Artículo Periodístico 3.159º: “Ir a la batalla con la tristeza del día”.
Se
suele indicar que cada día, con sus alegrías y cada día con sus tristezas y
sufrimientos y penas y angustias. Y, ese es el transcurrir de lo humano, todo
ser humano…
No podemos elevar lo triste y
angustia y pena y sufrimiento, como la estrella más luciente y brillante del
panorama humano. Pero, no podemos negar, que todas esas realidades forman y
conforman parte de la humanidad, de todo individuo, de todo ente social, de
toda familia, de toda vida.
Posiblemente, nos enseñan y
educan a/en muchas cosas y realidades, pero no nos enseñan a superar el
sufrimiento y la pena y la angustia. O, al menos a sobrellevarlo, o, a buscar
cauces, para que se minimice o reduzca o se alivie, o se cure, y, si no es posible,
nada de todo ello, pues, no nos enseñan a cómo llevar un dolor grande y grave…
El
dolor-sufrimiento-pena-angustia-trauma-herida, puede tener muchas causas, puede
ser de muchas clases, muchos fines o intereses, muchos temores, muchas
realidades, que afecta a distintas personas. Es una geografía y un mapa, que
apenas sabemos como conducirnos con él. Puedes haber superado en el pasado
algunos, puede suceder, que del pasado te vengan sufrimientos y penas, que
ahora han florecido de otra manera. O, los del pasado se unen e hibridan con
los del presente…
Se produce, demasiadas veces, la
rueda del sufrimiento de Buda, una herida grave del pasado se une a otra nueva,
o la del pasado propicia, causa en parte otra nueva. Y, ya tenemos dos, una del
pasado y otra de ahora. Aunque cuando sucede, difícilmente, se entrevé la
gravedad, en muchos casos, en otros, desde el principio, se percibe el enorme
dolor que causa en el ser humano, que seguirá causando… El temor del dolor del
presente, el temor que siga avanzando y creando nuevo dolor, a ti mismo, a
personas cercanas, a personas descendientes…
Aquello del bisabuelo ebrio, el
abuelo jugador de cartas, el padre lujurioso y putero, el hijo con una pereza
tan enorme, que no es capaz de levantarse del sillón, el nieto, de continuar
así, quién sabe si caerá en otro error moral grave, en otro error espiritual
grave, en otro error psicológico grave… O, todo junto, porque al final, todo
dolor-sufrimiento-angustia-pena, es una suma, ante una realidad, de dolor
físico y biológico, dolor psicológico, dolor moral, dolor espiritual, centrado
en una cuestión, connotaciones, personas…
La condición humana es tener
pequeñas alegrías y pequeños dolores, medianas alegrías y medianos dolores,
grandes alegrías y grandes dolores… Esta es la condición humana. Puede ser
usted un alto individuo de una alta responsabilidad en un alto cargo y campo,
puede ser usted una persona del pueblo, sin apenas responsabilidades, solo las
laborales y familiares y, algunas modestas a nivel social. Da lo mismo sea
usted niño o anciana, sea usted de una ideología o sea de otra, de una sociedad
o cultura o religión o de un tiempo o de otro, de un color de piel o de otro…
Sea usted lo que sea, hasta ahora, todos los seres humanos, pienso, que todos
los seres vivientes, sufren, padecen sufrimientos y padecen alegrías…
Pero hay días, semanas, que
llegan a tu corazón o tus ojos o tu alma o tu carne, una o dos graves y grandes
tristezas y sufrimientos y penas y angustias. Que surgen esos días, que
mencionan esas campanas al aire, y, te llegan los vientos del dolor. Se pone en
crisis todo, no puedes calcular como se desarrollará la situación o
situaciones, no conoces todas las variables, no sabes como resolver las
distintas ponderaciones, no eres capaz de convencer a la persona o personas que
estén en ese cocido, para que tomen soluciones y resoluciones más racionales.
Para que utilicen la racionalidad dentro del dolor, la pena y la angustia
dentro del dolor. No sabes, las consecuencias del y para el futuro. Para las
personas que están dentro de esa ensalada, adultas y no adultas…
Solo sabes, que se necesita
asesoría y consulta especializada y oficial, del saber ortodoxo oficial de tu
sociedad, del saber lo más científico posible, de los órganos y entes de Salud,
de tu sociedad, refrendados por los títulos académicos y la formación reglada y
oficial, porque el dolor tiene que ser curado con la ciencia ortodoxa. Solo
sabes ese camino, y, esperar que el Buen Dios, sostenga el camino de la
curación del cuerpo y de la mente y del alma. Y, que, los de alrededor pongan
cada uno, su trozo de madera para que el fuego continúe, el fuego del bien, y,
no caigamos en el frío del desierto. ¡Pero querrán ser aconsejados con los
especialistas, querrán hacerlo, por/para ellos y por/para los descendientes,
para que la nueva generación no caiga en algún error grave…! ¡Paz y bien…!
http://filosliterarte.blogspot.com.es ©
jmm caminero (20 agosto 2022 cr).
Fin artículo
3.159º: “Ir a la batalla con la tristeza del día”.
E. 24 agosto