Artículo Periodístico 3.277º: “¿El exceso de fama no es bueno…?”.
Una
cosa es que una persona tenga buena fama ante los demás, y, otra es la adoración
y la idolatría a ser conocido, tener fama, estés en la televisión, etc.
Que una persona tenga buena fama
ante los demás, buena fama profesional o moral o cultural o económica o de
persona seria y de principios, eso es bueno y muy bueno, e, incluso necesario,
todo el mundo tiene derecho a su verdadera y buena fama, a su honor, a su
intimidad y a su persona. Porque la mayoría de valores se fundamentan en esta
realidad. La calumnia, la maledicencia, el producir mala fama a una persona que
no se lo merece, la mentira sobre los otros o algún otro sin fundamento y sin
necesidad, y, semejantes actividades y actos psicológicos y morales, es uno de
los males más extendidos, de los errores morales graves que más se producen en
la sociedad, en todos los estratos y estamentos sociales y culturales y
económicos, al menos, en esta Piel de Toro…
Pero la fama de ser conocido y
reconocido, estar en los medios de comunicación, que seas un marca de imagen o
una imagen de marca, pienso y opino que no es bueno para las personas. Sé de
sobra que en nuestra sociedad, incluso en los terrenos de la cultura, el
dandismo y el ser conocido, ha sido un sello que ha sido importante, para tener
una presencia cultural en el campo que sea, especialmente en la literatura,
etc. En algunos casos, no se sabe, hasta dónde la notoriedad pública ha
influido positivamente para la producción cultural y viceversa.
Pero incluso admitiendo esto, que
hay figuras en el mundo cultural, que casi todo el mundo las conoce y las
entiende y saben su figura y su nombre, y, más o menos, a qué se dedican, sería
algo así, como una marca comercial. Y, esto se ha extendido en muchos campos de
las artes, incluso de otros saberes más especializados. Yo, sigo pensando y
opinando que la fama y la notoriedad pública, no es bueno para las personas.
Pienso que cada persona en su oficio y profesión debe ser y estar considerados
lo mejor posible, en su honradez y en su eficiencia. Pero también, que el
anonimato es necesario y es bueno.
Que las personas puedan caminar
por la calle, y, nadie los reconozca, pienso que es bueno para la salud física
y biológica y psicológica de esas personas. Que puedan ir a cualquier lugar y
no sean conocidos, es un grado de autolibertad y libertad que esas personas se
merecen y se otorgan a sí mismos. Nadie está representando un papel delante de
ellos o ellas, ellos y ellas no tienen que adoptar un papel/roll/máscara…
Puede que esta forma de pensar o
sentir, no sea de esta época, cuándo todo el mundo quiere estar en los medios
de comunicación, sea la profesión que sea. Pero, pongamos un ejemplo, y, una
excepción. Todos los días va usted a los supermercados, y compra y consume
alimentos. Estos son fabricados por empresas, y, detrás de esas empresas hay
sociedades anónimas o limitadas. Y detrás de ella, existen propietarios de
dichas entidades de forma mancomunada o de forma individual. Y, usted y yo, no
conocemos quienes son los propietarios, ni nombres, ni apellidos, ni fotos,
salvo excepciones muy excepcionales, de quién es esa cadena de ropa, de alimentos,
de vehículos, de inodoros, de y de... Esas personas, que tienen una enorme
importancia de y para y en la sociedad apenas nadie conoce sus nombres, sus
rostros. Salvo las personas que se dedican a ese campo profesional… personas
que posiblemente influyen mucho en la economía y en la política entre
bastidores y entre silencios y sollozos y gozos…
Pienso que eso es lo ideal,
alguien que sea una gran escritor, por poner un ejemplo, sus libros se vendan
como rosquillas y trozos de queso y jamón, se aprecien en todos los
departamentos universitarios del mundo, pero que sus rostros y sus caras, no
sean conocidas. Que puedan caminar por la calle, como seres anónimos observando
con/en realidad lo real, que nadie haga un papel ante ellos, que los demás se
comporten de forma rutinaria con sus defectos y sus virtudes, no representando
un papel/rostro/personaje/teatro…
El
periodista/redactor/articulista Javier Romualdo, en la Agencia EFE, el día 04 de
noviembre de 2022, en una noticia/crónica/comentario titulada: Selena
Gómez destapa sin tapujos la crudeza de la fama en “My Mind & Ne”. Esta
crónica nos narra perfectamente lo que estamos indicando y mostrando y
argumentando y evaluando.
Cierto es que podemos entender y
comprender que la fama pública de notoriedad y ser conocido, puede ser un arma
ambivalente, puede ser un terrón de azúcar y un terrón de veneno. No podemos
negarlo. Pero cómo se puede conseguir esto. Imaginemos que un escritor o
pensador o empresario o director de cine o periodista o… quiere ser eficiente
en su trabajo, quiere alcanzar productividad de excelencia, quiere ser bueno y
muy bueno en su oficio, pero al mismo tiempo no quiere demasiada notoriedad,
fama pública, ser un personaje público, sino simplemente, ser y estar en el
mundo con un grado suficiente y necesario de olvido, de anonimato, olvidada su
persona, pero no su actividad profesional…
¿Díganme, como se puede alcanzar
hoy, cuándo hoy te exigen que envíes curriculum a/en todos los lugares a los
que te presentes, que envíes las fotos, que estés en redes sociales, que casi
seas un dandi público, no digo que hagas la prueba de absorber un litro y medio
de agua por el recto, pero casi…? ¿Díganme hoy, como se es eficiente en grado
notable y excelente, y, que tu rostro no salga en los medios de comunicación…?
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© jmm caminero (06-16 nov. 2022 cr).
Fin artículo 3.277º:
“¿El exceso de fama no es bueno…?”.
E. 16 noviembre