Artículo 4.808º: “De verdad: no sé de lo que hablan”.
Debo confesar que mucha
información, que se expresa en medios de comunicación, pero también en otros
formatos, debo confesar que no sé de lo que hablan…
No
sé, si no tienen claro de que tema o tesis o hipótesis o conceptos quieren
defender. O, no queda claro de qué datos se están valiendo o qué argumentos o
qué temáticas. Porque, o dicen, una cosa o defienden un punto de vista, las
diez primeras líneas, y, otro, contrario en parte, contradictorio en parte, las
diez últimas líneas. En los artículos ocurre mucho. Especialmente, en la teoría
del famoso bocadillo de Ruano-Umbral,
que se denomina redacción circular de la columna periodística.
Sé,
para justificar a los redactores de información, de cualquier medio, que es
difícil. Que
redactar-construir-materializar cinco o seis artículos cada semana es difícil,
más si son más. En este caso solo cabe la posibilidad de sintetizar hechos y
palabras, se citan varias cosas sucedidas o dos, se le inserta una frase o dos,
como si fuese un bocadillo de vegetales y dentro un trozo de jamón o queso o
huevo. Y, así se termina. Ciertamente, se expresa algo y se expresa mucho en
síntesis. Porque no es lo mismo mostrar que demostrar, no lo mismo mostrar y
demostrar. Mostrar solo es enseñar y demostrar o enseñar más un argumento o
dato evidente… Pero la realidad es compleja, puede disponer de muchos datos y
de muchos argumentos y de muchas perspectivas por lo general… Pero la realidad
también es una, una y verdadera y buena y bella y racional y prudente y… -los
trascendentales escolásticos…-.
¿Qué
artículos de los miles que se publican cada semana, qué columnas o artículos de
opinión serán leídas dentro de cien años, de las decenas de miles que se habrán
escrito en estos veinticinco años que llevamos de siglo…? ¿No sé si ustedes son
conscientes, que ya hemos gastado un cuarto del siglo, ustedes quizás tengan en
su mente vivir y existir hasta final de siglo, quizás hasta el segundo tercio,
o quizás hasta la mitad…?
Pero
debo confesar que muchas veces, no sé de lo que están hablando-escribiendo en
los artículos. No sé, si defienden puntos de vista, no teniendo en cuenta, lo
que ya es obvio y evidente. O, acaso es que buscan un punto tan original que se
sale de todas las perspectivas, y, que quizás sea cierto o verdadero. O,
quizás, como esos fotógrafos que en una ciudad que ha sido fotografiada e
imaginada de imagen, millones de veces, buscan algo tan personal e
intransferible y original, que nos descubren el Amazonas o quizás, un punto tan
novedoso que quedará para el futuro. O, de verdad, responde a una ideología tan
cerrada que es imposible que cambien, porque existen intereses de todo tipo. O,
están llenando quinientas o mil palabras para confundir o para sobrevivir o
pagar la hipoteca a ellos mismos o a su hijo... O, o…
De
verdad, tomemos en serio, los mensajes, pueden tener más poética o retórica u
oratoria, pueden tener más conceptos o ideas o enunciados, pueden tener más
argumentos o menos, pueden disponen de más datos y observaciones y realidades
más reales. De estos cuatro grupos de elementos que constituyen un artículo o
una columna periodística, cada uno hace la tortilla o la paella como quiera. Pero
aténgase a los hechos y los datos, a los conceptos e ideas, a los argumentos y
razones, y a la poética y retórica. Aténgase, porque si no, la persona lectora o que recibe el mensaje, dirá
no vale la pena dedicar cinco minutos en leer este texto. Seamos serios… no
echemos al toril, a los toros del redil de la plaza antes de haber sido
toreados. No engañemos al público, no nos engañemos a nosotros…
Al
público lector hay que indicarle que su obligación es entender lo que degusta,
porque si usted está alimentándose de un ensaladilla no es lo mismo que de un
bistec o de un salmón. No digo que algo sea mejor que otro. Que usted debe
saber y conocer en qué liga está jugando, no es lo mismo un partido de tenis en
el circuito internacional de las grandes raquetas, que el partido de los
amiguetes en la cancha del pueblo o del barrio. No olvide usted esto.
Tampoco
estimado lector/a debe obviar, olvidar que en los artículos de opinión, no en
otros géneros del periodismo, existe libertad de expresión, que el articulista
puede utilizar diversos estilos, tendencias, formas, retóricas, para explicar
mensajes y contenidos e ideas y formas. El escribiente tiene libertades. Cierto
que siempre debe expresar verdades, pero tiene mucha libertad. Porque son
textos con un componente de búsqueda de verdad, de explicar realidades que
suceden, pero también de ansía de belleza. Cada persona-autor tiene su estilo,
cada persona-lector tiene también el suyo…
Pero
debo confesar, en mi modestia, yo que soy autor de textos y lector de textos de
otros. Que muchas veces, no entiendo a qué se refieren, diciéndolo suavemente,
por no decir, que muchas veces, confunden y se contradicen entre tesis y datos
y argumentos y razones. Nadie se ofenda. Pero que esto sucede así. Otras,
defienden una tesis, y, no la razonan o argumentan mínimamente. Y, por fin, de
las docenas de miles de artículos de opinión que entre todos hemos escrito en
este cuarto de siglo, cuántos seguirán siendo leídos dentro de cien años.
Cuántos.
¿Qué
quiero decir con esto último, esta última frase u oración o juicio o enunciado?
Que creo que no hay que olvidar, que debemos aspirar, aunque no lo alcancemos,
a que alguno de nuestros textos-artículos, pueda aspirar a ser real o seguir
teniendo vigencia dentro de cien años. Aspirar no es conseguir, pero aspirar es
intentar que un artículo periodístico tenga esencia y tenga belleza y tenga
verdad. Realidades que perduran… ¡En definitiva, que vendemos un pan o una
tarta o jamón en buen estado…!
http://filosliterarte.blogspot.com.es © jmm caminero (08-13 abril 2025 cr).
Fin artículo 4.808º:
“De verdad: no sé de lo que
hablan”.
E.13
abril