Artículo Periodístico 3.478º: “Paseando Cáceres, I”.
Una
ciudad es un yo que se abre en un nosotros, un nosotros en un yo, un pasado en
un presente, un presente en un pasado que anhela un futuro. Somos ciudad, somos
en la ciudad.
Los dos viajeros o los tres según
el tiempo, según su modesto tiempo, han atravesado estos muros y aires en
distintos años biográficos. Reventando la carne y la sangre y el hielo de la
mirada y el calor del corazón. Porque todo eso es lo humano. Todo eso somos.
Sentimos y resentimos, nos enfrentamos a unas piedras con aire, y, al aire con
piedras. Somos algo de lo que fueron los que vinieron antes de nosotros. Algo
de lo que serán los que vengan después. Cuántos pies han atravesado estos
adoquines, aceras, calles como venas de un sistema biológico social, que es un
panal de materia y espíritu y carne y alma y mente y conciencia. Todo eso somos
y en todo eso somos. Somos cazadores de pájaros de ideas y de pensamientos y de
recuerdos y de actos…
Hace lustros en la Plaza Mayor, allí en los escalones,
allí, allí los tres, cuándo entrábamos en la edad adulta, la niña aquella
haciéndonos unas fotos, que no sabemos si se hicieron realidad, se le iba la
cámara de un lugar a otro, aquella niña ya mujer y ahora ya ella con niña.
Quizás en y para y desde Cáceres es unir varias miradas de distintos tiempos y
distintos viajes, en mas calor casi siempre y, quizás, también en una
primavera. Todo cambia según el sol y la hora y el mes. Se mezclan los
recuerdos del yo y del pequeño nosotros… Aquella plaza y esta plaza, existiendo
de siglos, casi rectangular perfecta, para poner las legiones en orden. Porque
las plazas siempre han tenido muchas funciones y finalidades, la plaza de
abastos y mercancías, la plaza de unir las fuerzas vivas para la defensa, la
plaza para los desfiles de tropas con lanzas o fúsiles, la plaza para pas(e)ar
las procesiones de lo sagrado y lo religioso… la plaza como el corazón esencial
de una urbe que está dentro de un orbi-mundo-cosmos, material y metafísico.
Las plazas de esta Hispania,
especialmente, las que se han quedado un tanto semiolvidadas en el tiempo,
mezclan por lo general distintos estilos. Esa lucha por mantener el pasado, por
mantener el presente, mantener el futuro. Y, suele suceder, que las décadas
traen sus estilos y estilísticas, las ideas de lo que se debe conservar y no.
Y, entonces, nos encontramos con plazas mayores, de un solo estilo, actual del
siglo veinte o del diecinueve o del pasado, pero también, otras que como Descartes dudan, y, tienen
combinaciones de los pasados, generalmente, el estilo popular, y, algo de los
nuevos, del veinte, de la segunda ronda de la mitad del veinte.
La Norba Cesarina que atraviesa el mar de este pentágono irregular que
es esta Península situado al Oeste más oeste de Eurasia. Porque no olvidemos
estamos entre África y Eurasia todo formando un enorme rectángulo dónde durante
milenios y decenas de milenios, las migraciones han recorrido los vientres de
estos lugares, creando decenas de culturas y centenas de lenguas y miles de
historias. La Norba Cesarina del Segundo Triunvirato ahora ya Cáceres anhelo de
ser y estar en Europa, el sueño de Europa, la invención de unos Estados Unidos
de Europa…
Cáceres como una ópera de voces y
sonidos y colores y espacios y tiempos. Las canciones las cantan los lugareños
y los que durante un día o unos soles atraviesan sus muros y sus vientos y sus
sabores y sus olores y sus presencias y sus sombras. Viajamos para entendernos
y conocernos mejor, viajamos para descansar la carne y el alma y la mente, y,
así, después retomar las fuerzas, para las semanas y meses siguientes continuar
con el guión de la vida. Cada uno en su lugar. Cáceres la sinfonía de piedras y
luz que atraviesa el alma-mente-carne con las flechas del inconsciente que
emerge de cada uno. Cada uno con su color-dolor-olor.
Frente al callejón de la monja. Quién sabe qué historia se cocieron en algún
momento de los arados de los siglos. Todos tenemos recuerdos buenos y menos
buenos. Las ciudades como proyecciones de nosotros, les sucede lo mismo. Si
viajamos al interior de este pentágono de la península, es para enfrentarnos al
espejo de nosotros mismos. Decimos a los otros, nos decimos a nosotros mismos
que es para descansar. Y, es y no-es. Es mirarnos en el caleidoscopio más
interior, esos magmas que están dentro de nuestro volcán, para que se abra una
pequeña puerta, y salga algo del calor y del frío que arrastramos dentro, para
que no nos engulla algún recuerdo.
Al enfrentarnos a un callejón o
un rincón de una acera y piedras que desconocemos, quizás, seamos capaces de
entender y comprender algo más de nosotros. No viajamos para descansar, o esto
es terciario, sino para encontrarnos. Que algo que está muy dentro salga, para
olvidarnos del presente de cada uno en su lugar. Para pensar que existen otras
vidas en otros lugares. Aquí paseando te confrontas y enfrentas con seres que
habitan este lugar de forma permanente, con sus pesares y pensares, y personas
como tú, que han abierto este grifo, un día o dos o tres. Que no sabes si
volverás y revolverás en el ruido de los ojos y de las miradas. Si estas
piedras y estos aires volverán a sentir tu sombra. Porque no sabes si volverás.
Aunque los tres viajeros arribaron una vez, los dos viajeros si han vuelto más
de una vez.
Una ciudad se visita de muchas
maneras y formas y distintos fines y causas. Puedes arrastrar tu cuerpo-mente-alma
para un fin concreto, resolver una realidad, léase un congreso de las patas de
los moluscos, puede ser para recorrer sus muros y sus rostros de forma
limitada, puede ser dejándote llevar por ella, entrando y saliendo, según vayas
encontrando como cuevas en distintos paisajes… Al final, sientes y resientes lo
mismo de distinto modo y manera… toda ciudad vieja medieval, sea italiana o
española o francesa o inglesa o portuguesa o alemana es y existe, porque existe
otra ciudad nueva, de varios siglos, que permite que ese corazón siga latiendo.
Por lo general, se señalan dos ciudades en una, la vieja y la nueva. Y, la
nueva ya arrastra varios siglos también…
Hablamos de recuerdos y de
nostalgias y de pasados y de futuros. Volveremos a Cáceres, se pregunta el
viajero, ambos dos mundos formando una unidad en el tiempo, formando con
descendientes. Volveremos a este lugar. Preguntamos al destino y no sabemos.
Por tanto, esta crónica, mitad actualidad, mitad memoria, mitad rebuscar en
conceptos esenciales, mitad vida, se desentraña en unos cientos de
palabras-imágenes-ideas…
http://twitter.com/jmmcaminero © jmm caminero (06-15 marzo 2023 cr).
Fin artículo 3.478º:
“Paseando Cáceres, I”.
E. 15 marzo