Artículo 4.819º: “Besando Zaragoza, II”.
Zaragoza como
toda gran ciudad es una mezcla de diversas ciudades, y, de millones de personas
que han ido pasando a lo largo de los siglos. Todo y todos dejan algo de
huella.
Toda ciudad es siempre una mezcla
de una dimensión religiosa y una dimensión laica, siempre se combinan desde las
antiguas ciudades mesopotámicas las dos realidades, el poder civil y el poder
religioso. Lo único que durante los siglos y sus arados van cambiando de
nombres, van cambiando de idiomas, van cambiando de metafísicas, van cambiando
de libros sagrados. Zaragoza, el Pilar de Zaragoza, La Basílica de Nuestra Señora del
Pilar de Zaragoza, no se puede olvidar su tradición antiquísima de Santiago, el Apóstol y el Pilar.
Siempre en esta Península Ibérica, desde hace dos milenios, el cristianismo ha
ido creciendo y menguando, por diversas razones. Es como una pleamar y bajamar,
asciende su importancia y desciende. Esa realidad puede que constituya una de
las esencias de todos nuestros territorios.
Atraviesas la nave de piedra de
la Basílica del Pilar, es como si nadarás dentro de un nuevo espacio, como un
nuevo mundo. Hace ya décadas existían espacios con muchas velas. Velas que
ardían, recuerdo que llegaba una persona y las quitaba, y, dejaba espacio para
nuevas. Las últimas veces, ya hace una década han pasado al sistema eléctrico
–dicen que el primer sistema eléctrico de velas en España fue puesto en la Iglesia de la Virgen de Gracia de
Puertollano, ya hace décadas…-. Muchas veces, hemos entrado en el vientre de la
ballena, como en el Antiguo Testamento, en esta basílica.
Toda catedral o basílica de
nuestra sociedad, tiene una mezcla de fines y finalidades, es Arte, es
Religión, es Libros Sagrados, es Literatura, es Canto y Música, es personas que
atraviesan las luces de la vida y las sombras de la vida. Recuerdo una de las
primeras veces, entrar y existir una Misa en algún idioma extranjero, al menos
algunas palabras del sermón, percibí la limitación de los lenguajes humaos, tengo esa sensación y ese
recuerdo que ha permanecido conmigo décadas. Alguien como este escribiente que
como todos habrá hablado millones de palabras, pero que ha escrito además
millones de palabras. Tuvo y tuve una sensación que nunca he olvidado, la
limitación del lenguaje humano, en aquel sermón y discurso que un sacerdote
mandaba a todos los oídos de peregrinos o viajeros o turistas de no recuerdo
que lengua y qué lugar.
Muchas veces, he atravesado estos
muros como la Ballena de Jonás, esto es esta Basílica, me he sentado en sus
bancos y observado tres realidades: uno, el propio interior, otro las personas
que pasean y se mueven, mirando sus rostros, el misterio de todo rostro humano,
tercero las cuestiones metafísicas, quizás utilizando la palabra
metafísica-religiosidad-espiritualidad le sea a usted más fácil entenderlo.
Cuándo atraviesas una catedral o basílica, la catedral de la ciudad está al
lado de la Basílica, uno siente, que han entrado aquí, millones de personas a
lo largo de los siglos. Una catedral es un clima de piedras que se mueve. A lo
largo de los siglos se va haciendo y deshaciendo sus piedras, y, al mismo
tiempo, van haciendo y deshaciendo millones de corazones que van entrando con
sus penas y sus alegrías.
Me recuerda aquel recuerdo de Edith Stein, que observó que en una
iglesia de centro de Europa, no recuerdo el lugar, no me voy a poner ahora a
buscarlo, porque la esencia es la idea, y, contaba, algo así: “una mujer
llorosa, entró en la iglesia medio llorosa, se arrodilló, y al rato, salió con
una cara más alegre y tranquila”. Edith
Stein, le recuerdo estimado viajero de estas palabras, es ahora santa, es
patrona de Europa, es mártir, es judía y católica. Es filósofa.
Pues toda iglesia, esta basílica
hace ese milagro, he observado muchas veces, sentado, mirando a las personas,
como entraban personas que eran turistas, y, solo eso, pero personas de la ciudad,
de distintas maneras de andar y caminar, de distintos vestidos y trajes, y, se
les ha visto, que entraban con azar y pena, y, se han levantado con más
sosiego. Las iglesias han sido el mayor tranquilizante que han tenido los
humanos en esta Península, ha sido un sosiego. También, otro grupo de personas
son viajeros pero peregrinos. Desean visitar este trozo de espacio y tiempo,
para pedir… Cuántos hemos visto en la Capilla de San Judas, pedir,
arrodillarse para causas imposibles.
