Artículo Periodístico 3.301º: “Cocido de Lalín: la necesidad hecha arte”.
Parto
del hecho, que la comida, es o puede ser arte, una de las artes, el arte del
sabor y del olor, a semejanza como los demás: artes visuales, del sonido, del
movimiento, de la palabra…
A
semejanza, como no todas las pinturas son obras maestras o geniales, no todas
las comidas o platos o degustaciones llegan al grado de perfección, de
equilibrio entre las partes, en este caso alimentos, formas o colores a la hora
de la colocación o implatación/emplatación –de emplatar-, del punto de cocción
o de la medida de la sal o de la cantidad de agua o de la temperatura de
degustación...
Además
en el caso que comentamos, a mi modo de ver, los platos o comidas típicas o
populares, han sufrido, como algunos indican de Shakespeare, un proceso de
evolución de siglos, es decir, un texto escrito que ha pasado por diversas
generaciones de/con representación, una idea teatral, pongamos el caso, se va
depurando generación tras generación, porque se van sintetizando los puntos
esenciales, las emociones e ideas universales y profundas del ser, conscientes
e inconscientes.
Puede
que al hipotético y estimado/a lector/a, le haya sorprendido que compare una
comida popular y típica con el gran vate inglés. Pero pienso que esto
representa como realidad y metáfora lo que es una comida popular, es el
proceso, de siglos y generaciones, de ir encontrando el punto justo. Antes
cuándo se cocinaba con leña, es hallar la medida de todo, el tiempo, del que
poco hablamos, la temperatura de la que nos olvidamos. Tiempo y temperatura y
las vueltas que hay que darle a la comida en el fogón, y, si de forma más
fuerte o radical o despacio.
Además
de los gustos del paterfamilias, o de los vástagos de todas las edades que se
sientan en la mesa, sin olvidar al abuelo o a la abuela, que ya con muchos
años, quizás le falten los dientes, y hay que tener en cuenta, como se cuecen
los productos alimentarios… Y, también, porqué no, indicarlo y decirlo, los
gustos personales o las manías de cada miembro familiar…
Con
los elementos vegetales, animales, minerales, aire y fuego, combinados se crea
la escultura del cocido de Lalín: costilla, rabo de cerdo, lacón, cabeza,
garbanzos, repollo, sal, unto, chorizo, panceta, huesos de espinazo, lengua,
pata de cerdo, patatas, carne de ternera, muslo de gallina, grelos, aceite de
oliva, agua y fuego… Con una docena de notas, a distinto ritmo y tiempo, se
conforman posiblemente billones de cantatas y óperas y sinfonías y cuartetos…
Supongo que en la ópera de las comidas, típicas o del autor o de la nueva
cocina, sucede lo mismo, con tres elementos o cinco o diez se pueden
formar/conformar un regimiento/división/cuerpo de ejército de platos diversos y
diferentes. Lo que sucede con la comida típica o popular o de siglos, es que se
han ido depurando/sintetizando/conceptualizando los elementos y los tiempos y
los modos y los colores y las formas…
Podríamos
indicar que en la comida, sucede como en las muñecas rusas, unas dentro de
otras. Pero que no debemos olvidar, que un plato está o forma parte de un
individuo, que a su vez, está dentro de una familia, y, esta familia dentro de
un pueblo o lugar habitado humano, y ese pueblo está dentro de un territorio
natural o naturaleza… Podríamos continuar abriendo el abanico… con lo cual, no
solo hay que saborear el plato en/con un redondel como una plaza de toros,
donde el torero y el toro son trozos de chorizo, de cerdo, de grelos… sino
también la historia de la localidad/concello, la historia de/y la Naturaleza
que rodea. Y, si es posible entrevistar/dialogar/recordar y al
mirar/remirar/admirar la comida, que existe un corazón detrás que lo ha hecho,
un cocinero/a, un agricultor/ganadero, una transportador/transportista, un
camarero/empresario que te lo presenta… Alrededor/dentro de la comida existen
muchas personas, que nos decimos/somos humildes y modestas y anónimas… pero
díganme, el mundo funcionaría sin millones, el noventa y nueve coma noventa y
nueve, de seres humanos somos anónimos…
Lalín
hay que indicarlo, no solo está incentivando y poniendo en el mapa mundial una
variedad de cocido, sino que lleva ya décadas con la fiesta y la feria del
cocido, y, también un mes del cocido. Ya que están promocionando este conjunto
de alimentos populares en un plato, yo me atrevería sugerirles, porque no
piensan realizar un museo del cocido o del cocido de Laín… que puede ser
virtual, o, puede ser, también material, en alguna antigua casona o monasterio
o convento que exista en sus vértebras y corazón, que esté medio abandonado,
podría ser un lugar perfecto. Pero ya podrían empezar con un Museo o Fundación
Virtual sobre el Cocido de Lalín. Ahí dejo la sugerencia/carta de paloma al
futuro…
Y,
ya que mi juventud de viejo, que estoy empezando a andar, me atrevo ya de paso,
que en la Web del concello/concejo/ayuntamiento abran un archivo de
documentación con enlaces a todos los artículos periodísticos sobre esta
temática, libros, bibliografía. Y, también, si es posible, vayan coleccionando
para ese futuro museo, no solo los carteles de dicha feria, sino obras que
podrían tener relación, musicales, plásticas, esculturas, literarias, visuales,
etc., con esta temática, del cocido en general, del cocido gallego, del cocido
de Lalín. Las posibilidades son muchas. Los que materialicen este proyecto si
es que cristaliza en trocitos de información, pueden tener muchas posibilidades
de desarrollo…
[¡¿Y,
ya que han creado una Feria, creen unos días o un día, de invenciones nuevas
del cocido de Lalín, variedades, modificaciones, ingenios, creaciones…!? ¡¿Un
cocido de Lalín, una variedad que tenga huevos cocidos enteros de perdiz o de
gallina…!?].
Dicen,
que dentro de unas generaciones, la IA, la Inteligencia Artificial ocupará
mucho lugar en la sociedad-cultura humana. Pero pienso, que tardará mucho
tiempo, supongo, para que esos sistemas informáticos sean capaces de saborear
un buen cocido de Lalín, en ese equilibrio de fuego y calor y temperatura y sal
y aceite y cerdo y…
No
podemos terminar este artículo sin homenajear al maestro Cunqueiro, maestro de las letras,
maestro de los platos, maestro del enigma/misterio/imaginación que todo ser
humano arrastra, consciente e inconsciente. ¡Maestro de al menos veinte mil
artículos periodísticos…!
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero
(27-30 nov. 2022 cr).
Fin artículo 3.301º:
“Cocido de Lalín: la necesidad hecha arte”.
E.
30 noviembre