Artículo Periodístico 3.019º: “Sobre el mal, lo malo, la maldad…”[1].
Posiblemente
desde Caín y Abel, metáfora del bien y del mal, de la bondad y de la maldad,
todo ser humano, toda generación se tiene que plantear el problema del mal.
En esta serie sobre articulistas
del suelo patrio que voy rodeando con las palabras, recordando y homenajeando,
columnistas literarios de ayer y de hoy, que ya sus huesos estarán hechos
átomos y, los que todavía respiran, sin fijarme en filias o fobias, fidelidades
ideológicas o culturales, le ha tocado hoy a Gabriel Albiac, filósofo y
pensador y articulista, en una columna que tituló Para entender el Holocausto,
publicada en Libertad Digital el 28 de junio del 2017, dónde narra la
cuestión de la Shoah-Holocausto, en definitiva, intentar entender y comprender este genocidio, para intentar buscar
soluciones que esto no vuelva a suceder…
Llevo modestamente mucho tiempo,
ocupando y preocupándome por el problema del mal y del bien, centrada también
en este caso, y, un aspecto de todo este caleidoscopio, en el concepto que se
denomina la “obediencia al mal” o “la
obediencia debida” y “la banalidad del mal” –término y concepto que tanto
se ha repetido desde Arendt, y que en otra columna y otros
escritos, maticé la realidad-verdad de ese concepto-enunciado…
He observado, fijándome adrede, que en distintas
situaciones sociales, de distinto tipo, pueden usted esforzarse en
percibir-mirar-observar, y, también encontrarán casos, en un grupo humano, de
varias personas, sea de un tipo o sea de otro. Existen líderes, semipatológicos, semisociópatas, semipsicópatas o el
concepto de psicópatas incardinados en la sociedad. Y, que son capaces, en ese
grupo, aislar y echar a una persona del grupo, porque ellos que hacen el mal,
son capaces de convencer al resto, que no entran directamente en ese mal, que
esa persona debe ser echada-marginada-silenciada-ninguneada del/en el grupo.
La
persona buena o de buena voluntad, sin que por eso sea perfecta, que no lo es,
en ese grupo equis, existe un individuo o individua zeta, que consigue
convencer al grupo, al resto, que esa persona debe ser echada, es silenciada,
ninguneada, marginada, vituperada, de muchos modos y formas y maneras, y, al
final, es alejada o echada de esa entidad social. Incluso, la persona no buena, queda como buena, la persona buena que es
silenciada, queda como mala.
Si
esto sucede, en realidades sociales, entre amistades o grupos de
amigos, en realidades de trabajo, incluso en las familias, en sentido amplio, tenemos una herramienta conceptual y mental
para entender el Holocausto –al menos el aspecto que estamos estudiando y
analizando y valorando…-.
¿Porque
cómo la sociedad alemana, la sociedad más culta de Europa, quizás del mundo,
fue capaz de callarse ante esa realidad? Primero, no sabemos el
conocimiento que tenían de dicha catástrofe. Pero el esquema explicativo
anterior, en otros artículos, he ido desarrollando otras variables causales,
que entre todas, pienso explican, un buen trozo de la mal-maldad de realidad…
Se produjo el tsunami perfecto.
En el siglo diecinueve, la población por distintos motivos, entre otros los
adelantos biomédicos en epidemias y enfermedades, la revolución industrial en
su segunda fase, los derechos adquiridos por cambios sociales y culturales y
políticos, etc. En el siglo diecinueve
se produjo una eclosión demográfica, véase la situación a mitad de siglo, en el
Londres de Marx, y, esto terminó con una
nueva teoría sociopolítica, la del abanico de los socialismos –socialismos,
comunismos, anarquismos-, y, produjo, en
definitiva, la revolución soviética. Ante el temor de dicha revolución, se
produjo, siguiendo el esquema de tesis-antitesis-síntesis, se crearon las revoluciones sociales radicales de la
derecha, ante el temor de los comunismos…
En ese marco se crearon sistemas
sociopolíticos, no democráticos, pero no democráticos, no solo en el sentido
actual, sino no-democráticos, para los sistemas de finales del siglo diecinueve
y primera mitad del veinte. Es decir, se
anularon todas las cortapisas, que denominosle, los sistemas sociopolíticos
tradicionales, evolución de siglos, en Occidente, aunque fuesen Monarquías o
Repúblicas –limitadas tenían sus poderes, tenían sus contrapesos
tradicionales del poder, aunque no fuesen democracias, al estilo de la segunda
mitad del veinte-.
Pues
estos contrapesos de poder, se anularon –por ejemplo la religión tradicional,
costumbres sociales legales, parte de los llamados derechos naturales y
morales, la concepción que el Estado debería tener un sistema jurídico natural
en derechos…-, ante el temor del sistema comunista soviético, y produjeron, las
revoluciones radicales políticas del signo contrario.
En esa situación del poder máximo
del Estado –de un color o de otro, prácticamente sin límites-, con todas las
herramientas de ese poder máximo, se instalaron, tanto en un color ideológico y
en otro, unos sistemas, que no tenían
los frenos tradicionales de “la mesura y la medida del ejercicio del poder”, y,
esta es la base intelectual y conceptual y práctica, de los campos de
concentración, campos de trabajo, campos de exterminio, genocidios, que se
produjeron, bajo una bandera o bajo otra, con diferencias y semejanzas, en toda
Eurasia en el siglo veinte…
Si
en un grupo familiar, vecinal, amistades, etc. sucede, algunas veces,
demasiadas veces, observen, que es
echada o silenciada o marginada, la persona de buena voluntad, y, gana la
partida la persona menos buena, y, el resto asiste al espectáculo y al teatro,
demasiadas veces, callándose o dando la razón a la persona no buena. Pienso
que a nivel de la sociedad/Estado, cuándo un sistema de personas ocupan la
Autoridad Máxima, con un sistema ideológico equis, no democrático, ni siguiendo
las tradiciones de poder, que se han ido depurando y decantando durante siglos,
se salta todas las normas, entonces, se
produce, es una de las razones, junto con otras, se produce el mal y la maldad
máxima, siguiendo tal ideología equis o zeta, sin media y sin cortapisas.
Y, el resto de la población calla y se silencia y es silenciada, por el temor,
al castigo máximo.
Pienso que esta razón, que la
estamos viendo todos los días, delante de nosotros, en nuestros oídos y ojos,
es una explicación ante este problema –siempre que no se olviden y combinen con
otras…-. Este conjunto de razones-motivos-causas, al estudiar el problema del
mal-maldad, no se ha tenido, lo suficiente en cuenta, y, son razones, que
percibimos todos los días, delante de nuestros ojos –evidentemente, sin llevar
a las personas a los campos de concentración, pero si a ser echadas de
entidades sociales, grupos de amistades, vecindades, trabajos, escuela, etc.-.
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jmm caminero (05-17 mayo 2022 cr).
Fin artículo
3.019º: “Sobre el mal, lo malo, la maldad…”.