Siempre me situaba frente a La Imagen tan pequeña en tamaño, de tan
grande en Recuerdo e Influencia en los corazones humanos, La Imagen de la Virgen del Pilar, no vamos a entrar aquí, en las
polémicas de siglos anteriores, de aquellos tiempos de “imágenes y no imágenes”
cuando el Imperio Bizantino, ni después siglos después, el problema de la
Reforma y la Contrarreforma, y, en medio otros monoteísmos sin imágenes. Pero La Imagen del Pilar, que recuerda a
María, la llena de gracia. Dicen, que esta Península Ibérica es la tierra de
las mil vírgenes, las mil advocaciones a María, Virgen…
Creo que este título, de momento
es cierto y verdadero. Hay ocho mil municipios, muchos con aldeas y aledaños.
Y, en todos hay una ermita y una iglesia, y, por tanto una advocación al menos.
Por lo cual, al menos, esta Piel de Toro, esta España es la Tierra de las Diez
Mil Vírgenes, al menos diez mil. Uno, que lleva encima muchas observaciones, y
muchos pensamientos y muchas lecturas, uno leyó, hace mucho tiempo, que España
será siendo España, mientras no olvidemos a María, Virgen, Madre de Jesús de
Nazaret, Madre de Dios. Aquí, en esta Basílica, seamos ateos o agnósticos o
creyentes en cualquier religión del mundo, algo de esta idea se percibe y se
queda y se siente…
A lo largo del tiempo, me he ido
situando, sentando en distintos lugares. Siempre, claro está frente a La Imagen de la Virgen, casi siempre,
si existía lugar y asiento, cerca de la bomba que está en una columna. Bomba
que nos recuerda otros hechos históricos y de otros tiempos, no tan lejanos.
Porque aquí, siempre se recuerda, aquel triste y duro refrán. “los españoles o
vamos detrás de las procesiones y de las imágenes en veneración, o vamos detrás
de ellas, para romperlas…”. De alguna manera, este axioma, no es totalmente
cierto, no es totalmente falso. Pero algo de todo ello ha ocurrido, por
distintas causas y vericuetos de la realidad.
No podemos olvidar, aunque una
basílica es como una enorme instalación, tiene más historias para hacer mil
libros y mil documentales. No puedo olvidar, el cuadro del Milagro de Calanda, si mi memoria no me falla, aprobado
oficialmente por la Autoridad Eclesiástica. Un cuadro que no se debe dejar de
percibir y ver y pensar. Y, sobretodo leer la historia del cuadro. Porque
refleja algo único en la historia del cristianismo. Una realidad, que en un
lienzo de óleo, está en una pared, en el muro de una pared. Pero que nos lleva
a muchas preguntas.
El cristianismo es una religión,
ha sido siempre, carismática y de milagros. Creemos que no se producen, pero en
su seno, se aprueban cada trimestre, por la Autoridad Competente, después de
pasar muchos filtros y estudios, lea como son el proceso. Cada trimestre se
aprueban varios, varios después de haber atravesando muchos filtros, que son
verdaderos juicios. Pero el cristianismo, nunca ha hecho alarde de ello. Es
como algo que les cae encima, y, tienen que estudiarlos y aprobarlos, para
discernirlos. Aquí en esta Península, tenemos El Milagro de Calanda, de la pierna regenerada, o El Milagro de arroz de Olivenza, de hace
unas décadas…
Un artículo de opinión y
literario, es una mezcla de lenguajes, y, dispone de un número de limitadas
voces y palabras y vocablos. Ya, llegamos al final de esta parte. Todo o casi
todo el mundo ha visitado alguna vez Zaragoza. Todo el mundo cree que la
conoce. Pero Zaragoza es un macromundo formando por muchos micromundos. Como
toda ciudad es un enorme espejo que refleja mucho del interior de cada ser
humano, si sabe mirar y si sabe visitarla, visitarla en el silencio de los
ojos… Paz y bien.
http://youtube.com/jmmcaminero © jmm caminero (04-20 abril 2025 cr).
Fin artículo 4.819º:
“Besando Zaragoza, II”.
E.
20 abril