Artículo Periodístico 3.442º: “Esperando una carta”.
Hay personas que se pasan toda la
vida, esperando que les llegue una carta de reconocimiento y aceptación de su
producción cultural, sea en un campo o sea en otro.
Personas que han estado lustros y
décadas, diez o treinta o cincuenta años, trabajando en la producción cultural,
en la especialidad o campo que sea, que han realizado unos vinos o panes o
pasteles culturales, hayan sido mejores o peores. Que han enviado y mostrado a
unos lugares y a otros, a unas personas y a otras, a unas entidades y a otras,
dentro y fuera de este pentágono de la Hispania eterna. Y, la respuesta ha sido
siempre el silencio y el resilencio…
Ya sabemos, que en cada campo o
especialidad, por países, existen miles y decenas de miles, por continentes
cientos de miles, en el planeta millones… Millones de fotógrafos, millones de
artistas plásticos, millones de novelistas y escritores. Cientos de miles y
millones en los campos de la investigación y creación cultural. En definitiva,
en los terrenos de la interpretación del mundo… Además, a eso hay que añadirle,
la competitividad de los productos culturales que duermen y habitan los depósitos
de bibliotecas, museos, fundaciones, colecciones, etc.
Pero hay personas, que quizás por
unas razones o por otras, se pasan toda la existencia esperando que una carta o
ahora, un correo electrónico, que alguien les agradezca y les valore y les
pondere su actividad cultural. Y, les indiquen, que quieren promocionarla,
presentarla, editarla, exponerla, valorarla, etc. Pero esa carta-correo nunca
llega.
Y, a cierta edad, cuándo ya han
atravesado cuarenta o cincuenta o sesenta años, desde que en la juventud o
adolescencia o en la primera madurez, un trozo de su tiempo diario, lo
dedicaron a la construcción cultural. Y, a cierta edad, ya que han pasado
desiertos y algunos oasis de esperanzas, cuándo creen que ya han producido una
modesta o gran o mediana producción cultural en un campo. Cuándo ya han
atravesado, multitud de veces, esperanzas y desesperanzas, alegrías y
tristezas, alientos y desalientos frente a este tema o cuestión. Cuándo ya
llega ese tiempo, ya saben que se enfrentan, no solo al no-reconocimiento, sino
que intuyen que su producción cultural, se perderá o se destruirá, que el baúl de Pessoa,
será perdido y deteriorado y destruido, y en unas décadas, después de su
tránsito final, pues no existirá nada o casi nada…
¡Y, este es un gran dolor, que
alguien sepa e intuya y piense, que se ha pasado toda la vida, y, ha construido
mil o tres mil poemas, y sabe que se perderán, quizás, queden dentro de cien o
doscientos años, una veintena o treintena; que ha construido cinco mil pinturas
y diez mil dibujos, y saben que dentro de un siglo o dos, quizás, queden diez o
doce, o qué ha inventado mil cuentos o mil relatos y que dentro de unas
generaciones solo quedarán una decena, qué…!
Puede que los herederos directos,
durante un tiempo, cuiden lo que haya quedado dentro del muro y las paredes del
hogar del autor/autora, creador/creadora, investigador/investigadora, pero
después, irá pasando el tiempo, vendrán los nietos y biznietos, o se cerrará la
descendencia, y, todo se irá destruyendo y perdiendo y olvidando y
deteriorando…
¡Y, ese autor/a, que ya ha
llegado a la tercera edad, que ha dedicado una gran parte de su existencia, a
la producción cultural, que ha dejado otras realidades posibles, otras
oportunidades perdidas, fabricando mundos culturales, aunque hayan sido
defectuosos o limitados o mediocres o deficientes… pero que ha dedicado tantos
años y décadas de información y formación y estudio y análisis y producción, y,
sabe/n que todo o casi todo, se perderá, si no ahora, si no, ya ha sucedido en
parte, dentro de unos años o unas décadas o unas generaciones…!
¡Y, vienen las golondrinas de la
tristeza y retristeza…!
http://youtube.com/jmmcaminero ©
jmm caminero (09-22 febrero 2023 cr).
Fin artículo 3.442º:
“Esperando una carta”.
E. 22 febrero