Artículo Periodístico 3.148º: “La banalidad del mal y Arendt, I”.
Desde
que el ser humano es humano, posiblemente, el problema del bien y del mal moral
y ético y espiritual está presente en todo ser humano, en toda entidad humana.
El concepto o categoría que Arendt
planteó, es una forma nueva y vieja, de intentar entender el mal y la maldad,
especialmente, el organizado industrialmente, la muerte como industria, en
definitiva es el eterno problema del bien y del mal, que en los arquetipos
occidentales, se pueden presentar bajo la forma de Adán
y Eva, de Abel y Caín…
En una treintena de artículos que
he ido redactando durante estos años, he ido planteando esta cuestión, desde
distintas ópticas, razones, posibilidades, potencialidades, dimensiones,
razones, causas, motivos. Partiendo desde distintos puntos de vista, sean desde
Diarios de personas que estuvieron en
campos de concentración, desde la problemática del mal y la maldad como
concepto filosófico y metafísico, desde el análisis de conceptos o ideas, que
están flotando sobre estas cuestiones… Por lo cual, se han ido añadiendo
distintas razones y motivos, que entre todss, razones tomadas desde multitud de
personas y personalidades, y, que entre todos, pueden ofrecer una explicación
no completa, pero más explicativa, que si solo se toma un punto de vista…
No se podrá entender, el mal y la
maldad, diríamos esta que se concentró en multitud de campos de concentración
en el siglo veinte, por toda Eurasia, bajo distintas banderas, si no se tiene
en cuenta, este dato. No solo analizar una sola geografía, sino distintas, no
solo una ideología, sino diversas, no solo como base una cultura sino varias…
Lo cual, nos lleva a pensar, que esta problemática del mal, mal en grados
industriales y desproporcionados, sin encontrar adjetivos hacia este fenómeno,
de tanta violencia y de tanta crueldad, si no se tiene en cuenta, que con
diferencias y matices, los campos de concentración, de diverso grado y
genocidios, se extendieron en el siglo veinte por una gran parte de Eurasia…
No me es de mi agrado, criticar
posturas de pensadores y filósofos, actuales o del pasado, porque siempre el
juicio es limitado. Sin entrar en distintas matizaciones y descripciones del
concepto o categoría de la banalidad del
mal. Debemos pensar, que quizás, Arendt, no tuvo en cuenta, que al personaje
que analiza en el famoso Juicio de Jerusalén. No recuerdo que
cite en el libro, que leí hace unos años, no tiene en cuenta, que “estuvo presente en la Conferencia de Wansee”, celebrada el 20 de enero de 1942, de
los 15 asistentes a esa reunión, que organizó la Decisión/Solución Final, ocho
tenían doctorados –no olvidemos, que en aquella época, posiblemente media
Europa, no sabía leer o escribir-. Y, uno de los conferenciantes fue el
personaje sobre el que Arendt escribió su libro, y que fue el fundamento de su
teoría…
Pienso que si yo pertenezco a un
hipotético Comité sobre el Futbol Mundial, y solo están en esa Conferencia, que
tomarán decisiones de organización, etc. Supongo que si yo pertenezco a ese
Grupo, algo sabré de futbol, alguna voluntad tendré de que dichos fines se
cumplan, algo me habrá llevado hasta esa situación, hasta pertenecer a y en ese
grupo de decisión, organización o planificación –cuestión que habría que
analizar más despacio…-.
Por consecuencia estimo que
Arendt se equivoca al juzgar a la persona/personaje del juicio. No era solo un
organizador de transporte o de trenes con personas como corderos llevados al
matadero. Era una persona, que había participado en esa Conferencia, con todo
lo que en ella, se plantease –que personalmente, desconozco, y, con todo lo que
cada conferenciante explicase y explicitase…-.
