Artículo Periodístico 4.203º: “Insultos e inquinas y rencores en la sociopolítica”.
Nos levantamos cada mañana,
esperando y temiendo, que hoy, o en esta semana, algún personaje/persona de la
política o de sus aledaños inventen un nuevo insulto contra alguien.
Uno,
le viene a la memoria constante y diaria aquellos tiempos del pasado. Que
después terminaron como el Rosario de la Aurora. Hasta la saciedad hemos
indicado, en palabras y en el lenguaje oral natural, en el diálogo con otros
como yo, otros del pueblo. Pero también, en estos modestos artículos que como
pequeños pañuelos de tapices de colores intentamos crear y criar paz y sosiego
y razón. Hasta la saciedad hemos indicado que se expongan datos, argumentos,
razones, conceptos, ideas con respeto, con respeto a las posiciones del otro,
con respeto a las posiciones ideológicas del otro, con respeto a las otras
personas.
Todos
en la vida normal y rutinaria nos exaltamos, y, quizás, diciendo una verdad
como una tonelada de montaña de hierro con granito, lo indicamos de forma no
correcta, quizás, porque estamos cansados de tanta manipulación y mentira y
engaño de unos y de otros, también del
pueblo con el pueblo. Pero esto no se puede producir en los órganos y
entidades del gobierno del Estado, en ninguna de sus maneras y de sus formas.
Ni realizar gestos en esos hemiciclos que son los templos profanos y casi
sagrados del pueblo. No se puede indicar en las entrevistas y declaraciones y
sermones y artículos…
Ni
siquiera pueden hacerlo los que redactan textos en páginas de papel
electrónicas, es decir, los periodistas y columnistas, ni en radio, ni
televisión, ni Internet, ni en Webs, ni en ningún lugar. Tenemos que bajar la
temperatura de la realidad sociopolítica. De ahí, que no se puedan insultar…
He
estado leyendo y releyendo un artículo, que no mencionaré ni el articulista,
viejo maestro de este arte, ni el artículo en concreto, ni el título, ni a
quién se refiere. Que cita, que hacia 1992 un ministro del Reino de España,
insultó según el columnista al periodismo y a los periodistas. No podemos
aceptar que el insulto se apropie de las calles, de las aceras del pueblo y de
los pueblos, pero tampoco de los hemiciclos casi sagrados de la representación
política, y, de todos sus aledaños, sean nacionales, regionales, locales…
Cansado estamos de tanta enervación, cansados de temer que esto se eleve.
Cansados estamos de las personas, entre las que me encuentro, que siempre hemos
buscado la paz social, la paz entre colectivos y pueblos e individuos, cansados
de que unos y otros te engañen y te manipulen, en la calle, en cualquier lugar,
en cualquier tema, en cualquier aspecto…
No
sé, no lo sé, dónde puede terminar esto, si todos los individuos de esta
sociedad y Estado, si todos los colectivos y grupos no reducen su dialéctica de
la negatividad, -qué bien quedan los términos cuándo deseo elevar los
conceptos, porque algunos piensan, porque escribo a lo llano, no sé términos de
distintas ramas del saber, aunque solo utilice las ideas y no los términos y
vocablos-, ya que la filosofía debe hablar como el pueblo en la plazuela,
imitando la metáfora del viejo maestro Ortega.
No sé dónde puede terminar esto, si todos los poderes e ideologías existentes
en esta sociedad y en este Estado no rebajan sus términos y vocablos y
palabras. El contenido y la forma.
Te
encuentras en al calle, tantas personas enervadas por cualquier cosa o
nimiedad. Esta es la realidad. Te encuentras en la calle, cualquier puente o
fin de semana, millones de personas como hormigas del termitero, cifras como
jamás se han producido. Es como si la población en su inconsciente pensasen o
piensan que puede pasar algo no-bueno, y, aprovechan para olvidar y para pensar
que el cielo no se va a caer bajo sus cabezas, que dicen era el temor de los
celtas, y, que Asterix ha recogido
esta idea de las metafísicas celtas, según indican los expertos…
Tanta
enervación existe, que tú, que siempre has estado en los suaves modales y
suaves palabras, en los alejamientos de polémicas, que tú, a veces, te ves
llevado por esas olas y oleadas… Tanta enervación, que se va ampliando en el
horizonte, que las redes sociales, que es algo intermedio entre el lenguaje del
pueblo y el lenguaje de los poderes, se ve rellenas de improperios por alguna
realidad. Si alguien es de la ideología equis debemos aceptar y respetarle, y,
si otro alguien es de la ideología zeta, debemos aceptar su forma de pensar. No
estamos acaso en un mundo de la libertad de conciencia, de pensamiento, de
expresión, de publicación. Pues respetemos la libertad de conciencia del otro,
al menos, en opiniones e ideas, dentro del margo de la legalidad y de la
moralidad.
Tanta
enervación existe, que personas como yo que redactamos artículos de opinión,
como no entramos en esas luchas dialécticas, no ascendemos en la escalera del
periodismo de opinión, ni en lectores, ni en audiencia, ni en contratos de
cabeceras nacionales, porque nosotros no servimos a la corriente del mar que
existe hoy. Que es, demasiadas veces, la constante crítica al otro. El otro
parece y lo llamamos tonto e idiota e ingenuo y con maldad, el otro que es
diferente en algunas ideas a las tuyas, el otro, no tiene derecho a tener ni
siquiera una pequeña verdad, en todo está confundido y en todo está equivocado,
en todo, lo hace con malos intereses y malos planteamientos… ¡Así, así no
podemos seguir, si queremos la paz sociopolítica…!
Bien
haría usted, si padece este mal, de analizar de dónde le viene tanta aversión
al supuesto otro. Bien haría usted, en analizar sus heridas y sus traumas, qué
origen tienen. Bien haría usted en pacificar su corazón, por el bien de usted y
por el bien de todos.
Cansado
estoy, temeroso estoy de que esta semana nos levantaremos otra vez, con un
nuevo dislate, un nuevo insulto, un nuevo temor, una nueva preocupación
sociopolítica. Paz y bien.
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (23 abril-12 mayo 24 cr).
Fin artículo 4.203º:
“Insultos e inquinas y rencores
en la sociopolítica”.
E.
12 mayo