Artículo 5.178º: “Sobre el ser humano y José María Pemán”.
Siempre estamos hablando del ser
humano, siempre estamos intentando averiguar que es lo que somos como
individuos y como sociedad. Todo el saber trata sobre esta cuestión.
Dirán con razón pero si nos
ocupamos y preocupamos de la Naturaleza, del universo, de Dios, de mil cosas.
Es cierto, no digo que no nos preocupemos y ocupemos de la Naturaleza por la
Naturaleza, del Universo por el Universo, de Dios por Dios… No lo niego. Pero
creo que siempre lo hacemos en mayor o menor grado para saber lo que somos, lo
que hemos sido, lo que podemos ser, lo que debemos ser, para entender nuestro
ser y nuestro estar. Esta es toda la historia.
Si descubrimos trescientas mil
especies de plantas con flores, al menos ese número descubierto son por las
flores y la naturaleza en sí, pero también por nosotros mismos, las relaciones
que tenemos con ellas, sea por belleza, sea por decoración, sea por economía,
sea para obtener principios que nos puedan curar enfermedades, sea por el
perfume, sea…
Y, lo mismo en cualquier tema. Es
la condición humana, quizás nos sentimos muy débiles, muy vulnerables. Imagino
y me imagino que los homo habilis,
la primera especie que consideramos humana, y, las primeras, rodeadas de
sabanas o de selvas, con enormes peligros. Los seres humanos se deberían sentir
muy vulnerables, muy débiles, muy temerosos de alguna manera o alguna forma.
Pero si nos miramos ahora, que
nos sucede, tenemos una tecnociencia que podemos aniquilarnos a nosotros
mismos, hemos descubierto en estos dos siglos, que existen cientos de miles de
millones de galaxias, y, no sabemos lo que puede existir o ser o estar en
nuestra misma galaxia, la nuestra, formada por miles de millones de estrellas.
Nos sentimos vulnerables, nos sentimos débiles, nos sentimos temerosos. No
hemos cambiado en esto desde el homo
habilis a nosotros, que somos cromagnones
u homo sapiens sapiens.
Lector/lectora este artículo es modesto,
también tiene el fin, indirecto o directo, consciente o inconsciente de
intentar expresar algo del ser humano. Siempre estamos hablando de nosotros
mismos, no de mi mismo como sujeto, sino de todos, lo que expresamos de uno,
puede afectar al veinte o treinta por ciento de la sociedad o de la humanidad.
Porque tenemos muchas cosas parecidas, algunas diferentes, muchas más
semejantes o analógicamente iguales. Todos somos diferentes en algo, somos
iguales en algo, o en muchos algos. En este viajar por el articulismo de
opinión que voy haciendo, citando, ya creo al menos a doscientos o trescientos
articulistas de estos tres últimos siglos hoy ha tocado a José María Pemán (1897-1981).
Publicó un artículo-columna
periodístico que trata el tema del ser humano, del hombre, de la humanidad en
definitiva, titulado: Cifra y compendio, que como toda
columna periodística de opinión o personal o literaria, nos habla de una
temática o una idea, pero mezcla y combina varias. Esta es la esencia del
género o este subgénero, que para muchos es uno más entre los literarios, con
sus diferencias, uno más, semejante a la poesía, al teatro, a la novela, a los
relatos, a los aforismos.
Es un género que creemos, yo no
lo veré, pero a alguien alguna vez le otorguen el Nobel por su actividad
literaria que sea en su mayor parte de artículos periodísticos. Los
articulistas tenemos que tener entre otras metas y fines, que un libro de cien
o trescientos artículos tengan la misma profundidad y esencialidad y estética y
belleza y contenido que pueda tener una obra maestra o genial de teatro o
novela o ensayo o poesía… Que una obra o libro de trescientos artículos pueda
tener la belleza y la profundidad como cualquier obra de Esquilo, Homero, Shakespeare, Cervantes, Dante, Dostoievski, Calderón,
Joyce, etc. –dirán que esto alucinando, pero creo que es posible, hay que
tener confianza que sea posible, hay que tener esa finalidad y ese límite, y,
alguien y algunos lo alcanzarán, aunque yo no lo perciba o vea-. Ese es el fin.
Cuándo se consiga, y, creo que sólo es cuestión de proponérselo, entonces el
articulismo de opinión habrá dejado de ser el texto escrito en una hoja para
envolver al día siguiente las sardinas, el bocadillo o el queso…
Estimado y apreciable e
hipotético lector o lectora hoy, quizás cuando se ha levantado esta mañana,
ahora que va en autobús o en metro o está esperando en un banco, no creyó que
alguien le iba a preguntar, le iba a plantear cuestiones sobre el ser humano,
en definitiva, la humanidad, en definitiva, sobre usted mismo. Pero hoy, si hoy
toca este tema. Quizás, que reflexione un poco sobre ambas realidades, con
mesura y prudencia y racionalidad, ni con demasiado optimismo, ni con demasiado
pesimismo, sino con sentido común.
La contestación a esta cuestión
dependerá en mucho, del concepto de ser humano que usted tenga, del concepto o
idea que crea lo que somos o debemos ser. En definitiva, si usted cree en Dios,
definirá al ser humano de una manera, si no cree en Dios de otra, si duda de la
existencia de Dios, de otra…
Pero hoy, quizás deberíamos
recordar que el ser humano es un ser moral y ético. Cada uno en sus
obligaciones y en sus deberes y en sus derechos debe buscar disponer de una
ética teórica y de una moral práctica lo más correcta y racional y verdadera posible.
Porque nosotros hacemos la moral y la moral nos hace a nosotros. Hoy, hoy que
tantas crisis sufren los humanos, como las de siempre, hoy hay que decir, que
el ser humano es un ser ético y moral. Ya, ya hemos dicho mucho, para un
modesto artículo de opinión de ochocientas palabras.
El hombre es más cosas, pero
desde luego es un ser moral y ético. Y, esto jamás hay que olvidarlo. Eso sí,
lo difícil es aceptar una ética y moral correcta, adecuada, racional, prudente,
verdadera… ¡Aquí dejo el guante o el abanico para que piense un poquito…! ¡Paz
y bien…!
http://youtube.com/jmmcaminero © jmm caminero (20 octubre 2025 cr).
Fin
artículo 5.178º: “Sobre el ser humano y José María Pemán”.
E.
02 noviembre