Artículo Periodístico 3.150º: “La banalidad del mal y Arendt y, III”.
Desde la década de 1960, llevamos
planteándonos el concepto de la
banalidad del mal, de Arendt, en definitiva, sobre la esencia y la
esencialidad del mal y de la maldad.
Arendt se equivoca al juzgar,
bajo mi modesta opinión y criterio, cuándo lo cree un simple burócrata. Porque
primero, no es consciente, que ha pasado ya quince años desde esos hechos que
se juzgan. Por tanto, ninguna persona, puede en quince años, no haber cambiando
o de alguna manera, afrontado sus actos, dicho de otro modo, racionalizarlos o
justificarlos. No sabemos el estado mental y de convicción que tendría dicho
personaje, en la Conferencia de Wansee, después, en los años que fue el gestor
máximo de los transportes o de los trenes, y, tampoco, de la situación anterior
a la Conferencia de Wansee –porqué llegó a ese cargo y a esa carga, la buscó o
se la ofrecieron, y, ni siquiera, cuánto pudo influir con su inteligencia y su
capacidad de entendimiento y conocimiento, a poner en marcha todo el sistema,
en la parte que le correspondiera…-.
Es imposible, saber, el fondo de
las personas, que intervinieron en este genocidio, o en todos los que en el
siglo veinte, bajo distintas banderas, y tiempos y culturas, se materializaron
en Eurasia. Es imposible saber, si las miles de personas que intervinieron en
ellos, diríamos en cuatro escalas de Poder: la Autoridad o Autoridades Máximas
que lo mandaron hacer, el segundo círculo, las Autoridades Submáximas que
gestionaron y organizaron el gran sistema de realización. Tercero, los Mandos
Intermedios que resolvieron la gestión de toda la organización, Cuarto, las personas
que estaban en la escala más inferiores de la ejecución material del plan.
Es imposible saber y conocer, lo
que sucedió y porqué y por qué, si de las miles de personas que intervinieron
en toda la escala de organización y ejecución de un genocidio, no se encuentran
documentación suficiente, si los mismos protagonistas, los verdugos/victimarios
no nos narran el porqué y para qué y cómo y cuándo y cuánto. Y, si la mayoría
de las victimas, no pueden hablar, porque están en fosas comunes o en cenizas
por media Eurasia… (No olvidemos que el concepto victimario viene de los
antiguos ritos sacrifíciales religiosos, el victimario era la persona, que
encendía el fuego del altar o del sacrificio, y ataba a la victima, para que el
sacerdote hiciese el sacrificio de animales a los dioses…).
Gran parte del mal y la maldad se
materializa, porque un sujeto o un colectivo de sujetos tiene pasiones o deseos
o impulsos o libidos descontrolados o desorganizados, la parte o dimensión
irracional de su ser, no la han armonizado intelectualmente, con conceptos
verdaderos y bondadosos y buenos, ni en la dimensión afectiva, con un
equilibrio pasional correcto. De aquí surgen multitud de males y maldad en el
ser humano.
Otra raíz, insertada e
interrelacionada con la anterior, es el antiguo Mito de Giges, que bajo
esa idea, se han realizado experimentos en el siglo veinte. Es decir, si
alguien sabe que realiza un acto malo, y no va a tener consecuencias negativas
para él, incluso algunas positivas, ese ser humano, tiene que tener mucha
conciencia moral, mucha buena voluntad moral, y mucho equilibrio racional e
irracional de su ser para no hacerlo. Es decir, en el mito de Giges o Gigas, si
alguien se vuelve invisible, y, ya puede hacer lo que quiera, y no es
responsable de lo que hace, o no recibirán sentencia o juzgarlo negativamente,
por sus actos, no va ser castigado por sus actos. Entonces, ese ser invisible,
puede realizar enormes males…
Si además existe una ideología,
un sistema de pensamiento teórico o, y, práctico, que aboga por una finalidad
irracional e inmoral. Si existe un sistema teórico que racionaliza y justifica
el mal, incluso, el mal a nivel industrial, en nombre de una raza, una clase
social, una religión, un motivo o fin. Ya tendríamos los elementos esenciales
para que la maquinaria del mal y de la maldad se ponga en funcionamiento.
