Artículo Periodístico 3.147º: “Toros en la calle”.
Nadie,
menos yo, voy a reivindicar que se reduzcan las fiestas de los toros corriendo
por las calles de media España en verano, siendo vecinos con derecho al paseo
una vez al año.
Pero no podemos negar la
realidad, ¿cuántas personas fallecen al
año por embestidas de los toros, que se corren-trasladan-mueven por las calles
de muchos pueblos de esta Celtiberia o Piel de Toro, porque no son solo las
famosas carreras de San Fermín en
Pamplona, las de San Sebastián de los Reyes, las de Almodóvar del Campo…?
¿No deberían indicarnos, igual o
a semejanza que nos informan las muertes y fallecimientos y heridos del año
anterior, o hasta ese mes, de los accidentes de tráfico, de los accidentes
laborales, de y de…, también, los
fallecidos y heridos cada año por las fiestas patronales, en los que se suelta
al totémico toro o vaca o vaquilla por la geografía de Ibería…?
Nos desayunamos con la noticia en
Europapress, del 14 agosto del 2022 que
un vecino del pueblo de Cella, fallece al ser embestido por un toro.
Entendemos y comprendemos, desde el mítico uro,
origen del toro y de todos los toros y vacas, según los entendidos y expertos
–cosa que modestamente, tengo mis dudas, porque de un toro tal alto y tan
fuerte y tan bravo, no sé, cómo pudo surgir un toro/vaca mucho más pequeño y
más domesticable-.
Recordamos que en la Alemania de antes de la segunda
guerra mundial, se hicieron experimentos, y mezclando una multitud de razas de
toros y vacas, se llegó, a una especie de copia o de revitalización del famoso
uro. Después, se indica, que existían por algunos bosques animales sueltos,
pero que las fuerzas militares los buscaron y los hicieron desaparecer, para
que no quedase ningún vestigio del régimen anterior.
Entendemos y comprendemos que el toro/vaca/buey, ha sido, al menos en Occidente, y, en otras culturas, un animal
totémico, un animal para el sacrificio, por esa relación entre los hombres y
los dioses. En casi todas las civilizaciones, cuándo se sacrificaban, seres
vivientes, -no entramos en algunos seres humanos, se dice, que los primogénitos
en la cultura fenicia o cartaginesa, realidad de ser así, era una manera de
control demográfico, posiblemente-. Se han sacrificado tórtolas o palomas,
corderos, vacas o bueyes… tanto en el mundo del Antiguo Testamento, tanto en el
mundo griego y romano, del antiguo Egipto… El
concepto de hecatombe, era el día o fiesta que se sacrificaban cien toros…
Existen
frescos en la cultura micénica/minoica en la cual en forma de festejos se
saltaban los toros, -costumbre o técnica que se está
recuperando en el suelo patrio, venida, dicen, de Portugal-. Con lo cual, se forma y conforma una interrelación entre
el que salta, y el concepto de fiesta, y la relación, posiblemente con los
dioses, con los poderes de esa sociedad, y con el pueblo. Decían, en la
fenomenología religiosa, que los humanos, utilizan realidades naturales, los
transforman en símbolos sociales y culturales, muchas veces, también símbolos
religiosos y metafísicos. Es esa hambre
o necesidad que los humanos tienen/necesitan de lo sagrado. Quizás, estas
ceremonias religiosas evitan mucha tomas de pastillas, o si se quieren eran y
han sido los tranquilizantes durante milenios y decenas de milenios. Son significantes de sentido profundo y
esencial de lo humano y de la humanidad…
No va a ser este modesto
plumífero, el que va a lanzar un discurso de palabras en contra de los toros,
de las fiestas de los toros, entre otras realidades, porque se indica que diez mil familias, viven en
este terruño lleno de viñas y olivos y cereales, y de sol y de calor, de
sed de tantas cosas. Diez mil familias, son muchas familias, muchos hijos e
hijas y nietos y nietas. Pero si deberíamos ser conscientes, al menos de dos
consecuencias:
Una, buscar, formas o maneras, crear protocolos racionales y más eficientes,
para que al menos, la cifra de muertos por las fiestas patronales, se reduzcan
o desaparezcan. Para eso, se crean o inventen formas de buscar o inventar
artilugios o ideas o sugerencias. Una muy simple, obligar a los que corran en
esas calles, que cojan el casco de su moto o de su vecino, y se lo pongan.
Nos muestren, la acumulación
trimestral, de los fallecidos por esta realidad. Nos indiquen al final de cada año, las personas que han pasado de este
mundo al Otro, por esta realidad. Las personas que han sido heridas, graves
y leves, cada año. De todas las cifras que por fallecimiento, nos enseñan y
muestran, con razón y racionalidad cada año, del año anterior, esta sea una de
ellas.
Toda
fiesta en el corazón de los humanos, es una manera, de realizar un paréntesis,
de alegría y felicidad, durante siglos de relaciones entre mozos y mozas, de
continuar la vida, de un descanso para la mente y el cuerpo y el alma de los
humanos.
Todo eso y más regalos traen las fiestas.
Pero
quién haya perdido un hijo o un padre en una carrera detrás o delante de un
toro o vaca o vaquilla, desde luego, le ha caído una sentencia de sufrimiento y
dolor durante toda su existencia. Pensemos también en los padres
o en los hijos, de quienes se quedan sin padre o sin hijo, porque un pitón se
encuentra atravesándolo como lanza/espada/cuchillo con un corazón humano, en
algún lugar, en alguna tarde, de esta Piel de Toro…
http://filosliterarte.blogspot.com.es ©
jmm caminero (15-17 agosto 2022 cr).
Fin artículo
3.147º: “Toros en la calle”.
E. 17 agosto