Artículo Periodístico 4.293º: “El hacedor de botijos de la esquina de al lado”.
De todas las cosas negativas que
la historia va dejando como un poso en algunas sociedades, una es no valorar
todos los oficios y profesiones del pueblo, a y en todos los niveles.
Dicen,
que en la mentalidad japonesa honra al maestro hornero o pastelero o panadero o
ceramista que con setenta u ochenta años ha pasado cinco o seis o siete décadas
realizando un trabajo, un pequeño oficio, que de alguna manera, con tesón lo ha
elevado a perfección, casi en arte, aunque sea electrónico.
El
otro día o tarde o ya, ya uno no sabe dónde recoge datos o información, que
tampoco uno sabe y conoce la certeza o verdad de ella. La otra tarde o mañana o
noche, no sé en qué medio, indicaban que en tal ciudad de Japón, en una
callejuela, en una casa normal y típica,
abajo en el solar de abajo, alguien fabricaba no sé que instrumento de
precisión que servía para dirigir los cohetes que se enviaban al espacio.
O,
dicho de otra manera, que en una casa normal típica, en la parte de abajo, con
una puerta normal y rutinaria, existía una persona que llevaba realizando, ya
con más de seis décadas de existencia, piezas y artilugios mecánicos de elevada
perfección para instrumentos de todo tipo, de la última tecnología. E, indicaba
el comentarista que así sucede en casi toda la industria y en todas las
ciudades niponas, que cientos y miles de estos talleres pequeños realizan
piezas e instrumentos para todas las ramas de la industria.
Aquí,
en nuestra sociedad y país, pienso que a nivel regional, y, también nacional
deberían hacer y copiar lo bueno de otros lugares, en este caso, esos
homenajes, que de alguna forma se realizan a personas, que durante cuarenta o
cincuenta años, están detrás de un mostrados vendiendo huevos o dibujando o
fabricando botijos o cualquier otra actividad humana. También incluimos oficios
y profesiones liberales…
Todo
esto me lo ha recordado un artículo La muerte de una lavandera de A. Burgos B. citado en el libro Artículos
de Lujo. Creo que en nuestra sociedad y país y paisaje y paisanaje,
recordado al viejo maestro del pensar y de la agonía, Unamuno, que yo creo se olvida su importancia en el columnismo
–como también en tantas conferencias que hizo, tantos escritos que hizo en
política, tantas cartas que redactó, aunque existen libros y algunas tesis
tengo entendido existen sobre estas materias, y, también, necesitamos unas
nuevas Obras Completas de Unamuno, porque Ortega se ha revitalizado, pero Unamuno duerme demasiado el sueño de los justos, aunque no del
todo, aunque se haga alguna película sobre un trozo de su existir…-.
Decía
que teníamos que recordar a todos los columnistas del pasado, a todos. A. Burgos Belinchón, independientemente
de su forma de ser y actuar, de su ideología o de sus circunstancias, no
podemos negar que ha sido uno de los grandes columnistas de este país y paisaje
y paisanaje, con veinte mil artículos, al menos, en sus espaldas y en sus ojos,
creo que nos ha mostrado una enorme cantidad de aspectos de la realidad. Nadie
puede estar de acuerdo totalmente con otro escritor, es más, un escritor no
está de acuerdo totalmente con todos sus escritos, o un pintor con todas sus
pinturas, o un médico con todos los diagnósticos que ha realizado en la vida.
Por tanto, hay que tener piedad en el juzgar y valorar. Y, creo que A. Burgos es uno de los grandes del
articulismo de la segunda mitad del siglo veinte y un quinto de éste. Ya que ha
fallecido hace unos meses...
En
este artículo A. Burgos, nos canta y
narra y loa a una persona, a un trabajo humilde y modesto, a un trozo de Sevilla. En definitiva, nos narra la
vida de una persona que podría ser la de cualquier otro ser con sus misterios y
sus enigmas, con su soledad y su sociedad, con sus silencios y sus cantos, con
sus alegrías y sus lloros.
Como
mi oficio es observar y pensar, aunque no me paguen por ello, rompo una lanza
aquí, por todos los oficios liberales y de alto estanding, necesitamos a los
ceramistas y a los tenderos y a los maestros pero también necesitamos a los
políticos, a los ejecutivos de las empresas, a los ingenieros, a los creadores
de inteligencia en multitud de campos. También tenemos que cantar y narrar sus
historias de alguna manera. No solo al aparcero, del mundo antiguo rural, no
solo al albañil que va todas las mañanas con calor y color a su pared, sino
también al ejecutivo con barba o sin ella, con corbata o sin ella, que tiene
que dirigir y gestionar un departamento de una empresa, o que realiza trabajo
liberales de mil cosas que hoy necesitamos. Que los huevos que le llegan a
usted en su la tortilla, no es solo importante la gallina que los cría, ni el
asalariado que los recoge, sino también el jefe o propietario de esa industria,
los gestores económicos y políticos que gestionan las autopistas de tantos
sectores del mundo de hoy…
Valoremos
el trabajo de todos y de todas, de esos trece o catorce mil oficios o puestos
de trabajo distintos que una Agencia del Gobierno de Estados Unidos,
indicaba hace unos lustros existían en Norteamérica. Todos los oficios, que
sean legales y morales, son necesarios para la sociedad. Todos los esfuerzos
son necesarios para el ser humano. Incluso, modestamente, aquellos que la
sociedad no paga y casi no valora, también los articulistas de opinión, que
dicen que más de la mitad de las
columnas periodísticas de opinión, que cada día, salen al mundo en España, la
mitad, miles cada día, son hechas por personas que no se les da ni un céntimo.
También
valoremos esas columnas periodísticas, que son opiniones sobre el mundo, que
también hablan de lavanderas, de polleros, de albañiles, de ingenieros de
caminos, de directivos de empresas, de políticos, de usted en definitiva.
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (21-30 junio 2024 cr).
Fin artículo 4.293º:
“El hacedor de botijos de la
esquina de al lado”.
E.
30 junio