Artículo Periodístico 3.298º: “Galicia eterna y el caldo gallego”.
Con
elementos simples, pasando por siglos de aciertos y errores surge, como un
volcán de paladar y de calor una realidad que levanta el ánimo y la carne y la
mente y el alma…
Lacón
salado, hueso de ternera, habas-alubias blancas, patatas, chorizo, sal, unto
gallego, grelos. Entes/realidades/elementos simples se hace la
sonata/cantata/sinfonía de la mezcla de sabores y del calor y del color. Como
si fuese la materia originaría y original, la pasta esencial de dónde emergió
el universo, en el recóndito camino de la espesura de los tiempos…
Durante
siglos se ha valorado poco la comida popular, esa que durante generaciones ha
ido manteniendo a los hombres, que tendrá orígenes perdidos en el tiempo,
quizás cientos de años, quizás miles de años. Las comidas de agua mezcladas con
distintos alimentos, deviene, según los expertos desde la prehistoria. En
recipientes de pieles, se introducía agua, y allí, iban echando piedras
calientes y lo que aquel día habían recolectado…
Todos
los seres vivientes son consumidores de energía, esa energía de múltiples
formas y causas, necesitamos la luz del sol para los huesos, para el
funcionamiento de diversas vitaminas, necesitamos alimentos para que nuestros
sistema vegetativo siga funcionando. Somos energía tomada de alimentos
vegetales o cárnicos o del mar. Se han encontrado enormes cantidades de
residuos de conchas o concheros desde los neandertales, al menos…
Un
plato es una especie de combinado de realidades, de los cuatro elementos que
nos indicaban las antiguas cosmologías: existe fuego, existe agua, existe aire,
existe materia en forma de vegetales… Todo el existir humano, hasta dónde
conocemos o sabemos, está formado por ese deseo de alimentación, de cobijo, de
ropa o vestido, de amar/amor/ser amado/querido/estimado, de seguridad personal,
de acercarse al misterio del mundo, lo que hoy denominamos metafísica…
Se
han encontrado pinturas prehistóricas, hace cuarenta y cinco mil años, en las Islas Célebes, un cerdo verrugoso. Altamira/Lascaux tiene quince mil años, Chauvet,
treinta y dos mil años. El tiempo hacia atrás. No pudieron los humanos antiguos
pintar esas realidades, esos animales, que no sabemos lo que significan, si no
hubiesen tenido fuentes diversas de alimentación, si no hubiesen ya cocinado
los alimentos, quizás asados al fuego, quizás cocidos con agua…
El
caldo gallego en un mediodía con frío y lluvia, llegando mojado y semimojado,
con las aventuras y alegrías y tristezas de cada día, se entra en la cueva
moderna de la vivienda, y entra por el aire y humo y el olor a lo íntimo y
original y antiguo y primigenio, el agua con sabor a alimentos. Esa magdalena
de Proust,
pero en este caso, de caldo, de caldo que viene de la tatarabuela, de la
bisabuela, de la abuela, de la madre… y, las lágrimas van cayendo en las
sabanas de las mejillas. El recuerdo se va haciendo realidad, y la realidad
recuerdo…
Dicen
algunas voces, que dentro de unos siglos, con la IA, pueden que los que vivan en aquellos momentos, los que tengan
el poder, vayan dando paso a sistemas informáticos que producirán realidades,
que les saldrá más económicos, y, creen que no tendrán tantas exigencias… Pero
se perderían grandes misterios y enigmas del ser humano, si no existe una
realidad biopsicológica humana, que sea capaz de
distinguir-saborear-sentir-disfrutar-animar al ir pasando por su boca y lengua,
traduciéndose en sabores, colores, olores, recuerdos, una cucharada de caldo,
de este caldo de Galicia, que es en definitiva, un resumen de la historia desde
los celtas, romanos, vándalos, visigodos hasta el hoy… ¡Quién sabe si antes,
desde la prehistoria, como hemos narrado real o imaginariamente en ristras de
palabras anteriores…!
Lo
humano/humanidad es un combinado de materia y energía y de naturaleza y de
sociedad y de cultura, de espacio y tiempo. Una comida, como el caldo gallego,
que ha ido pasando de generación en generación, siglos, posiblemente, por eso,
en unos lugares, se modifica levemente los ingredientes. Porque todos los
platos de caldo populares, han surgido de la necesidad, de la necesidad del
hambre de los siglos. El caldo, sea en Oriente o en Occidente, es ir
aprovechando los escasos recursos del silencio y de la voz, de la noche, de la
alegría y de las penas… Diríamos que cada madre/abuela tiene su receta. La
receta del momento y de las circunstancias. La receta de la alegría y de la tristeza,
la receta de la esperanza… Comemos para vivir y comemos para sobrevivir,
comemos para tener un día más de esperanza. Y, de esperar con cierto sosiego el
día siguiente, de dormir por la noche, con el estomago lleno o medio lleno,
para al sol de la mañana, al agua de mar de la mañana, a la lluvia de la mañana
al paisaje de la mañana, a los árboles bosques de la mañana podamos seguir
sonriendo…
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero
(23-30 nov. 2022 cr).
Fin artículo 3.298º:
“Galicia eterna y el caldo gallego”.
E.
30 noviembre