para muchos
lectores de hoy, ya no conocen o han olvidado, que hace décadas, en cuaresma,
especialmente en Semana Santa, en nuestra sociedad y país, se ralentizaba todas
las actividades, incluso los cines públicos se cerraban. Quizás, eran tiempos
que ya casi nadie recuerda. Pero era una realidad, por tanto, la comida y las
costumbres y las vestimentas y otros usos y hábitos y costumbres iban en
consonancia.
Aunque no es el fin de estos
artículos que materializo con palabras, contar recetas, nuevas o viejas, sino
más bien fijarme, en elementos que están dentro y fuera de las comidas,
especialmente, sociales y culturales, si me veo obligado a citar los elementos
o ingredientes básicos, que van cambiando según ciudad, familia, pueblo, y,
sobretodo realidades temporales de la historia y del momento…
Pero entre los ingredientes
además de los garbanzos, estaría el bacalao, espinacas o verduras semejantes,
huevos duros cortados en trozos, cabeza de ajo, cebolla, pimiento rojo,
pimientos, dos tomates, algo de vino… y, cómo ya es casi fórmula de este
escribiente y de esta casa, en relación a las columnas gastronómicas, añadir
algo que es obvio y evidente, fuego, aire, a veces, estoy tentado a indicar, se
necesita un espacio y un tiempo, porque somos seres espacio temporales, y,
desde luego, recipientes, para guisar, recipientes para exponer el plato
delante de los ojos y la lengua del comensal…
Estimado y apreciado y apreciable
lector y lectora, no debe usted olvidar el norte y el fin de estos artículos
sobre comida. Le recuerdo algunos fines, porque si no, quizás, no entienda a
este comensal de las palabras. El fin, entre otros, los fines, es valorar la
comida en su justo medio, ni más, ni menos. En segundo lugar, valorar la comida
típica y tradicional de siglos o décadas. Tercero, tener una mirada literaria y
poética, son artículos que se denominan en la categoría de opinión y literarios
y personales, es, intentan ser pequeñas obras prepoéticas y postpoéticas.
Cuarto, es incentivar una relación con la comida justa y equitativa y bella y
gustosa.
Quinto, es intentar abrir una
esperanza pequeña al corazón de los humanos –he leído en estos días, que cuatro
mil personas, realizaron automuerte, en el año 2022, por lo cual, si algún
artículo escrito por mis dedos, sirviese para ofrecer una pequeña alegría a
algún corazón humano, pues tendrían sentido estos substantivos y verbos y
adjetivos-. Sexto: añada usted otras razones y causas y motivos:
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Las grandes ciudades, Madrid,
Londres, Nueva York, Barcelona son realidades humanas que nunca se terminan de
conocer. Porque van cambiando como organismos casi vivos, van modificándose con
el tiempo, los humanos que las habitan van renovándose. La comida es como una
especie de organismo que está siempre en evolución, se fijan unas notas
esenciales, y, sobre ellas, se van cambiando, aunque no se quiera. No es lo
mismo un potaje hecho con fuego de leña, con fuego de carbón, con fuego de gas,
con fuego eléctrico, con fuego de microondas… Todo cambia, panta rhe, de Heráclito el obscuro…
Si comemos una vez al día, quiere
decir, que lo hacemos casi cuatrocientas veces al año, si lo hacemos dos veces,
serían casi ochocientas, si lo realizamos tres veces, serían mil… con lo cual,
alguien que viva, diez años lo ha hecho diez mil veces, y, así multipliquen
ustedes… Con lo cual, la comida es esa necesidad fisiológica natural que
repetimos cada día… cada día dormimos o debemos descansar durmiendo, cada día
degustamos y nos alimentamos, cada día realizamos unas necesidad fisiológicas
básicas, que quizás, como articulista debería indicar, pero que todo el mundo
sabe y conoce y realiza todos los días, da lo mismo el color de su piel y el
color de su cerebro por dentro…
Realidades fisiológicas del
detritus de los alimentos, que no están bien vistos hablar de ellos, y, menos
en el tema de la gastronomía. Pero si somos coherentes con que estamos tratando
temas sociales y culturales y naturales alrededor de los fogones, calderos,
tascas y tabernas, también habría que indicarlo, aunque sea de forma pausada y
de pasada…
Si son ustedes conscientes, en este
modesto artículo hemos interrelacionado los garbanzos y el potaje, la realidad
de los ingredientes, el aspecto de tener en nuestra sociedad, al menos antes,
una connotación religiosa o semireligiosa, la valoración de distintas
finalidades de la realidad estructural de la comida, también algo que se
olvida, que comemos pero también desechamos productos que el cuerpo no
aprovecha…
¡Y, una cosa real o realidad, el
estómago o fábrica fisiológica la tenemos trabajando durante décadas y décadas…
el estómago como la maquinaria que transforma alimentos en moléculas y
substancias para que usted y yo, caminemos, hablemos, trabajemos, sonriamos,
recordemos y descansemos…! ¡Y vivamos y sobrevivamos y existamos y
sobreexistamos…!
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (09 octubre-07 noviembre 2023 cr).
Fin artículo 3.875º:
“Gastrocultura: Potaje de Garbanzos madrileño”.
[1]E. 07 noviembre