Artículo Periodístico 3.319º: “Arroz con pato de Sanlúcar”.
Entre las marismas que han sido
durante siglos los frigoríficos del pueblo. En tiempos de sequía y de lluvias,
de alegrías y de tristezas donde los humanos iban a recolectar…
Entendemos la gastronomía, de
gastro, estómago, nomía, nombre o tratado o estudio o reglas o normas… como esa
interrelación entre lo natural y lo humano. Entre lo que los hombres y mujeres
se encuentran/cazan/pescan/recolectan/crían de y en la naturaleza, y las
transformaciones que los humanos van haciendo/rehaciendo/deshaciendo a lo largo
de generaciones y siglos, atravesando los caballos de los pesares/alegrías de
la historia, la Historia en grande, la historia en pequeño…
Los viajeros en ese viaje por las
marismas, se acercaron a un recinto/lugar/casa de comidas. Los viajeros que
cuando descansaban unos días, sus cuerpos y sus almas, las arrastraban a otro
lugar, habían caído en este espacio-tiempo, y, como siempre recorriendo con los
ojos y la mente, las calles que como ríos y lagos atraviesan las ciudades,
están como arterias y venas permitiendo el ser de un ente que denominamos
pueblo-aldea-ciudad, recorriendo construcciones de piedra, que perduran más que
las de los ladrillos, recorriendo la naturaleza de los lugares, recorriendo los
cuentos y las historias, recorriendo los paladares y comidas…
Y, en ese movimiento se
encontraron con esta variedad de alimento, que mezclaba y combinaba, como las
partes de una partitura musical ingredientes y elementos del ser y del estar de
la naturaleza, una flor de la tierra y del aire y del mar y del agua y del
fuego: Pato, ajo, cebolla, aceite, perejil, pimienta, vino de manzanilla,
arroz, caldo, sal y fuego y aire…
Y, en un redondel/círculo/plato
como si fuese una plaza de toros, se encuentran trozos de pato combinados con
arroz y cebolla y perejil y… combinado con el aire, habiendo pasado por el
lagar/calor/lumbre/fuego, emergiendo/floreciendo un pequeño milagro de la
naturaleza y de la historia y de la mente humana.
Desde hace cientos de miles de
años, que inventamos o descubrimos o aplicamos el fuego, para calentarnos, para
defendernos de los animales, para fabricar las comidas… llevamos milenios de
fuego mezclándolo con todo: asándolo, friéndolo, cociéndolo, calentándolo,
secándolo, adobándolo… Intentando que un alimento de la naturaleza dure más
tiempo para el consumo humano. Intentando que un elemento de la naturaleza se
convierta en energía para nosotros…
Al atardecer los dos viajeros,
volvieron a la cuna-vientre-seno de la ciudad, Sanlúcar, recorrieron los
pasillos entre edificios, y, recordaron en sus cabezas, que ellos eran la
última cadena de un regimiento de degustadores de comidas/platos y de
degustadores de palabras, que eran, este último eslabón, que seguirían otros, y
recordaban para sus adentros sus maestros en el paladar de las palabras y
sabores como Marqués
de Villena, Pereda, Palacio Valdés, Valera, Galdos, Bazán, y, los
que araron las tierras de las fogones y de la poesía y del articulismo: Camba, Cunqueiro,
Montalbán, Plà, Luján, Perucho, Dioniso Pérez, Chirbes, Ferrand…
Uno, de los viajeros sentía, que
no solo había aprendido y aprehendido a saborear, dicen los biólogos, que los
sabores de la madre pasan al niño/niña a través del cordón umbilical. No solo
habían probado esos sabores de alguna manera, de ahí, que tanto atraiga el
sabor de la cocina de la madre y abuelas y bisabuelas, esa legión de herencias
hasta la noche de los tiempos… sino también de letras y ´haceres´, de cocineros
de la gran cocina, pero también de los fogones populares, pero también de las
letras de aquellos que combinaron estética y retórica y conceptos e ideas y
patatas y mariscos y potajes y legumbres y arroces. En definitiva, aquellos que
con palabras rehicieron y renacieron nuevas formas de interpretar el aire y el
fuego y los vegetales y lo que nada en el agua y lo que vuela y lo que camina…
Rehicieron y renacieron y rehacieron, modestamente, con palabras el mundo…
Entre los paseos y las miradas,
los dos viajeros, aquellos que seguían dos siglos después a los famosos tour de
los primogénitos de la alta clase inglesa, que paseaban un año por la Europa,
para entender el mundo, para comprender el mundo, para disfrutar el mundo. Y,
después, volvían a sus nidos de origen, y se convertían en los lores y
representantes de la más conservadora sociedad, siguiendo todas las reglas y
las normas, hasta los detalles nimios, aunque en muchos, siempre sobresaliendo
el pico del plato del hedonismo dormido…
Aquellos dos viajeros, modestos
comparados con aquellos predecesores ingleses de alcurnia y del campo,
visitaron con sus ojos, piedras y plazas y calles y fuentes y edificios de la
Historia e historia del lugar: Casa del Marqués de Casa Arizón, Centro
Histórico de la ciudad, Corral de merlín, Iglesia de Nuestra Señora de la O, Muralla
urbana… y, ya cansados sus huesos y sus músculos y sus nervios y sus almas, se
acercaron a una cueva moderna, que enseñaba un emblema con dos estrellas, y en
un rectángulo mullido y semiduro, dejaron que sus mentes descansaran el sueño
de la luna…
A la mañana vieron la portada del
Mercado de Abastos, realidad que durante generaciones estaba instalado en todos
los lugares de este terruño que llamamos, con tantos nombres, Piel de Toro,
Celtiberia, Hispania… a la mañana después de mirar la portada/puerta del
mercado de abastos, los dos viajeros se alejaron del lugar, y, fueron
recordando los olores y los colores y los sonidos de esta ciudad y de estos
platos calientes que calientan el estómago y la carne y la mente y el alma…
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (08-14 diciembre 2022 cr).
Fin
artículo 3.319º: “Arroz con pato de Sanlúcar”.
E. 14 diciembre