Artículo Periodístico 4.262º: “Llegué aquí precedido por el pálido rebaño de mis enfermedades”.
Frase que se le achaca a Francisco de Quevedo y que otros,
también a Nicolás Maquiavelo. Se
refiere cuando llegó a la cárcel de San Marcos de León, Quevedo.
Hay
pocas palabras tan sencillas y simples y con una simple metáfora se puede
expresar tan profundo en y del corazón humano. Que tanto expresan y representan
de la realidad humana, y, de la realidad sociopolítica humana. Porque aquello
de Quevedo de vuelta a ese recinto
que entonces era cárcel, no sé si tendría alguna finalidad más, pero que ahora
es Parador de Turismo.
Refleja
el sentir y el consentir de estas tierras. Las luchas políticas dentro del
país, siempre constante. Este devenir, de realizar y construir un imperio, no
olvidemos que cuando en América del Sur y Centro ya existían ciudades con
universidades y hospitales, véase Lima,
todavía estaban los ingleses intentando construir un asentamiento en América
del Norte. Toda América era mucha tierra para la España de entonces…
Al
penar y pensar y repenar y repensar esta frase, sea de Quevedo o sea de Maquiavelo
o sea de ambos, sintetiza mucho el y del corazón humano, de alguien que ha
estado laborando y trabajando toda la vida, dejamos la moralidad de la
persona/personaje para otro día o para ningún día. Pero la realidad son los
viajes de Quevedo a Italia y sus
responsabilidades políticas, y, aquello de la servilleta debajo del desayuno
del rey. Y, supongo de las luchas intestinas.
¿Qué
pensaría en aquellos años en San Marcos
de León, qué pensaría cuándo salió de allí, y fue a parar a Torre de Juan Abad y a Villanueva de los Infantes, qué
pensaría, qué sentiría…? Como ser humano, como político, como escritor, como
poeta.
Saben
ustedes que la literatura española se divide en dos corrientes desde entonces: los cervantistas y los quevedianos,
todos los que han venido después, están bajo una de las dos clasificaciones,
pasan los siglos y los estilos. Modestamente añadí, que estamos bajo tres, si
seguimos ese esquema, los gongorinos o
de Góngora. Góngora otro
perdedor, que por cierto, se llevaba muy mal con Quevedo, aquel espectáculo tan negativo que dieron los de las
letras, los genios de aquel tiempo y de todos los tiempos, sacando los
cuchillos y las espadas literarias, costumbres que también ha continuado.
Por
tanto, todo escritor de estas tierras, es
o más quevediano o más cervantista o más gongorino. O, una mezcla de los
tres. Siempre he sentido que si Góngora
hubiese escrito más, o, al menos, se hubiese conservado más, o, hubiese
publicado más, sería más grande de lo que es. Si Quevedo hubiese publicado más en su época, o hubiese hecho una
especie de obras completas, su producción habría alcanzado el nivel del Quijote.
Otros indican que supera a Cervantes,
por ejemplo Umbral. Yo, modestamente
pienso, que si Quevedo todas las
publicaciones, la hubiese insertado en un título, libro-título, aunque hubiese
sido en partes, algo así, como lo que hizo Whitman
con Hojas
de Hierba, partes diferentes de diferentes épocas, ese libro habría
sido algo que habría tenido la misma altura de Shakespeare.
Pero
es curioso, sin entrar en las polémicas de siempre, de estos tres escritores,
de estas tres corrientes estéticas y estilísticas y antropológicas literarias
que atraviesan los siglos, de esas tres, dos pueden tener nacimiento en
personas con antecedentes judaicos… La herencia de descendientes de judíos,
convertidos, sea en el siglo catorce o posterior, es una impronta o sello en la
literatura clásica española. Muchas veces, pensamos, que muchos de esos
descendientes marcharon a América, Cervantes
sabemos que también lo intentó.
Una
vez leí, que quienes aportan nuevas miradas a la realidad, son las personas que
vienen de las periferias geográficas o culturales o sociales, que aportan a lo
que todo ven, nuevas miradas. En este tema del judaísmo o descendientes de
judíos en la cultura literaria del siglo de oro hispánica, es claro y evidente:
Fray Luis de León, Cervantes, Góngora,
Teresa de Jesús… Alguna tesis doctoral tendría que estudiar este fenómeno
si es que ya no lo ha hecho. Porque quizás la razón, es también que los
descendientes de judíos sabían leer casi todos. Una mayor proporción porque lo
exigían sus negocios liberales, los únicos que les dejaban, sus profesiones
liberales, porque es necesario, su religión judaica, al final, el paso de niño
a hombre, el niño-hombre tiene que leer ante los ojos de los demás en la
Sinagoga…
Llegué
precedido por el pálido rebaño de mis enfermedades. En tan pocas palabras se
rumia el desencanto, el fracaso, el temor, la desesperanza, y, el sentir que
está tocando la campana próxima del Tránsito. Y, que ya hay que prepararse al
encuentro con el Buen Dios.
Esta
frase es esencial porque refleja una realidad ontológica y existencial y
vivencial. Todo ser humano, en muchos sentidos, al final de su existir, siente
las heridas de los fracasos y de los éxitos, de las esperanzas y desesperanzas,
y, todo hombre-mujer tiene que enfrentarse y confrontarse a su corazón y a su
alma, ya sin engaños. Tiene que esperar que la campana del Buen Dios le toque
para llamarlo.
Esa
campana física de la torre de la iglesia, que antes sonaba cuándo existía un
fallecimiento. Esa campana que cuándo la tocaban para uno mismo, era el único
toque que no oía materialmente…
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (05-16 junio 2024 cr).
Fin artículo 4.262º:
“Llegué aquí precedido por el
pálido rebaño de mis enfermedades”.
E.
16 junio