Artículo Periodístico 3.499º: “En Badajoz”.
Una
ciudad son muchas ciudades. Es como un enorme happening o una enorme instalación
o una enorme pintura-escultura en la que los bípedos semiracionales gastan su
vivir.
Los dos viandantes arribaron a
las costas de esta ciudad al anochecer, cuando ya restaban pocas sonrisas de
luz al sol, cuándo ya besa sus labios con la tierra y empieza el amor-amar de
la noche. Retornaron el camino del hotel al lado del río, y, se insertaron en
el fondo como una cancha de baloncesto, donde dormitaban decenas de vehículos
de patas de cuatro ruedas. Todo estaba lleno porque en los salones se celebraba
una especie de otorgamiento de Premios, parece
algo en relación al sector empresarial –realidad que tanto necesita
Iberia para que florezca, seres que en vez de criar-crear palabras-ideas como
este escribiente, produzcan mercancías y servicios, y, así, miles, decenas de
miles, cientos de miles de personas puedan tener un fundamento para crear-criar
un hogar-familia…-.
Una ciudad son muchas ciudades,
el trozo que visualizas en el último viaje o tour o vuelta o revuelta. Después
de ascender al pequeño cielo de la habitación, de asearse del cansancio del
viaje desciendes y al salir, hayas clavado como una escultura, un tronco de
árbol que parece una escultura de Brancusi
o de Rodín abstracta, clavada en la
tierra, un gran árbol que han tenido la inteligencia y la buena voluntad, de
dejarlo que siga existiendo, quizás de unos cuatro metros de altura, muy ancho,
al lado de un puente, al lado del lugar dónde durmieron aquella noche.
Atravesaron las piedras que
flotan en el aire sobre el agua con pasitos pequeños que al anochecer brillan y
rebrillan como pequeños movimientos de ajuares que buscan la novia de sus ojos.
Allá a unos veinte mil centímetros, el antiguo puente de piedra. Recuerdo que
mi progenitor me contó alguna vez, hace ya tiempo, que en postguerra un soldado
se lanzó al agua desde ese lugar, y, que unos chiquillos le dijeron que no lo
hiciera, y, que el bañista predeportivo se clavó unas estacas y en unas
estacas. Nadie o casi nadie recordarán ese hecho o dato, de la postguerra de
unos seres que habitaban en esos lugares, de unos seres que arrimaron en esos
lugares por las obligaciones hacia el Estado.
El Estado es la entidad e
institución humana que la humanidad ha descubierto o inventado más esencial e
importante. No desde el punto hegeliano solo, sino desde el aristotélico
empírico racional. El Estado es el gran bosque y árbol y edificio que sustenta
todo el resto de la edificación humana, simbólica, cultural, e, instrumental.
El Estado y Dios, son las dos entidades que sustentan la organización de la
vida. Creamos en Dios o no, en uno o en otro, diríamos que son las dos
entidades, una, inventada-descubierta por los humanos, la otra,
revelada-inspirada por el Ser Primero o Primera Causa –creas o no creas-. Entre
ambas, desde el tiempo inmemorial de la realidad y de las leyendas han
sustentado el existir humano. Piensa en lo que pienses, al final, está el
Estado… y, al final-principio, está el concepto del Buen Dios.
Los dos viandantes han atravesado
estas rúes-rúas-calles y aires y espacios en otras ocasiones. Se juntan-reúnen
los recuerdos, no sabes muy bien, cuándo el cuándo y el tiempo, ni lo que
soñaste en aquellas ocasiones, ni cómo tus células-neuronas estarían, ambos y
de ambos… una, arribamos, casi exclusivamente para degustar los colores y
formas y viajes del Museo Iberoamericano, en otra, la Catedral, y, otros
recintos y sus calles –en aquella ocasión, la primera descendiente, pequeña y
repequeña, ascendimos una calle alta y derecha hasta una plaza, quizás de la
Alcazaba, la memoria se desdibuja, en el silencio de los huecos del tiempo-. En
aquella ocasión entraba en la edad madura.
Ahora ya esta/n en la tercera
edad, ya sabiendo que se está en la recta final del existir en este espacio y
tiempo de tierra. No sé, cuánto aire le resta, si unos meses, unos años, unos
lustros. Pero ya estamos en los últimos tiempos de la partida del
futbol-ajedrez-tenis. No hay que tomarlo como tragedia. Esperemos vivir cada
uno, con dignidad y honestidad, y, con los bienes materiales, físicos, morales,
psicológicos, espirituales, culturales adecuados y suficientes y verdaderos y
bondadosos. Y, así haber hecho un pastel o tarta o cocido agradable a uno
mismo, y, a los cercanos, y, a los otros. Y, esperemos que al final de este
viaje, sin tragedias, porque de momento, el final, el tránsito-fallecimiento,
es una realidad natural, y, como natural y en natural hay que vivir-existir,
esperando y deseando encontrarnos con el Buen Principio Dios.
Los dos viandantes a la mañana
bucearon en una tasca-bar-cafetería dónde desayunaron, los camareros les
regalaron un plato de migas. Cosa natural y costumbre desde hace décadas en la
ciudad. Migas para desayunar, es como los cereales en otras zonas del mundo
anglófilo que ya se ha extendido por la vieja columna de Europa.
El escribiente viajante,
preguntándose y cuestionándose si tiene sentido-significado continuar en esto
de la escritura-pintura, la pintura es escritura, la escritura es pintura,
cuándo los contertulios lectores-as, no desprecian sus palabras, pero tampoco
las aman, con un amor profundo que quieran pagar algo de sus dividendos y
plusvalías por algunas de sus frases. Pero nos tendremos que conformar que
gasten cinco minutos de sus existencias, en leer este texto, cinco minutos del
millón o de los dos o de los tres millones de tiempo/minutos que tendrán en
este existir…
Aquel anochecer volvieron a la
gruta-cueva-caverna del hotel, al lado dónde existía una cafetería degustaron
el Menú del Día-Noche. Una idea aconsejable y buena y copiable, disponer de
menú, no solo de día, sino de noche. Porque los cuerpos van cansados, las
mentes y las almas también…
Siempre me ha llamado la atención
grata y agradable, que todos los ayuntamientos de esta Celtiberia tan antigua
deberían copiar y plagiar: a los nombres de las calles, siempre, si es una
persona, cuentan y narran el oficio o profesión y los años de su existir. En
este caso, al lado del puente, una calle, con un nombre que no recuerdo, de una
persona, debajo de la inscripción de la calle, el oficio, en este caso jardinero.
Recuerdo, que la primera vez, hace ya lustros y lustros percibimos esta idea en
Mérida. Esta idea y concepto deberían copiarlo y plagiarlo e imitarlo todo
pueblo y aldea y ciudad de Hispania…
Los dos viandantes al día
siguiente, levantaron el vuelo como par de cigüeñas de vuelta, al centro de la
Meseta, al centro de una de las dos Castilla, se detuvieron unas decenas de
minutos, en un hipermercado de Mérida, para cambiar unidad monetaria por unas
mitades de queso, típicos del lugar y comarcas y tierras, y, una figura de
chocolate de un dinosaurio, para la descendiente de una de las descendientes.
Paz y bien para esta tierra de extremeños. No sé, si la vida y el vivir y la
existencia y el existir, nos proporcionará la ocasión de volver-revolver sus
aires y sus silencios y sus aguas y sus miradas. Paz y bien…
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jmm caminero (28-29 marzo 2023 cr).
Fin artículo 3.499º:
“En Badajoz”.
E. 29 marzo