Artículo Periodístico 4.245º: “Joyce y Borges y la retórica y los neologismos”.
Entre
los muchos deberes y funciones del literato está en utilizar palabras precisas,
y, por eso, a veces, crear-criar palabras más precisas. Es un vivero de
empresas de palabras.
La
creación del lenguaje, es una realidad casi ilimitada, el sujeto, es cualquier
sujeto, cualquier persona que habla y vive y está y es en un idioma va produciendo
creación de palabras, términos, vocablos, lenguaje, lengua en definitiva. Da lo
mismo el estrato social o cultural o económico. La lengua/lenguaje es un
instrumento que está siempre evolucionando y creando y criando y gestando y
pariendo y besándose. La misma palabra llega a otra playa con otro significado,
varias palabras se casan y forman otra nueva con hijos y nietos muy guapos, o,
se crean de otras lenguas por traducción, o se crean nuevas palabras utilizando
los resortes del idioma. Llamemos en general, el viveros de creación de
empresas, como ahora indican, pero empresas de palabras.
Las
palabras y la retórica y la oratoria y la poética son importantes y son
esenciales. En todo ser humano, pero también en los escritores. Todo idioma
dispone de varias decenas de miles de palabras. Y, cada palabra, suele tener
varios significados o acepciones. Este es el gran meollo de la realidad. Cada
estrato social o cada saber utilizan las palabras, comunes, con significados
concretos. Y, la mayoría no podemos saber de todo, no podemos saber de
fontanería, de electricidad, de economía, de política, de cultura, de palabras
en definitiva.
Estamos
envueltos en una borrachera/barracón/manada de palabras, y, cada palabra con
varios significados. Y, además a todo el mundo se le obliga a saber uno o dos
idiomas más –el que rellena estas líneas, no conoce ninguno, aunque la
enseñanza reglada le ha obligado a arar varios, lo digo para no ponerme
medallas-. Fundamental y esencialmente trabajo con las piedras del idioma castellano,
si se utiliza para dentro de la Península Ibérica, para los molinos de español,
para los vientos del resto de planeta. Por eso, para que nadie se ofenda,
escribo castellano-español. No sé si admitirían que otros se llamasen
bable-español, gallego-español…
Nos
hemos dado de bruces con una columna-artículo del maestro Borges, titulado: Joyce y los neologismos, convertido
en palabras de tinta en Sur, en noviembre de 1939. Desde
1750, por poner una fecha, de la primera fase de la Revolución Industrial todo
ha cambiado, y, desde entonces, se han dado fases, una más o menos por cada
siglo, ahora, estamos entrando en la cuarta fase de la Revolución Industrial.
Y, en cada fase se han producido cambios y recambios en todo. Cientos, miles de
factores, vectores, funciones, características de la realidad y de lo real ha y
han cambiado… Estamos en un mar de cambios. Estamos mareados de tantos cambios.
Si
todo cambia, la narración-relato-historias-leyendas-cuentos también cambian, la
literatura también cambia. Joyce, es
el paradigma, utilizando el concepto de la filosofía de la ciencia, el
paradigma literario ha cambiado. Las tendencias y los ismos, son formas que los
humanos tenemos para intentar entender y comprender los cambios, los cambios
que nosotros mismos nos producimos, que nos producen los mismos cambios que
hemos producido. Siempre el problema del azar y la causa, libro de Monod, pero principio que está siempre
en el pensar desde hace siglos. Somos causa de causas, somos azar de azares,
somos causa y somos azar, o, en qué proporción. Supongo que cuando nazcan la
informática cuántica, esto nos lo aclarará, pero entonces, yo, yo ya no
redactaré artículos de opinión, porque ya no daré sombra como los árboles…
Tantos
que no entienden, ni a Kafka, ni a Proust, ni a Joyce, ni a otras decenas, que en estos dos siglos han cambiado la
narración. La narración de nosotros mismos. Por ejemplo, Kafka bajo mi punto de ver y vista, no es como se dice que se
adelantó a la catástrofe que sucedió en Centroeuropa unos años después de él
fallecer. No es cierto, él ya vio ese desastre, Dachau se empezó a llenar de personas, que se les insertaban en
esas paredes de púas, sin juicio previo. En el Este de Europa, en la Eurasia
del Este, ya llevaban años utilizando algunos procedimientos que Kafka después convierte en insecto o en
castillo o en semejantes metáforas-realidades.
Kafka copió de la realidad, y la
transformó, no puso nombres, porque pensó que era evidente. No se adelantó en
la idea, porque la idea-práctica ya estaba funcionando. Ya existían castillos y
ya existían procesos y ya existían reos que se le quitaban la libertad y se les
condenaba sin juicio previo…
Joyce y Proust completaron el panorama. Cuándo eliges nombres, siempre te
olvidas de otros. Pero esta triada son, no solo ellos, pero son los que
cambiaron la literatura narrativa. Hubo un tiempo, por eso del ethos, que yo
quise, vanidad o soberbia o inconsciencia, ir más lejos que ellos habían
llegado. Allí en papel-ordenador dejé algunos textos –pero mi sociedad, ni los
ha mirado-.
Aquí,
lanzo una bandera y lanza y espada y recuerdo, tenemos al maestro FU, Umbral, al maestro del neologismo. Quizás, no lo sé, uno, uno de
los grandes creadores de palabras del siglo veinte en la lengua castellana o
castellana-española, como usted quiera. Paz y bien.
http://www.facebook.com/cuadernossoliloquiosjmm © jmm caminero (30 mayo-02 junio 2024 cr).
Fin artículo 4.245º:
“Joyce y Borges y la retórica y los neologismos”.
E.
02 junio