Artículo Periodístico 3.823º: “Bebes/niños/niñas vestidos como adolescentes…”.
Y,
adultos y adultas vestidas como adolescentes. Se dice en Paris que las
adolescentes visten como sus madres, las madres como sus hijas.
Es obvio y evidente, que la moda
ha cambiado la realidad social. En multitud de aspectos. Deberíamos indicar la
manera de vestir y lo vestido. Pero no solo de niñas, adolescentes femeninas,
de mujeres, jóvenas, de mediana edad, y, de edad más avanzada, sino también de
varones en todas las edades reales y posibles. Ves niños y niñas de primero
infantil, tres años, vestidos como
adultos y adultas adolescentes en las puertas de las escuelas y colegios…
En estos lustros anteriores, te
cruzabas con personas por las veredas de la vida y de la calle. Y, unos los
conocías de algo, a otros, de percibirlos con la mirada en los encontronazos de
las aceras. Y, estos, iban vestidos de una manera, sea de un modo o sea de
otro. Y, de la noche a la mañana, cambiaban su mirada de sus ropas y sus
peinados, lo que nos querían indicar antes, con una vestimenta, ahora nos lo
expresan de otra.
Han cambiado. Al cabo del tiempo,
ese cambio, esos vaqueros y esos nuevos peinados, se debía casi siempre, a una
ruptura matrimonial. Y, de la noche a la mañana o de la mañana a la noche
cambiaban la mirada, entraban en el toreo del amor, pasaban las noches lúgubres
del desamor, y estaban mostrando que deseaban buscar nuevos caminos a esas
nuevas posibilidades…
Era niño, casi adolescente,
cuándo en nuestro terruño patrio, al menos, en muchos aspectos de la realidad y
de los nichos sociales, el fallecimiento de un hermano del padre o de la madre,
más si eran sus progenitores, lo normal era ponerse una camisa negra los
adultos. Y, con ella estar, unos meses, un año, o, incluso dos o tres años.
Era la forma y manera
tradicional, posiblemente de siglos, de mostrar el luto, el duelo, el dolor de
la pérdida. Era la manera de curarse por dentro. De ahí, se indica que Felipe II, rey o emperador de medio
mundo, como tuvo tantos fallecimientos y tantos casamientos y, vuelta a tantos
fallecimientos, el gris y negro acabó siendo su vestimenta natural. De ahí, se
decía en las Cortes Europeas, que la Corte Española de Felipe II, era la
más triste de todas, siendo el dueño de medio mundo.
El refrán y máxima y coletilla
tradicional y popular, aquella “de que los tiempos cambian una barbaridad.”. Se
aplica también a esto. Qué le vamos a hacer. Todo cambia. En un siglo han
existido revoluciones en todos los campos: sociales, culturales, religiosos,
políticas, económicas, artísticas, y, la moda y el modo de vestir, e, incluso
de hablar, pues se ha revolucionado en el silencio de las tardes de los ojos.
Todo cambia, y, todo el mundo quiere sentarse en el tren de la corrección en
todo, también del vestido.
De niño, también me tocó otra
revolución, no solo la de los colores y las formas de vestir, y de las formas
de hablar, como antes hemos indicado, sino de la “minifalda”, Hubo dos
revoluciones del vestido que se interrelacionaron, el bikini, en las playas,
que ya saben ustedes, que en el atolón de Bikini, en el Pacífico, estalló como
prueba un arma nuclear, y, se impusieron, dos piezas para el baño, que por
cierto, en pinturas murales de Micenas, ya se encuentran representados,
pues se adoptó ese nuevo cambio.
Diríamos, de esos trajes de baños
largos, se pasó a la revolución del bikini –revoluciones no solo existen
políticas, económicas, sino también sociales, y, el vestido es una parte de lo
social-. Esto, se radicalizó, y se pasó al top-less, que ahora, quieren
castellanizar, con un españolismo… Y, algunos movimientos radicalizaron más las
posturas, y, se llegó al desnudismo en playas y aledaños…
Pero hubo otra, que quizás, fue
más real, porque no todo el mundo iba hace cinco décadas a las playas. Una
revolución desde la falda por debajo de las rodillas, se fue ascendiendo a la
altura de las rodillas, y, de aquí un poco más alto de la rodilla, y, se
terminó con la falda corta o cortísima –con todos los nombres que ha ido
poniéndose a lo largo de estas últimas décadas-.
Para algunos, esta “revolución de
la vestimenta de la mujer” ha sido la gran revolución en este terreno, porque
al mismo tiempo, de todas las maneras y formas, se fue reduciendo la ropa del
torso, quizás, con triángulos para que se intuyeran los dos montes de Cárpatos
o de los Alpes o del Urales, ese par de realidades humanas de todos los
primates. Y, también se fueron acortando en distintas medidas…
No solo estamos hablando de cambios
en los vestidos y en las formas y en los talles y en los colores, también se
produjo una explosión de color. Sino que acompañándolo, vinieron
colateralmente, revoluciones sensuales y perceptivas y sexuales. Y, el mundo
cambió.
Y, con ello, con el ariete del
vestido y de la ropa y de la vestimenta y de la moda, vinieron cambios
antropológicos, psicológicos, sociales, sexuales, culturales y, en todos los
terrenos. Es cierto, que un cambio social, no solo está producido por una
variable, sino por varias o por muchas. Pero la ropa ha cambiado en sí, y, ha
cambiado de forma radical, y nos ha cambiado de forma radical. Esta es la
realidad… ¿¡Ahora hemos caído en la adoración del cuerpo, y, el cuerpo de un
determinado forma y modo y manera, somos adoradores del cuerpo, hemos olvidado
al Dios de siglos y, somos adoradores del cuerpo y de su belleza…!?
De ahí, los bebés y niños/niñas
pequeños/as van vestidos como adolescentes, y, los/las adolescentes como
adultos/as, y, las madres/padres como adolescentes. ¡Al menos en Occidente, al
menos en Europa, al menos en España…! ¡La revolución de la ropa, que los
grandes teóricos de las revoluciones nunca predijeron, Marx, Freud, Nietzsche, y, es quizás, la más constante y la más
radical y la que más consecuencias tiene y ha tenido y seguirá teniendo…!
¡Porque son causas y consecuencias de cada día y en cada día…!
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (28 septiembre-03 octubre 2023 cr).
Fin artículo
3.823º: “Bebes/niños/niñas vestidos como adolescentes…”.
E.
03 octubre 2023 a Infoprovincia.net. El Castillo de San Fernando.es.