Artículo Periodístico 4.050º: “No mentir, no engañar con las palabras”.
Existen
personas, todavía, que se esfuerzan en no mentir, no engañar con las palabras.
Si no pueden decir lo que consideran es vedad se callan. Si por un bien mayor
se callan.
Oí, una vez, un argumento que
alguien indicó, cuando le preguntaron, porque no solía mentir o no solía
engañar con las palabras… Y, aquella persona dijo, que no era tan inteligente
para irse acordando de las verdades y las mentiras que iba diciendo a unos y a
otros. Que de ese modo, tenía que grabar en la cabeza, las mentiras y las
verdades que expresaba a unos y a otros. Que no podría dedicar tanto tiempo a
buscar verdades y recordar verdades o presuntas verdades, y, al mismo tiempo
los engaños, mentiras, hipocresías con palabras que había indicado a unos y a
otros…
También, expresaba aquella
persona que bastante es y era con los errores conceptuales e ideas y enunciados
emocionales que tenía o decía o indicaba, pensando que eran verdades pero que
no fuesen. También, que una cosa es que no siempre se tenga que decir la
verdad, por mil motivos, o lo que tú crees es la verdad, por ejemplo, porque
puedes temer por tu vida, o, por no hacer un daño innecesario a otra persona, o
por los sistemas sociopolíticos, recuerdan ustedes a Kant, pero que hay que intentar evitar el mal de la mentira, el mal
del engaño.
Que hay que recordar que la otra
persona merece la verdad, tiene derecho a entender y conocer la verdad. Que la
otra persona tiene derecho a recibir ideas y palabras y frases que sean verdad,
o al menos, el que lo indica o las expresa crean que es verdad. Ya sé, que
vivimos en un mundo de enormes artilugios de publicidad y propaganda, y, no
siempre, expresan la realidad-verdad, la verdad-realidad… pero el otro sujeto
que está hablando con usted, merece de usted o que se calle, si no puede
decirle, o le diga la verdad, pero no que le engañe y le mienta. Sé que dirán
muchos que esto es un idealismo moral y ético en cuanto a este tema, en un
mundo, en el cual, una parte importante de la población parece ser que miente y
engaña, mentimos o engañamos, para meternos todos… Sin entrar en el mundo de
las medias verdades y las medias mentiras…
Según la manada de datos de Internet
expresan que la revista Journal of Basic and Applied social
Psychology, que en 2002 cada persona de promedio mentía dos veces por
día.
Es obvio y evidente, que no todas
las mentiras son sobre las mismas temáticas, y, no todas las mentiras tienen el
mismo grado de importancia y de consecuencias, y, también, algunos indican que
existen mentiras por cuestiones económicas, políticas, sociales, afectivas,
culturales, y, cualquier otro fin posible.
No tengo datos, para decidir o
dilucidar si ahora las personas de promedio mienten más que hace un siglo,
tampoco si las mentiras de hoy son mayores o menores que hace un siglo, si
ahora tienen más gravedad que hace un siglo. Pero debemos ser conscientes, que
la mentira puede hacer mucho daño, por ejemplo, la calumnia, puede tener
consecuencias enormes para otra persona. Hay personas, hemos conocido, que han
arrastrado una calumnia que se les ha montado durante décadas, y, le ha
limitado hasta su trayectoria profesional, y, por tanto también económica.
Durante siglos se enseñó en todas
las escuelas e iglesias de Europa, el mandato de Moisés, de no mentir, o no mentiras. Pienso que hay que retomar
dichas normas. Es más, aunque seamos ateos o agnósticos o no creyentes en el
cristianismo, tenemos que tomar los mandatos de Moisés, como un código moral filosófico racional, porque pienso
evita muchos males a los seres humanos, a uno mismo y a los demás…
Dirán algunos que las mentiras
son necesarias, que el mundo social está hecho de mentiras. Otros, les
responden, que entonces, nadie sabrá lo que es verdad y lo que no es. Nadie
sabrá que comportamiento tiene que hacer o saber hacer de y sobre algún tema o
cuestión concreta. Que si todos nos mentimos, al final, dónde sabremos está la
verdad, de quién nos podemos fiar, al final, nosotros mismos nos creeremos
nuestras propias mentiras…
Dicen, que la mentira, el engaño,
la manipulación, las medias verdades, las medias mentiras están siendo
utilizadas como arma política, como arma económica, como arma social, como arma
cultural, como arma afectiva, etc. No sabemos todas las consecuencias que la
mentira puede acarrear, incluso admitiendo, que no se pueda decir toda la vedad
en un asunto, pero no decir toda la verdad, por las razones que sea, no quiere
decir, que sea lo mismo que mentir. Siempre el problema de lo blanco y lo
negro, de si es lo mismo lo positivo que lo negativo, si es lo mismo una frase
en positivo o una frase en negativo sobre el mismo tema…
Pueden que mis artículos no
tengan demasiada audiencia, pero debe saber usted como lector, que no le
expresaré todo lo que yo creo es verdad sobre algunos temas. Créanme no es
posible. Pero también debe saber, que si algo pienso es falso o erróneo o no
verídico o no bondadoso o no correcto o no útil, no se lo diré, no lo expresaré.
Pienso que bastante tengo sobre mi conciencia con los errores que cometa a
nivel intelectual y literario y de escritura y de conceptos, bastante tengo que
cargar con ese peso y carga y tonelaje, para además añadir con belleza o sin
ella, datos o argumentos erróneos o falsos, sabiendo yo que son falsos…
Porque un día, seremos juzgados
de nuestras acciones, de nuestras verdades y de nuestras mentiras… Eso dice el
saber bíblico…
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (28 enero-12 febr. 2024 cr).
Fin artículo 4.050º:
“No mentir, no engañar con las palabras”.
E.
12 febrero