Artículo Periodístico 3.012º: “¿Para qué sirve un intelectual hoy?”.
Podría
titularse, ¿existen intelectuales hoy? Nadie se rompa los labios contra las
piedras, está llena la sociedad de catedráticos, profesores de todos los
estamentos, escritores, artistas, periodistas, ¿pero existe el intelectual hoy…
o, existe, en el suficiente grado de cantidad y calidad…?
He roto en el párrafo anterior,
la medida de la entradilla, pero de vez en cuando hay que romper los moldes. El
señor Diego
S. Garrocho Salcedo, profesor de filosofía, planteó en un artículo
publicado en El Español, el día 15 de enero del 2021, titulado Carta
a un joven postmoderno, una serie de preguntas y cuestiones, que pienso
son necesarias que las hagamos. Éstas y otras…
No
voy a centrarme ahora mismo, en definir quién es el intelectual y quién no lo
es.
Tomen este concepto amplio, y por tanto, incluyan en este bocadillo de
calamares con besamel y pepinillos, a todos los que trabajan con ideas y
palabras –escritores, pensadores-filósofos, científicos sociales, humanistas,
periodistas, artistas de todas las artes, también, articulistas de columnas de
opinión o de análisis, o de ambos mundos, de sal y agua dulce…-.
Dicho esto, pienso, que el primer
problema, es la categorización, la cualificación, la entrada en diques y balsas
de valoración y valorización. ¿Solo son
intelectuales los grandes, o existen, intelectuales, pequeños y medianos…?
¿Conocemos por territorios o provincias o regiones o ciudades los intelectuales
existentes, si ellos desean estar en un directorio de poetas, novelistas,
artistas plásticos, periodistas, articulistas, etc.? ¿Porque lo primero para
conocer, el nicho ecológico de un microclima geográfico, es conocer, las
especies que existen sean hormigas o plantas…?
Sigo pensando, que si existen verdades científicas, es que las
realidades, tienen causas y tienen finalidades, tienen explicaciones. Por
lo cual, todo lo que no es ciencia, algún día, será también tratado por la
ciencia. Lo que no es ciencia, o no se utiliza todavía el método científico,
las humanidades, pongámosle ese nombre, existe ante un tema diez opiniones, en
todo el orbe mundial.
Pienso que incluso, de esas diez concepciones, no todas tienen
el mismo valor y cualificación y cuantificación y consecuencias. Al menos,
una o dos o tres de esa decena de explicaciones son más racionales y más
verídicas o verosímiles que otras. Por tanto, no he caído en el relativismo conceptual. Sé que esto no gusta,
pero pienso, siempre expongo el mismo ejemplo, en el aula, estuve unos años, al
lado de la pizarra, pocos años, pero algunos, y, aquí: “todo el mundo prefiere
percibir-ver a un niño jugando con su perro, que no poniéndole un calcetín
sudado a su abuelo en las narices…”.
Todas
las afirmaciones, aunque no sean explicaciones del método Galileo hipotético
deductivo, todas, unas son más acertadas que otras. Pienso
más racionales, más verdaderas, aunque no se puedan demostrar exhaustivamente,
más morales, más correctas, más bondadosas, con más racionalidad y con más
prudencia. Y, todas están abiertas a la perfección en la
veracidad-bondad-belleza. Por tanto, el
relativismo conceptual y moral, me parece una enfermedad del alma moderna
–otra cosa es el relativismo metodológico o epistemológico, la duda cartesiana
del pensar o del investigar-. Tenemos que vivir y convivir con él, igual que lo
hacemos, con el temor de que un meteorito nos caiga dentro de unos días o unos
miles de años…
No sé la solución a todos los
problemas, no sé todas las preguntas. Pero me he esforzado con el
caballo-asno-libro arando las tierras del conocer. En mi modestia y en mis
situaciones y en mis circunstancias, con Ortega o sin él, han ido pasando muchos
nombres y muchas teorías y muchas interpretaciones, a lo largo de mis años.
Ahora, ya estoy, en la tercera edad, me siento fracasado en los campos de la
cultura, siempre arando y sembrando estos campos, y, y yo pensé, que algunos de
mis tomates y ciruelas que había crecido con mis manos, algunas serían
valoradas por y para otros seres humanos. Pero no ha sido así, siempre he
estado bailando con el aire, en soledad y silencio. No le echo la culpa a
nadie, seré una persona que no tengo suficiente
talento-creatividad-innovación-argumentación-solidez conceptual y de palabras.
Pero si sé, que no he deseado engañar-mentir a nadie,
tampoco a mi mismo. Yo, yo, por muy ignorante que sea, sé de sobra lo que
gusta a los otros, colectivos de la cultura, y, a los entendidos, sé que
siempre existe la nueva sofistica rellenas de aceitunas negras con adobe de
nuevas falacias. Sé, lo que gusta oír a otros oídos, rellenando los ojos de los
vientres a los diversos colectivos. Sé lo que vende o medio vende.
Pero también, también sé, que si
llevo una rueda del automóvil a que me la arreglen, deseo lo hagan bien,
también sé que si deseo un café, antes, ya no puedo tomar, deseaba que fuese
bueno, aunque fuese una tarde de primeros de agosto, y, y sé, que mi deber
modesto, es ofrecer pequeñas verdades mentales, aunque me equivoque.
Y, sé, que no soy tonto del todo,
ni ignorante del todo. Ya, que si no obtengo ni un dinar por mis palabras
escritas, al menos, no me diga alguna tarde, el Buen Dios, que he engañado
adrede a los otros, bastante con todos los errores, que tenga y haya tenido, en
tantos campos de mi modesta realidad. Y, entonces, el intelectual hoy, si busca
la verdad-bondad-belleza-bien-racionalidad-prudencia, aunque se equivoque,
seguirá teniendo un pequeño papel, seguirá siendo necesario para la sociedad…
¡Eso, si eso es lo que si creo saber, y, pienso que es lo que soy…! ¡Aunque a
casi nadie le interesen mis palabras…!
¡Solo eso, paz y bien…!
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es
© jmm caminero (25 abril-11 mayo 2022 cr).
Fin artículo
3.012º: “¿Para qué sirve un intelectual hoy?”.
E.
11 mayo 2022 a Infoprovincia.net. Galicia Digital.com