Artículo Periodístico 3.189º: “Restaurantes de escritores, cafés tertulias”.
En
España, hay en algunas ciudades, una serie de restaurantes, que es tradición
que todo escritor que haya existido en esta sociedad, pasé por alguno de ellos.
No
sé en otras sociedades o culturas, pero hasta dónde conozco, los cafés tertulias, que podrían ser
políticas o sociopolíticas o literarias o culturales, han germinado en Europa,
en casi todo este terruño peninsular desde hace varios siglos. Quizás, era
la copia plebeya y del pueblo y de las clases medias, de las tertulias de la
nobleza, en sus salones, mitad acontecimientos culturales, mitad
acontecimientos sociales, mitad políticos, mitad económicos, mitad de
casamientos y puestas de largo…
En Madrid, al menos
existen dos o tres restaurantes, que con huevos fritos o cocido, todo escritor
o casi todo escribiente o polígrafo o redactor, que haya existido debajo de
estas nubes ha visitado o, dicen, debe pisar. Ha ido, intentado ir o marchar por esas mesas y
esos tenedores y platos. Cierto es que
también, existen o han existido tertulias
de café, que diríamos, era una manera más económica de estar una tarde y
reunirse. Todos juntos y juntas, para intentar ocupar un lugar en la cultura.
Más fácil, también para controlar y ser
controlados por los poderes del momento, cuándo no existía Internet, los
distintos pareceres y paladares ideológicos, los presuntos cambios
sociopolíticos. Porque todo está mezclado. De algunas maneras y formas, en
otras ciudades, con más bocas o menos, también se ha copiado o plagiado o
intentado que unos pocos pares de piernas se sienten, alrededor de una mesa,
para degustar un líquido negro o una comida de un regimiento de garbanzos con
algunos islotes de carne o de círculos redondos amarillos con/en un sombrero blanco…
Muchos son los
llamados, poco los escogidos.
La realidad, es que solo un tanto por ciento, pequeño, quizás entre el uno y el
cinco por ciento de la población, -qué nos informen de estas cifras las
ciencias sociales, porque es importante-. Se dedican, desean vivir o existir en
un oficio o profesión cultural. Quizás más, pero la mayoría, piensan con racionalidad y prudencia, que es mejor, tener
un oficio o profesión, que te permita estar con dignidad y honestidad en este
mundo –no tirado, lamentablemente, en una esquina-. Y, después, dedicarse,
el resto de tiempo a la familia, a vivir, y a la profesión, con dividendos o
sin ellos, de la creación o investigación cultural…
Modestamente,
he atravesado la bodega o cueva de algún café tertulia, quizás, ya en tiempos,
que habían decaído mucho. He estado varias veces, en estos lustros, una, que
está en el eje del gran Madrid, el famoso café
Gijón, allí, acompañado de familiares, he degustado los platos varias
veces. Allí, he degustado café o algún liquido en botella de treinta y tres
centilitros –creo que así se denomina, la Física del Bachillerato queda muy
lejos-. Allí, he ido solo algunas veces, porque siempre ese lugar estaba de
paso.
Allí,
he mirado muchas veces. Pero yo, pequeño ser cultural de provincias, aunque
grande de tamaño y biología, nunca he hablado con ningún escribiente, pensador,
filósofo, artista, actor. Nunca he pertenecido a ninguna mesa-tertulia de
poetas o actores o escritores o cineastas… En otras, quizás he pasado sin
saberlo que habían sido, en otras solo por las aceras. No sé, en la actualidad,
cómo está esa realidad, todos recordando
el sueño de Umbral, todos sintiendo el sueño de
todos los polígrafos u oficios semejantes…
No
conozco, al menos yo, porque usted y
tantos otros, un tanto por ciento de la población, desde jóvenes o menos
jóvenes, desde adolescentes o antes, porque
quieren dedicarse al baile o al teatro o a la música o a la investigación
matemática o física o inventar tecnologías o aparatos, o rellenar versos o
quizás, redactar este artilugio o instrumento que denominamos artículo. No
lo sé. Supongo, que a finales de este siglo, el descubrimiento del cerebro, les
darán las explicaciones, a los que vivan y existan, a los que sean y estén en
este mundo, respirando y alegrándose y sufriendo. Porque esa/esta es la historia del hombre, reír y llorar, nos dirían los
libros sapienciales del Antiguo Testamento. Alegrarse y entristecerse. Al
menos, hágalo con moderación y prudencia y racionalidad, ambas cosas.
Pero
me queda, como cosa pendiente, ir algún día a la capital de la Corte y de las
Letras. Y, atravesar los muros, de
algunos de esos dos restaurantes, y, sentirme, quizás con nostalgia y pena y
tristeza, que yo soy un escritor, aunque sea fracasado, no nos engañemos, esta
es la realidad. Que yo, yo, modestamente tuve sueños de que mis palabras
tuviesen un ligar, aunque sea pequeño en la sociedad. ¡Pero no lo han tenido!
¡De pasar, alguna de esas tertulias, y, poderme sentar en alguna mesa…! ¡Esos
sueños solo se han quedado en las aceras…! ¡Café tertulias o tertulias café…!
Pero
aunque usted no lo crea, no hablo de mí,
si hablase de mí, ya lo puedo hacer solo y en soledad. Hablo de usted. Le hablo a usted, que también pertenece a este grupo o
banda, que llevan un pincel o una pluma o una voz. Le hablo a usted, que
aunque no haya deseado nunca ser de esta banda y manada, sepa que existen personas, que han dedicado toda su vida a arar el
mundo con palabras, conceptos, ideas e imágenes. Y, que le inmensa mayoría,
han entrado en un café tertulia o en un restaurante de escritores, o, o no lo
hayan hecho. La mayoría de ellos sus
palabras y sus colores y sus sonidos se perderán en el tiempo.
Loa/recuerdo/homenaje a los que fracasan
en su actividad de producción cultural…
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero (07-14 sept. 2022 cr).
Fin artículo 3.189º:
“Restaurantes de escritores, cafés tertulias”.
E. 14 septiembre