Por tanto, el concepto de Arendt,
habría que matizarlo, puede que en el fondo sea verdadero, personas sin “enorme
poder o sin enorme inteligencia o sin enorme conciencia moral o sin voluntad o
sin…”, personas que parezcan o parecen normales, pueden hacer crímenes, que
llevamos décadas preguntándonos el porqué y el por qué. Pero no es cierto que
ese personaje, no era alguien sin importancia, porque alguien que participa en
una Conferencia de ese nivel y de ese grado de importancia y de responsabilidad
y de consecuencias, no es alguien baladí.
De pasada habría que juzgar,
psicólogos y otros especialistas, deberían analizar el concepto, que me ronda
durante lustros por la cabeza, a semejanza que existen test de inteligencia y
de valorar otras ponderaciones o facultades o potencialidades o características
humanas. Puede, me pregunto que existan diferencias entre las personas, no solo
en su nivel económico o intelectual o creativo, sino en su nivel de su control
de sus pasiones, y, en el tema, que nos importa, en el nivel moral y ético de
las personas –quizás, existan niveles diferentes o escalas en esta cuestión…,
y, de ser esto así, en personas normales se pueden dar distintas escalas de
nivel de moralidad, que pueden mejorar, si se cuida y educa, pero si no se
hace, se agrava en mezquindad-. Si esto fuese así, podría explicar mucho del
mal y la maldad humana y del bien y de la bondad humana…
El enorme error, o, mejor dicho,
dos errores, que se cometen al estudiar el problema del mal, y este tipo de mal
industrial. Es que se centra, en demasía, solo sobre una ideología y una zona
geográfica, si amplificásemos el foco, y, analizásemos otros genocidios y otros
campos de concentración, bajo otras ideologías, y otras zonas del mundo, pienso
que entenderíamos mejor este fenómeno.
Segundo, cometemos el error, que
no se estudia y analiza profunda y esencialmente, la cúpula del poder que toman
estas decisiones, la cúpula del poder que pone en marcha teóricamente, estas
realidades, y, las cúpulas que las dirigen o gestionan, que quizás, nunca se
manchan las manos de sangre, que eso lo hacen otros, más bajos en la escalera
del poder. Pero si han puesto en marcha todo el carrusel de la muerte –a nivel
teórico o intelectual, a nivel de poner en funcionamiento la orden para que se
cumpla-. Si no se analiza, las biografías profundas y esenciales, de sus
infancias, y de sus familias de origen, pienso, que jamás entenderemos y
comprendemos. Y, cuánto más tiempo pase, menos posibilidad de comprender
existirán, porque más documentación y datos se habrán perdido…
Modestamente, pienso que Arendt,
pone sobre el tablero mundial, de la realidad histórica y filosófica, y
metafísica, el problema del bien y del mal, cosa que se había olvidado en
cierto grado. Pero se equivoca, en juzgar a un personaje que estaba siendo
juzgado como alguien banal, sin personalidad, de alguna forma mediocre en
inteligencia, voluntad, conocimiento de la realidad y de sus actos, etc.
Antes de la Conferencia de Wansee, ya
se habían producido varios millones de muertes, en toda Europa, el llamado
holocausto de las balas, y otras medidas, como guetos, campos de concentración,
de trabajo, etc. Pero diríamos que esta conferencia, inventó un sistema
sistemático para exterminar a un pueblo. -O, aplicó, ya antes la cámara de gas,
a personas con graves enfermedades mentales, parece ser…-.
¿Se podría aplicar a todos y a
cada uno de esos quince individuos que participaron en esa conferencia, el
concepto de banalidad del mal…? ¡Pienso que no, no conozco la trayectoria de
todos, ni siquiera, sus finales de existencia, pero pienso que a ninguno es
aplicable, en sentido estricto el concepto –incluso admitiendo que alguno
tuviese que asistir, a dicha conferencia sin querer, porque lo convocaron-, que
Arendt, intentó descubrir, que puede ser aplicado a personas de grado inferior,
atrapados por órdenes, pero no a los que organizaron y gestionaron todo el
sistema…!
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Fin artículo
3.148º: “La banalidad del mal y Arendt, I”.
E. 17 agosto