Artículo Periodístico 3.737º: “Guadalajara: lo ilimitado en lo limitado y, III”.
Los
de la mancha de la Mancha que tienen que quererse más a si mismos, que tienen
que amarse más a si mismos, que tienen que valorarse más a sí mismos. Los de la
Mancha que tienen que despertar de su sueño de siglos…
Los pájaros perciben las
vértebras de la tierra, sus barrancos y sus aguas y sus ríos, pero nunca las
andan y las caminan, no saben lo que es estar rodeado, no de aire, sino de
piedras, como la Hoz de Pelegrina.
Ellos viajan en y por el aire, hacen sus nidos en un árbol o en un alto risco,
descienden a cazar o comer trozos de semillas. Pero no andan por esos
barrancos, tronchados de tierra, como si con una espada curva hubiesen roto los
pliegues del vestido de la misma tierra, enseñando sus intimidades, eso son la
hoces. Siempre me pregunto porqué tendrán esos nombres, siempre llego a la
conclusión, quizás no sea científica, porque las aguas, forman recovecos y
curvas, en forma de una hoz, herramienta del campo, herramienta de la
supervivencia humana.
Decían los maestros viejos
griegos que todo está formado de tierra, aire, fuego, agua, después añadieron
el éter, hasta que Einstein y otros,
demostraron que no tiene existencia, que era una invención humana. También
inventaron o descubrieron los antiguos, entre otros los egipcios, el concepto e
idea del alma inmortal. En ello estamos. Con tierra y aire y fuego y agua se
conforma todo el entendimiento de lo natural, hasta que vino Mendeleiev con su tabla.
Recorriendo estas tierras, nos
damos cuenta, que aquella concepción griega antigua, que vendría posiblemente,
de otros imperios antiguos, quién sabe de cuándo y cuánto, que debió recorrer
las espinas arbóreas de Eurasia. No olvide, que usted andando podría ir a la
lejana Siberia o lejana China o lejana India, o dar un salto y llegar a Japón,
solo tiene que ponerse a andar. Desde aquí de la Mancha, desde aquí de
Guadalajara… Todos esos aires y fuegos y aguas y tierras te los encuentras en
esta Hoz de Pelegrina y sus
miradores y en todas las hoces del mundo.
Aquellos dos viajeros, en aquella
mañana, después de recorrer, un buen trozo casi deshabitado de bosques y altas
sierras, arribaron a Sigüenza.
Estuvieron poco tiempo, estuvieron sus cuerpos poca sombra en sus aceras y
piedras y aires. Pero estuvieron. Atravesaron los muros de la Catedral. Vieron
desde lejos el Castillo. En las puertas del templo sagrado, como en casi todos
de esta Hispania tan larga en el tiempo, siempre personas esperando tu ayuda.
Todavía recuerdo, aquella muchacha de mediana edad, casi sin dientes. Las
toxicomanías están destrozando el paisaje interior de los humanos. Pocos desean
indicarlo con los altavoces del momento y de la literatura, pero yo aquí rompo
una lanza para que esta realidad catastrófica de las toxicomanías desaparezcan
como una de las epidemias del siglo veinte que se ha instalado en los corazones
de la historia-.
Recorriendo sus espacios de estos
paisajes y paisanajes, copiando al maestro Unamuno,
uno es consciente que no ha sabido, no hemos sabido vender nuestros terruños.
Ser capaces de hacerlos deseables, aunque sean visitables por unos días. No
hemos sido capaces de amar a nuestra propia tierra. Este es nuestro pecado
original de siglos. Nacemos aquí, vivimos aquí, o emigramos de aquí. Padecemos
la historia aquí, o nos vamos de aquí, siempre recordándola. Pero no entendemos
y comprendemos muy bien lo que somos y en lo que somos. No nos queremos en las
tierras que nos han hecho nacer. Ese es nuestro pecado original. Debemos
reconocerlo.
Tenemos que cambiar la
mentalidad. Vas viajando por otros lugares, y, han sabido vender sus productos
y sus historias y sus paisajes y sus gastronomías. Y, nosotros los de la
Mancha, quizás, porque Madrid es el gran imán, que se lleva toda la historia,
olvidamos… olvidamos… Este viaje que estamos utilizando a tres grandes figuras,
tres grandes interpretaciones del mundo: el
Arcipreste de Hita, Cela, Buero Vallejo, para intentar querernos a nosotros
mismos…
El
Doncel de Sigüenza, estatua-escultura, que recuerda arte y el arte, y,
también historia y batallas, siempre somos una mezcla de tortilla de paz y
no-paz. Todos los hombres. En cada lugar se cuenta las historias diversas. Pero
hasta ahora hemos sido esa mezcla. A semejanza que hemos roto algunas epidemias
que durante siglos han mermado nuestros ojos. Hemos sido capaces de abolir
algunas enfermedades. Hoy, nos tendríamos que plantear, que las epidemias de
las guerras, son eso, epidemias, y tendríamos que buscar modos y métodos y
teorías y conceptos para hacer desaparecer, la guerra y las guerras del corazón
de los hombres, del corazón de la historia.
Quizás, nunca podamos abolir la
justa defensa, quizás, siempre tengamos que defendernos de potenciales
peligros. Pero quizás ha llegado el tiempo de plantearnos que podríamos tener y
buscar y desear una Paz Perpetua, concepto del maestro Kant, tomado a su vez, del viejo judaísmo y cristianismo que
recorre las montañas de Europa.
Aquel viaje, en parte real y en
parte imaginario e inventado, por la columna del Arcipreste, Cela, Buero terminaron con unas migas serranas.
Sentados en algún lugar de estos paisajes, los viajeros reales e hipotéticos
degustaron este manjar sencillo y simple, formado de la naturaleza de la tierra
y de la historia y del arte y de la literatura… pan, agua, ajos, pimentón, sal
y aire y fuego. Y, dos o uno o tres o cinco corazones-cuerpos-almas que (se)
miran, y saben que tienen que volver a su lugar de habitabilidad del momento,
para al día siguiente sentir que deben continuar con sus proyectos y su
existir.
“Unos ojos que se abren al alma/
un alma que se abre a los ojos/ unos ojos y alma en un paisaje/ eso es lo que
somos”.
http://twitter.com/jmmcaminero ©
jmm caminero (04-22 agosto 2023 cr).
Fin artículo 3.737º:
“Guadalajara: lo ilimitado en lo limitado y, III”.
E. 23 agosto