Artículo Periodístico 3.801º: “¿Vivimos en una sociedad de la envidia y del rencor?”.
Comprendo y entiendo que es una
pregunta dura y difícil, como siempre no es aplicable a todo el mundo, pero si
debemos hacerla en general.
Existen aptitudes y actitudes y
actos y aptos de personas y grupos y colectivos e ideologías, que uno se
pregunta que razón tiene esta contestación o esta respuesta, si no tiene
lógica, si no es racional, si no tiene sentido, si no es pertinente, si no
conviene a la circunstancia/s y tiempo…
Y, después, de que van pasado los
años y lustros, llegas, la mente, sin quererlo, la conciencia sin desearlo,
llega a la problemática: ¿Es que hay en esta sociedad, demasiado rencor,
demasiada maledicencia, demasiada inquina, demasiada envidia, que se camufla de
muchas maneras y formas, pero que siempre sale a flote, ese pozo profundo y
aciago y negro de y en la realidad…?
Hace casi una veintena de años,
una serie de mujeres esperando a sus hijos, yo estaba a una distancia, oí, que
una dijo, más o menos: “que ojala, al día siguiente, lloviese como si el océano
se cayese a la tierra, y así no se pudiese celebrar…”. Era la boda del
Príncipe, ahora rey,
Evidentemente, cayese una
tormenta o tornado o huracán se celebraría el acontecimiento nupcial, o se
postergaría para la semana siguiente. Pero aquí se reflejaba la envidia, una
hiperenvidia, malsana y sin sentido…
Hemos visto personas que han
tenido envidia, mezclada a veces, con rencor y maledicencia, porque otra
persona tiene estudios o tiene hijos o tiene un conyugue con más apostura,
porque alguien va de viaje dos veces o tres al año, porque alguien tiene sus
padres que les pueden ayudar, porque dispone de más bolsillo, porque está con
su pareja más años, porque se ha divorciado o porque no, porque es de un color
político o es de otro, porque… cualquier razón o motivo o causa puede ser un
peldaño o clavo o red para la envidia, y, a veces, mezclado con el rencor.
No nos engañemos, evidentemente,
no todo el mundo sufre de esta herida o malherida psicológica y moral y
espiritual. Pero si demasiadas personas, pero en nuestro terruño se mezclan con
motivos, que han ido pasando de una generación a otra, consecuencias de aquella
incivil cruel guerra civil. Lo anterior se mezcla con ese rencor y esos traumas
y esas heridas profundas que han ido pasando de bisabuelas a abuelas a madres y
a nietas. Y, todo eso forma un cocido o una paella o una ensalada que es
enormemente difícil de encontrar el hilo de Ariadna para hacerla
desaparecer.
Y, si no fuese por esos dos
grandes motivos y razones y causas, racionales e irracionales, morales e
inmorales, psicológicas o simbólicas, no se podría explicar multitud de
fenómenos de muchas personas, de muchos grupos, de muchos colectivos ahora y en
este momento. No se podría entender y comprender, porqué se toman decisiones,
conscientes o semiconscientes, a nivel individual y a nivel colectivo. Porque
se toman opciones que son claramente negativas, que a esa persona, o a ese
grupo o a esa familia o a esa sociedad, le encamina al abismo del precipicio,
del precipicio social e histórico y económico, con consecuencias imprevisibles
e impredecibles…
Todo se complica, porque durante
siglos, una persona podría hacer lo que sus pasiones y pulsiones y libidos y
deseos irracionales querían o deseaban, pero existía un marco moral,
psicológico moral, costumbres morales. Un marco que al menos, se indicaba si
unas normas morales concretas y generales eran buenas o no buenas. Que cada uno
hacía lo que quería, pero en general, todo el mundo sabía si algo desde el
punto de vista ético y moral, era correcto o incorrecto…
Después de la hecatombe de la
Segunda Guerra Mundial, el marco psicológico moral, heredero de siglos, desde
Atenas pasando por Jerusalén y la Roma antigua y la Roma medieval y
renacentista. Ese marco se ha roto y se ha dislocado. Todo el mundo durante
siglos y generaciones, conocía y sabía que la envidia y la ira-cólera, eran dos
errores morales graves, que se les denominaba capitales, porque eran la cabeza,
de otros males, males de todo tipo.
Todo el mundo sabía, aunque no
supiese leer, que los errores morales graves, traen consecuencias negativas y
muy negativas, a los individuos o familias o colectivos que los padecían. Que
el rencor es una derivación de la ira-cólera, y la envidia, la malsana envidia,
eran dos realidades que llevaban a la destrucción de la persona, de los
colectivos, de las sociedades, de los Estados –ciertamente, unidos a otros
problemas morales y reales…-.
Ahora, la pregunta es: ¿Se ha
instalado, el rencor-inquina-ira-cólera y la envidia en una parte importante de
la sociedad española, y, nos está llevando, junto a la avaricia-codicia, a una
situación límite, a que podemos caernos por un precipicio colectivo, que no sabemos
las consecuencias posibles que nos traerá, las vulnerabilidades y sufrimientos
y penas y angustias, que tendremos que soportar…?
¿Qué la ira-cólera-rencor y la
envidia y la avaricia-codicia individual/colectiva, nos está llevando a la
destrucción del Estado, y, como nos diría, el maestro Hegel, reinterpretándolo y parafraseándolo y completándolo, sin el
Estado la sociedad y el individuo se resquebrajan por dentro y por fuera…,
porque el Estado es todo o casi todo?
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Fin artículo 3.801º:
“¿Vivimos en una sociedad de la envidia y del rencor?”.