Artículo Periodístico 3.049º: “Las estaciones de tren y de autobús”.
Dicen, que tienes una edad, si
recuerdas las estaciones de tren o de autobús, porque en ellas te has
trasladado o no. O, por el contrario recuerdas los aeropuertos…
Dicen que eres de hace cinco o
seis o más décadas si todavía una estación de tren o de bus, todavía la tienes
en tu cabeza y en tu sentido y en tus vivencias o en tus saludos. Y, si no las
recuerdas afectiva y sentimentalmente, solo aeropuertos o no, ya perteneces a
otra generación, a hace dos o tres décadas, cuándo ya tú y tu familia se
trasladaba preferentemente, por/en vehículo privado…
Francisco Umbral redactó un artículo titulado Las
estaciones en El País, el 27 julio de 1979, en el
cual cita su relación o su conexión neuronal o algunos de su significado de las
estaciones para nuestro genial y maestro escritor y articulista de este terruño
que denominamos Hispania o Celtiberia o Ibería o Sepharad o Tierra de Conejos o
España… ¡En otro lugar, nos recuerda como viajó de Valladolid subido en un
autobús que le llevo al Café Gijón…!
Dicen que en algunas estaciones
de Extremadura hacia el año 1936, llenas de personas huyendo de una guerra, no
sé si usted ha oído hablar de ella, alguna vez, si ha leído y pensado en ella
alguna vez, especialmente, para intentar que no se repita. Pues estaba el suelo
todo lleno de chorizos y otros menesteres materiales, que permiten obtener
energía los seres humanos, para poder continuar viviendo y sobreviviendo. Las
prisas por montarse en trenes de humo y acero y de esperanza para retirarse de
la maldad organizada humana.
No hay película histórica de este
siglo y medio último, que no resurja alguna escena de alguna persona, algunos
amantes o novios o casados o niño despidiéndose en una estación, con esos arcos
de estilo intraducible, neomodernismo, con huecos que forman como huevos
rodeando el aire del espacio. Esos ruidos y lamentos y melancolías..
Diríamos que la estación del
tren, es para unos, recuerdo real, porque no una, sino varias veces, decenas o
docenas, algunos/as subieron en ese ascensor horizontal que traslada a personas
a otro lugar y espacio. Para otros solo es recuerdo de movimientos de imágenes
en un cine sin palomitas a mitad de camino entre silencio y ruido y, quién sabe
si besos…
Somos lo que la tecnología nos
espera y nos permite, hace cinco siglos, nadie podría recordar una estación de
tren, porque no existía, ni con vapor o con humo o sin nubes de esferas que
rodeaban lleno de gris y carbonilla. Cierto que en estos vehículos, existían
como siempre diferencias, entre unos y otros, según la geografía del lugar
concreto. Porque el progreso va entrando a distintas bocanadas de aire y agua y
carbón y electricidad según zonas y cantidades y calidades…
La revolución industrial en sus
distintas fases, que ahora no vamos a señalar, pero el tren fue esencial, para
distintos fines. Se unificaron y se hicieron más pequeños las
sociedades-naciones-Estados, véase el tren que unía los dos océanos de
Norteamérica, véase el tren que unía Moscú con Europa y Moscú con Siberia hasta
el Pacífico.
España con distinto ancho de vía
que Europa, que Francia, por y al temor, siempre presente desde 1808-
Hubo un tiempo que en cada
pueblo, nueve mil ayuntamientos, más unos cientos o menos unos cientos, parece
que tiene esta Piel de Toro, en todas existía una estación de bus o al menos un
lugar fijo donde se apartaban o acercaban las biologías humanas. Las esperas y
las esperanzas de tantos seres humanos, unos volvían a visitar a sus seres
queridos, otros, se alejaban para mejor vida, aquellos a laborar, otros a
descansar unos días. Así, sucedieron distintas etapas del existir humano
europeo. Porque, en mayor o menor grado, así estaba toda Europa. Ciclos un poco
antes en el tiempo o un poco posterior.
Los que habitamos esta tierra
Hispania, tenemos complejo de inferioridad, en muchos sentidos. En este tema
también, creemos que siempre hemos llegado los últimos. Pero uno que es
aficionado a la fotografía, de ver y visitar con los ojos. Si se fija bien en
imágenes fijas de estaciones y de sus alrededores se percata, como en casi toda
Europa, sin entrar en otros continentes, la situación es semejante y similar y
parecida. Muchos que ahora viven y existen en las grandes capitales de Europa,
ellos o sus padres o sus abuelos, arribaron a esos mares de ladrillos o de
tierra o de cocidos con adoquines, en tren o en autobús. En alguna estación.
No olvide usted que ahora ocupa
un lugar de preferencia en alguna gran ciudad. Que sus antecesores o
antecedentes besaron por primera vez su gran ciudad o mediana ciudad, en alguna
estación de tren y/o de autobús. Quizás, usted recuerde el puerto o el
aeropuerto, que le trae recuerdos, quizás, nada o ninguno una vieja mole de
ladrillo con barras de hierro que se denomina con nombres, por lo general,
poéticos o del lugar. Una vieja o nueva estación de tren.
Ahora, también, ha recorrido en
trenes de nueva generación. Muy rápidos, pero ya sería otra historia. Otra
clase de estación, otra clase de historia, otra generación, otra época, otro
tiempo, aunque el corazón humano por dentro, es muy semejante en la Roma de los
romanos antiguos, que en el París de hoy o en el Madrid de hoy –parapeto a las
que tantos llegaron/besan durante
décadas…-.
http://youtube.com/jmmcaminero ©
jmm caminero (01-08 junio 2022 cr).
Fin artículo
3.049º: “Las
estaciones de tren y de autobús”.
E. 08 junio