Artículo Periodístico 3.256º: “Hablar bien”.
El
concepto de hablar bien tiene dos dimensiones, una es hablar bien según las
normas gramáticas, otra hablar bien con suficiente corrección moral y bondad y
veracidad...
El
hablar bien con verdad o veracidad en bondad y bien moral, tanto sea en un
diálogo en la calle, familiar, social, o en la vida política, quizás, tenga más
importancia de la que pensamos. Por cierto, siempre unas personas tienen más
facilidad que otras, en la conversación, quizás por mayor capacidad
lingüística, quizás por mayor capacidad cultural, quizás por mayor cualidad de
inteligencia, o, por mil factores. Cierto es que puedes encontrarte en el
mundo, con personas que en el diálogo natural y oral y normal, no tiene mucha
facilidad, pero después, en los escritos o en lenguaje escrito natural, tiene
mucha capacidad, tanto de contenido como de profundidad.
Por
otro lado, las personas se ocupan y preocupan mucho por el vocabulario o
terminología o vocablos o palabras, quieren aprender y aprehender más, y, de
vez en cuando, notas que recorren las montañas y las espaldas de los seres
humanos, nuevas palabras, neologismos, traducciones de otras lenguas, casi
siempre el eterno inglés de este último siglo. Así sucede, algo que a mí me
parece una provocación innecesaria, todo el mundo emplea y en los mass media
también, la palabra evento, teniendo en español, el vocablo acontecimiento, que
pienso tiene más connotaciones y es más profundo, abarca, hechos superficiales
que solo permanecerán unos días, como hechos que pueden tener y ser realidades
que se recuerden durante décadas. Pero apenas nadie ya utiliza el concepto o
idea o término o representación mental o enunciado de “acontecimiento”.
Nosotros,
los escritores-polígrafos-redactores de artículos de opinión literarios, nos
sucede, como a todos los humanos, por la mañana o la tarde nos encontramos más
alegres o alegrecitos/alegrecillos/alegrecidos o más tristes o entristecidos,
pero el artículo diario como la música tiene que continuar sonando en la tarde,
la sinfonía de la verbena del pueblo o de la banda de la elite en la ópera del
gran teatro de la ciudad. Y, hoy ha tocado el/a recordar al gran Cunqueiro,
en un artículo titulado: La elocuencia y otras nuevas,
publicado en El Faro de Vigo del 23 de julio de 1976, que nos
narra/habla/argumenta del lenguaje parlamentario bien creado e inspirado y
construido y dicho y hablado y oratorizado y eruditado…
Hoy,
y, el hoy, ya dura varios lustros tenemos varios problemas en esta dimensión
del lenguaje, existen programas en los medios de comunicación, en que
claramente personajes y famosos y tertulianos e interlocutores, hablando de uno
o mil temas, no ya que no hablen correctamente de forma gramatical, sino que
falta respeto, respeto y tolerancia a las opiniones y a las personas de los
otros. Parece que la corrida de las cinco de la tarde se ha levantado como un
carrusel de improperios e inquinas y rencores, que emergen de la profundidad
del ser de la historia –de las historias de los bisabuelos-. No existe bondad,
en los discursos, la peor falta, peor que escribir bien o hablar mal. Peor por
sus consecuencias, porque los medios de comunicación son un ejemplo, si lo
hacen bien, se transmite a la sociedad, si lo hacen mal, también.
Y,
en la coyuntura y parlamentos regionales o nacionales o, en los “parlamentos
concejiles o de los ayuntamientos”, se ha transmitido esa crítica agria y feroz
y sin piedad y sin misericordia. No siempre, pero si en demasiados momentos. El
Parlamento Alto –como me gusta indicar-, o los Parlamentos Medios –regionales-,
o parlamentos bajos –ayuntamientos-, tienen que ser muestra y demostración
de/del respeto. Cada persona y cada entidad sociopolítica reafirmando y
argumentando sus valores, pero que salgan de sus bocas, datos y argumentos y
razones con respeto, no como hojas lanzadas de misiles de hierro y veneno
contra el otro/s.
Hoy,
el señor y maestro de la literatura y del articulismo, Cunqueiro, se indica que redactó
veinticinco mil artículos, hoy no solo nos ocupa y preocupa que la frase o la
gramática o la oración o el enunciado esté bien o mal construida, sino que nos
ocupa que no hay demasiada tolerancia y bondad, en demasiadas informaciones y
noticias, que se discuten, en los senos, casi sagrados, de dónde surgen las
leyes, en las columnas vertebrales de la política, como son esos
fosos-coros-plazas parlamentarias nacionales, regionales, locales –y, también,
deberíamos citar las diputaciones provinciales, todavía existentes…-.
No
hemos llegado a extremos de las barbaridades que se dijeron en las Cortes de la
Carrera de San Jerónimo en algunos periodos de la Segunda República, pero bien
harían y haríamos todos, para ser conscientes de que podemos dirigirnos a esos
extremos. A semejanza, de que hace unos años, nadie habría podido pensar que
los padres de la patria parlamentaria española, pudiesen ir al hemiciclo, casi
sagrado, dónde se crean las leyes, sin chaqueta y sin corbata. Pero lo hemos
visto, y otras cosas. Hoy, tendría que el maestro Cunqueiro vivir, para analizar
esos fenómenos, quizás él, con la sabiduría de los años y de la experiencia y
de las lecturas y de su escritura y de su inteligencia, nos podría señalar
claramente, la llaga que sufrimos en el corazón de nuestra sociedad.
La
gran herida/error/patología, es no entender/comprender, que el otro, aunque no
piense como nosotros, merece nuestro respeto, y, que al otro y el otro, debe
utilizar argumentos/datos/ideas/conceptos y, no lenguajes/lenguas que crean
heridas, en los tonos, en las palabras, en los gestos, en las formas. Paz y
bien.
Aprendamos
de la historia e Historia, no volvamos a caer en los mismos errores del pasado.
¡Por favor, creo que el sueldo que reciben, lo merece, creo que los ciudadanos
nos los merecemos…!
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero (28 oct.-02 nov. 22 cr).
Fin artículo 3.256º:
“Hablar bien”.
E. 02 noviembre