Artículo Periodístico 4.548º: “Que le cuento a usted hipotético lector/lectora”.
Hoy, hay días, que entras en tu
cabeza, y, no surge el borbotón del artículo. Es mentira que surja del momento,
puede estar dentro años o décadas, sin exagerar.
Pero
hoy, no me he puesto a redactar el hormiguero de palabras, sino he buscado las
bases de un premio de articulismo o periodismo en la ciudad de Cáceres, al que
me presento año tras año, y, año tras año recibo el silencio. Es lógico, al
final, todo queda, es más fácil, en el círculo de los periodistas
profesionales, y, de los catedráticos de literatura, y, de los escritores
consagrados, en ninguno de esas áreas o conjuntos de realidades estoy
enclavado. Más ahora, toda la vida observando y pensando y escribiendo, y, ya
estando en la Tercera Edad. No soy como otros, no me engaño, no me miento a mi
mismo. Ya, estoy con la beca dada por el Estado para llevar a mi descendienta
al colegio. No digo que me otorga la Sociedad-Estado una pensión de jubilación,
sino que me otorga una beca de estudios cuya finalidad es llevar y recoger a mi
descendienta al colegio y, de escribir un artículo cada día laboral, y, una
viñeta también. Estoy contento con este trabajo. Quizás, haya sido el mejor que
mis ojos y neuronas y células haya tenido. Nunca me he quejado del trabajo,
porque creo que en la vida, hay que hacer esta realidad, si fueses una gacela
todo el día estarías buscando hierbas y todo el día intentando no me coman.
Bueno, pues mi trabajo ahora es la beca de jubilación que el Estado me otorga,
una finalidad y función que se ha conseguido en este último siglo, con
incipientes en el diecinueve, de becas a la jubilación, después de milenios, si
milenios de búsqueda de una solución a las personas que llegan a una
determinada edad. Bueno, decíamos que voy de un periódico a otro, buscando un
tema, porque quizás el buscar las bases de ese premio de periodismo me ha
obnubilado la mente y la inconsciencia. Si al final, nunca me otorgarán ningún
premio de y sobre el articulismo. Porque no tengo estrellas. Aunque toda la
vida haya estado dándole a la tecla y a la pluma. Qué más da. Quizás sea así la
vida. No tenga suficiente talento. Quizás, tampoco ingenio, ni suficientes
conocimientos, ni todos los vectores de la escritura. Aunque a veces, he
pensado que he roto moldes literarios y en algunos caminos del pensar. Pero
después viene la realidad. Buscando en ese nuevo artículo me he encontrado que
el The
New York Times, además de mil columnas sobre las elecciones americanas,
Trump y Harris, existe un artículo largo redactado por Chris Huntington, publicado el 26 de octubre del 2024, titulado: Cómo
aprendí a medir el tiempo a través del amor y la pérdida. Por supuesto
que se fija en cuestiones históricas biográficas, del amor y del desamor, del
trabajo y de las relaciones humanas, bueno, puede usted leer este artículo en el
Times, y, también el ensayo que escribió al que se refiere, aunque no
sé dónde le puede encontrar. Pero esta es la vida, se van dejando cosas y se
van recogiendo cosas. A cierta edad, se mira demasiado al pasado, sin querer
mirarlo. Este es el drama. Por eso, siempre se ha indicado que las grandes
tentaciones están en los monasterios y conventos. Cuándo las personas empiezan
a llevar una vida reglada, monótona y siempre igual en horarios. Entonces,
surgen las fuentes profundas del ser y del estar humano. Entonces, las pasiones
y deseos medio encogidos surgen y resurgen. También la memoria, también las
tentaciones. En la vida normal y rutinaria sufrimos tentaciones y pasiones y
deseos y lívidos/líbidos, diríamos normales y rutinarios, siempre mezclados con
obligaciones, pero en la vida quieta y en quietud, surgen las grandes
tentaciones al mal, tentaciones psicológicas, morales, espirituales, recuerdos,
y, quién sabe mil otras cosas. Las grandes tentaciones de san Antonio Abad, que está en toda la literatura y en multitud de
cuadros, y, no sé, si se entenderá, porque para entenderlas hay que tener
conocimientos mínimos, igual que para arreglar un grifo. En la tercera edad
aumenta el tiempo, no hay que instalar el reloj con campana -que suena a mil
colores para levantarte y coger el metro para ir a la fábrica-, ninguno redobla
el eco de la pared, ni la sinfonía novena de Beethoven, ni tampoco a Mozart
o Bach, ¡ay, el gran Bach, la gran
música religiosa luterana… nosotros los católicos de cultura, tenemos la
Capilla Sixtina, los luteranos de cultura tienen a Bach, el gran Bach,
después de Bach –lleno y relleno de
hijos y de melodías en su cabeza-,
no hay nada nuevo, no se enfaden los bethovenianos, ni los mozartianos…! –Hasta
yo que estoy medio sordo musical lo reconozco-. Pues en ese tercer periodo de
la vida, surgen y resurgen del inconsciente y semiconsciente muchas voces, al
principio, todos y todas las manos-bocas-cerebros-piernas, hacen mil
actividades, después, los tiempos y los espacios llevan a los recovecos de
asumir la conciencia e inconsciencia. Muchos no pueden soportarlos, las mujeres
lo llevan mejor que los varones. Esa parece la percepción… Hoy, como le he
indicado, he estado buscando un tema para el artículo, después una tesis y
orientación. Y, hoy, he recordado a Ruano
a través de Umbral, y, a Umbral a través de todos los que han
venido al lado y al mismo tiempo que él. Y, a todos los de ahora, incluso más
jóvenes que yo, que están en este redil del articulismo de opinión…
Hoy,
no he encontrado un tema para el artículo. Aunque no soy sincero con usted,
hoy, he hallado el tema de usted mismo, de usted lector/a, hoy, estoy hablando
de lo profundo de usted. Aunque usted no lo crea. Le estoy hablando del amor y
desamor y del espacio y del tiempo de usted. Este artículo se merecería un
premio, un premio que nunca le otorgarán, porque posiblemente esta columna
tampoco la presentaré a ningún concurso de articulismo de opinión…
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (11-17 noviembre 2024 cr).
Fin artículo 4.548º:
“Que le cuento a usted hipotético
lector/lectora”.
E.
17 noviembre