Artículo Periodístico 4.098º: “Quién lee hoy el santoral y martirologio”.
Un
conocido/a diría o preguntaría ante la esta pregunta: ¿leen hoy los curas y las
religiosas el santoral con su martirologio, no que oigan referencias sino que
lo leen y mediten…?
Hubo un tiempo, no tan lejano,
solo quizás dos o tres generaciones, que casi toda persona conocía sabía y
conocía biografías, aunque sean sucintas, vitagrafías y hechos de personas que
en el catolicismo se denominan santos y santas. Conocían algo de sus patrones o
el santo de su nombre o de su ciudad o localidad. Se conocían para tal
enfermedad y tal patología a qué santo había que pedir, incluso para cada una
de las mil necesidades humanas, para una buena boda, para encontrar novio, para
curar de las heridas, para evitar las pestes, para el mal de garganta, para un
buen parto y mil otras cosas…
Pero ahora hemos entrado en
Occidente, en Europa, en la Península Ibérica en una cultura y sociedad
secularizante, secularizada, secularismo galopante. Y, hemos perdido muchas
cosas del pasado que eran buenas. Toda generación, dicen, tiene que hacer una
síntesis entre lo bueno de la anterior y de siglos anteriores, su presente que
apenas entiende y comprende, y, lo que vaya a venir… Pero ahora, en muchos
corazones humanos, carnes y mentes y almas humanas no quieren saber nada o casi
nada de las realidades humanas, y, menos del santoral y del martirologio. Hemos
llegado a una situación, que se recuerda personal y vivencialmente, como en una
clase no conocían nada, ningún alumno/a de treinta quién era Noé, y, eso que han hecho varias
películas…
Se estudia en las facultades de
filosofía, en las asignaturas de ética y moral, las teorías y concepciones de
mil filósofos, o de algunos cientos, pero jamás se citan a los grandes
espadachines de la moral y de la ética, estudiadas y analizados como si fuese
un juicio racional –sin mezclar religiosidad, para que nadie se ofenda-, que
son los santos y santas del cristianismo. Estos, independientemente que estemos
de acuerdo con ellos o ellas, que seamos ateos o teístas, que seamos agnósticos
o no, creyentes en una religión o en otra. Estos llegaron a niveles morales y
éticos –no entramos en lo de la espiritualidad y, tampoco en el problema de la
gracia y de la voluntad humana-, sino en el terreno moral. Ellos y ellas
llegaron a niveles muy alta de perfección moral. Son un verdadero ejemplo o al
menos faro para entender mejor el mundo. Porque muchas veces, la verdadera
moralidad, no está solo en lo que se hace, sino en lo que no se hace…
Estudiamos los cínicos, estoicos,
neopitagóricos y la helenística en ética, y, estudiamos decenas de
circunstancias y de frases, estudiamos multitud de aspectos de su vida y vidas,
y, tenemos al lado, en el siglo anterior, decenas de santos, no digo ya los
antiguos y de la edad moderna que también, sino de la época casi actual, que
han sido grandes ejemplos morales, seamos ateos o no, y, ni siquiera los
miramos: Pío de Pietrelcina, Juan Bosco,
Leopoldo Alpandeire, y, una docena que cada día, de siglos o de ayer están
representados y recordados y es su día...
Es como, un naufrago en un mar de
agua dulce, se muriese de sed, por no saber o no querer acercar la mano al agua
y llevarse gotitas que le den fuerza y esperanza de vida. Eso nos pasa en el
tiempo actual, nos estamos ahogando, en la no-moralidad correcta, en la
no-ética correcta. Nos estamos ahogando en nosotros mismos, unos caemos en la
avaricia-codicia, otros en la lujuria, aquellos en la gula, los de al lado en
la envidia, ira-cólera, pereza-acidia, soberbia-vanidad… y, mezclas. Y, cada
uno, se revuelca en un pozo de pesadumbre, y, en definitiva, a la larga de
dolor sobre sí mismos y de dolor a los cercanos, y, al final, de dolor a los
demás –y, esos demás, pueden ser muchos o pocos, y, pueden ser que tengan ecos
en generaciones futuras-.
No exagero, en todos los pueblos,
de mediana extensión, que se conocen entre sí, todos y todas, y generaciones
anteriores, saben que esa familia tal y equis, está pagando consecuencias
todavía porque el bisabuelo le dio por el juego o por las mujeres o por la
bebida o por… y, perdió casi todo su capital. Y, eso ha tenido consecuencias, a
varias generaciones posteriores. En las ciudades grandes eso se olvida o no se
conoce, pero tantas personas sabemos que llevan esa medalla de dolor y trauma y
angustia. Y, ellos y ellas saben el qué y el porqué y el por qué y cuánto y
cómo y cuándo y…
Hacer a los hombres/mujeres más
morales y más éticos, en un mundo, que parece y, da sensación que existen
poderes para que los humanos se hagan más amorales, no digo inmorales o
antimorales. Porque todo el mundo tiene una moral, en cuanto, todo el mundo
tiene un código de conducta, sea el que sea. Pero igual que no todo el mundo es
Gento o Pelé en el futbol, no todo el mundo sabemos cual es la ética más
correcta.
El drama de no conocer el
santoral y algo de los santos y santas, de sus consejos y de sus actos, es que
al final, nosotros mismos, no nos conocemos más y mejor. Porque la vida es ir
haciendo de sí mismo una buena escultura, decían los maestros antiguos griegos,
pero una escultura correcta y buena en verdad y bondad, y, hacer de nosotros
mismos un buen pozo, pozo interior, que nos llegue y nos lleve más profunda y
esencialmente a lo que somos. Que nos conozcamos a nosotros mismos más y mejor,
en bien y verdad y bondad, consejo derivado del Oráculo de Delfos, con
modestia y humildad sin hacer cosas raras, cada uno en su oficio y su vida
rutinaria.
Eso es el vivir humano en la
historia, irse conociendo y haciendo y haciéndose cada generación mejor, cada
individuo mejor, pero no peor… Paz y bien…
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (27 febrero-11 marzo 2024 cr).
Fin artículo 4.098º:
“Quién lee hoy el santoral y martirologio”.
E.
11 marzo