Bajo el cristianismo, aunque no
guste oírlo, existe una fuente del mal, como diría Pablo VI, el tentador o la
antigua serpiente, que siempre está incentivando el mal en el hombre, en la sociedad,
en cada individuo. Aunque bajo la concepción del cristianismo, el poder de
Dios, es infinito, y el poder de la serpiente es limitado, pero muy superior al
del ser humano –sin entrar en mas matices teológicos, para aquilatar esta
cuestión, que los teólogos, nos podrían precisar..,.-.
La Autoridad Máxima que mandó que
la Solución Final se pusiese en funcionamiento, antes y después de la
Conferencia de Wansee, es el máximo responsable de este tinglado –en otros
genocidios ocurridos en el mundo, en el siglo veinte, habrá que buscar quien o
quienes son las autoridades máximas en ello-.
La personalidad de esta Autoridad
Máxima, debido a trauma de infancia en relación al trato que tenía de su padre,
al presunto origen judío de su padre por hijo natural, al problema de su
sobrina y de él, y del embarazo de esta y de la muerte de esta, y, del problema
de no entrar en la Academia de Arte de Viena y los culpables que se buscó, de
su situación de casi mendicidad, etc. Puede explicar los motivos profundos del
porqué de la Máxima Autoridad permitiese y autorizase que millones de personas
muriesen y se les masacrase y se les torturase… ¡Y, se le quitasen no solo la
vida, sino multitud de otros derechos, que olvidamos…!
Se dice, con razón, estudiemos
los genocidios para que estos no se repitan. Y, creo que llevan razón. Yo
señalaría, los siguientes puntos, en relación a las Autoridades Máximas:
Primero, nadie ocupe la Autoridad Máxima de un Estado, alguien que no tenga una
edad mínima, al menos cincuenta años. Segundo, Nadie ocupe la Autoridad Máxima,
que no haya tenido responsabilidades políticas intermedias, durante una década
al menos, es decir, alguien que haya ocupado cargos intermedios y altos del
poder político antes de ocupar ese máximo poder –no pasar, prácticamente de la
nada, o de la oposición, a tomar todo el poder-. Tercero, que tenga estudios y
formación máxima de su sociedad –en Occidente, licenciaturas al menos, y
específicamente, a todos los cargos más altos, obligatorio, realicen un Master
de Alta Política, como condición de ir ocupando todos los máximos cargos…-.
Cuarto, sean sometidos a un análisis psicológico, por entidades fiables, de su
mismas organizaciones políticas –no sé, como esto se podría materializar, pero
es evidente, la necesidad de ello…-.
En el genocidio de Centroeuropa
de la mitad del siglo veinte, se cree murieron un millón de niños y niñas.
Suponemos que en otros genocidios, también murieron miles, docenas de miles de
niños y niñas… ¡Personalmente, tanto mal y tanta maldad, me es imposible de
entender, ni ser capaz de calificar…!
¡Se dice, que en una ciudad del
Este de Europa, una mujer judía, iba con un niño pequeño de sus brazos o de la
mano, y, un monstruo se acercó a ella, le quitó el niño, y le aplastó la cabeza
con una farola…! ¡Me es imposible entender este enorme mal, esta crueldad sin
nombre, ni siquiera por personas bajo sustancias psicotrópicas o, y, graves
enfermedades psiquiátricas, ni siquiera por mil motivos, solo puedo entender
por la maldad humana, y por la maldad del tentador hacia la especie humana…!
¡Me pregunto, muchas veces, que
sería de aquella madre y de aquella mujer, que representa a todas las madres
del mundo, qué sería de ella, solo espero, que si dejó de vivir, esté en el
Lado Bueno de la Eternidad…! ¡Paz y bien…!
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (07-17 agosto 2022 cr).
Fin
artículo 3.150º: “La banalidad del mal y Arendt y,
III”.
E. 17 agosto 2022 Murcia.com. Xornal de Galicia.es.