Artículo 4.815º: “Contrato de maestras de
Tengo en el depósito de mi
ordenador un supuesto contrato de maestras de 1.923. Ha estado reposando años,
no sabiendo si debería hacer un artículo o no.
Me
parece difícil y duro de entender o aceptar que este documento sea cierto o sea
verdadero, o en qué medida es cierto o es verdadero. O, si lo es, o fue, solo
en algún pueblo o alguna provincia, o solo fue un contrato que duró unos meses.
Lo cierto es que he buscado en Internet, y, vienen varias entradas y copias a
dicho contrato igual al que dispongo en el cerebro de mi ordenador.
Como
todo contrato tiene una introducción, para indicar nombre y fecha… y, después
una serie de normas. El que dispongo tiene catorce puntos. Creo que me veo
obligado a escribir textualmente algunos puntos:
“1.
No casarse. Este contrato queda automáticamente anulado y sin efecto si la
maestra se casa.
[…]
4.
No pasearse por las heladerías del centro de la ciudad.
[…]
9.
No vestir ropas de colores brillantes.
10.
No teñirse el pelo.
[…]
14.
No usar polvos faciales, no maquillarse, ni pintarse los labios”.
Es
obvio que existen otras normas, que ustedes pueden consultar en Internet. Pero
si quiero señalar algunos detalles. Hoy, todo el mundo habla de la enseñanza y
de la educación y del aprendizaje, como en el Apolo IX u XI, todo el mundo
tiene solución y respuesta a este tema, que es en sí, sencillo y complejo. Por
tanto, unos como padres, otros como abuelos, la administración, los profesores
y maestros, los sistemas políticos, etc. Todo el mundo puede indicar algo ante
este tema. Y, olvidamos que aunque todos sabemos algo de todo o de casi todo.
Es obvio y evidente, que no todos saben o sabemos arreglar un grifo, criar un
tomate, hacer un pan bien hecho, curar un hueso, y, desde luego el enseñar y el
aprendizaje de materias y contenidos y valores, a diez personas o veinte o más
en un aula…
No
digo que los padres no tengan que tener una presencia importante en la
enseñanza y en la educación. Pero también es cierto que quizás, en otras
entidades sociales, no se ha dejado a los contribuyentes y a los afectados
tanto poder y tanta presencia como en la enseñanza –no se ha dado en el sistema
sanitario, por ejemplo, y, en otras entidades sociales y de todo tipo, que
existen en la sociedad-. Lo cual este detalle es importante. Porque todos sabemos
de todo, pero no todos sabemos lo mismo. Ni todos hemos estudiado de todo.
Porque una cosa es tener ideas, e ideas tenemos todos de casi todo. Y, otra es
saber hacer un botijo, que no lo sabe todo el mundo…
Si
nos fijamos este supuesto e hipotético contrato de 1923, aplicado a la mujer,
si es que es cierto. Le impone una serie de normas y de reglas. Me pregunto, si
para los varones y para los hombres era igual. También hay que analizar este
supuesto o hipotético contrato, si es cierto, ha pasado ya un siglo. Si cada
generación se le pone una cifra de veinticinco años. Ha pasado cuatro
generaciones. Lo que nos lleva a pensar que en cuatro generaciones la sociedad,
y, en concreto en la enseñanza ha cambiado y ha dado saltos enormes. Y, casi
todos para el bien y para mejoría.
Cuándo
tantas personas hablan con tanto pesimismo de cualquier campo, véase la
sanidad, véase la enseñanza, véase los sistemas de seguridad social, véase la
higiene pública y privada, y, decenas y de decenas de campos y de áreas. No
somos conscientes de cómo la humanidad, especialmente Europa, lo que ha
avanzado en cien años. Estamos hablando de un contrato que refleja una realidad
de hace cien años…
Pero
también podemos observar este contrato a la luz de hace un siglo. Las mujeres
maestras que empezaron a trabajar, fuera de casa, con un sueldo público, sea
otorgado por un municipio o sea por el sistema educativo del momento. Este es
un paso enorme. Es un paso enorme en su tiempo de la presencia de la mujer como
persona que podía y podría tener un salario, por tanto, una autonomía, una
independencia. Un estar fuera de su casa y vivir y sobrevivir.
Por
esta época si mi memoria no me falla, ya empezaron a asistir mujeres a la
universidad, aunque en número reducido, en España, por estas fechas, ya
comenzaron mujeres a empezar doctorados. Pero esto es curioso no solo en España
era singular, sino en toda Europa, se habla que Edith Stein, que es ahora santa mártir, patrona de Europa, judía de
origen, fue la primera mujer, si mi memoria no me falla, que empezó un
doctorado de Filosofía en Alemania por estas fechas…
Ya,
ya sabemos que el mundo se puede ver como un vaso medio lleno o medio vacío.
Pero deberíamos tener más optimismo. Ver y percibir lo que en un siglo la
sociedad ha avanzado, casi todo o en casi todos los factores, no en todos, para
en casi todos para mayor bien y mayor verdad y mayor sentido común y mayor
prudencia… De aquellas cientos de maestras, no sé, cuántas habría en España, en
1923 hemos pasado hoy a cientos de miles, entre todos los niveles de Enseñanza
–infantil, primaria, secundaria, universidad, y, sistema particulares y
privados de enseñanza-.
Te
encuentras tantas personas, siempre quejándose negativamente de una cosa y de
otra. Y, es cierto que todo debe mejorar y perfeccionarse, pero si compara como
está ese factor o ese hecho o ese dato, hoy con la vida de su abuelo o
bisabuelo. Nos daremos cuenta, que quizás, aunque todo haya que perfeccionarse,
no hay que ser tan pesimista. Porque parece que ha entrado una oleada de pesimismo
en la sociedad, en nuestra sociedad. Parece que todo el mundo tiene que
quejarse, parece que la fiesta nacional es la queja constante y de casi todo.
Paz y bien.
http://articulosperiodisticosjmm.blogspot.com.es © jmm caminero (09-13 abril 2025 cr).
Fin artículo 4.815º:
“Contrato de maestras de
E.
13 abril