Artículo Periodístico 3.513º: “Quizás, no quieras volver a los veinte años”.
Es
un lugar y frase común, aquello de “ojala, volviese a tener veinte años, pero
con la experiencia de ahora”.
Siempre
he sido dudoso y escéptico ante la convicción de esa frase. No niego que las
personas con más experiencia y más conocimiento, si ambos son más verdaderos y
más bondadosos, pueden y puedan potencial o probablemente cometer menos errores
de actos o de palabras o de afectos o de gestos... Pero no estoy seguro, si es
cierto que no cometerían el mismo tipo de errores, o que no caerían/caeríamos
en otros distintos y diversos y diferentes.
Existe
la opinión que se pueden calcular los costes, se mide de forma intelectual o
afectivamente las cosas buenas y las cosas malas. No sé, si al final, aunque lo
malo haya sido menos y menor, una persona, por no volver a pasar por
acontecimientos malos, perdonaría y olvidaría los buenos. O, dicho de otro
modo, una persona pensaría que es mejor no pasar los buenos, por no tener que
volver a pasar los malos o negativos…
Hay
frases o enunciados o conceptos o proposiciones que entran dentro de la ficción
o imaginación, porque aunque digamos esta frase, nadie, de momento, al menos,
puede volver a los veinte años. Como aquello del Evangelio, de Nicodemo, quién puede “volver al seno
de su madre”. Que no sé, si tendrá algo de refrán o dicho popular hebraico
antiguo.
Pero
si podríamos plantearnos hoy que el saber ortodoxo, nos enseñase más realidad,
y más experiencia. Me pregunto si las ciencias sociales, nos podrían mostrar
más caminos, con esa mezcla de saber conceptual de la ciencia o ciencias
ortodoxas, al analizar cosas y realidades concretas. Eso no sería volver a los
veinte años, pero si a los veinte años, conocer en multitud de temas prácticos
lo que el saber ortodoxo nos puede indicar… Y, así, aumentaría las
posibilidades y probabilidades de escoger en la teoría y en la práctica buenos
caminos, y, disminuir, en la teoría y en la práctica, malos o negativos…
Existe
mucho saber, buen saber, bueno como eficiencia, bueno como moral, y, verdadero
que está encerrado en las bibliotecas, buenas bibliotecas, y, en las cabezas de
muchos cátedros en sus cátedras y, profesores de universidad. Toda esa
sabiduría, mucha de ella, no se difunde, salvo en congresos académicos y
universitarios, y, a lo sumo alguna entrevista, de algún superespecialista.
Pienso que la sociedad no recibe toda esa información y sabiduría que tantas
personas bien formadas, durante décadas, saben de multitud de campos. Pienso
que la Universidad y esas personas en concreto, podrían buscar formas y maneras
de llegar al público en general, no solo por y para enseñanzas de adultos y de
la tercera edad o de la segunda edad, con cursos especiales. Sino a través de
medios de comunicación, conferencias para toda clase de públicos, y, lo que la
imaginación pueda enseñar y diseñar e inventar e imaginar…
Creo
que en los pueblos, de menos de diez o veinte mil habitantes, existe un teatro
real y diario. Es decir, una persona cae en la ebriedad y es un caso que todo
el pueblo percibe y ve y piensa y siente y analiza. El hijo de la fulanita tal,
o el fulanito equis, o el nieto de la fulanita tal ha caído en la bebida, lleva
meses y años bebiendo, llega tarde a casa, le pega a…, se está gastando el
dinero sin ton, ni son, está a punto de caer en el juego, está vendiendo
algunas tierras, ha tenido un accidente por ir con más bebida en sangre que
corresponda, etc. Y, ese caso, o como ese decenas de casos posibles, es una
lección trágica, dramática, triste, angustiosa, pero real, de que la ebriedad o
el beber mucho es una causa de mucho sufrimiento. El que más y el que menos
debe aprender y aprehender la lección, el conocimiento en cabeza ajena, el
aprendizaje vicario… Es decir, está aprendiendo una lección en la calle y en el
pueblo, no solo en la escuela, no solo en la televisión, no solo en los
especialistas, sino en la misma realidad del pueblo. Y, como eso en otros casos
de esta temática o de otra…
Puede
que usted o yo no pueda/podamos volver a los veinte años, pero si puede, los
años o lustros o décadas que le resten de vida, no caer en errores, de un tipo
o de otro, sean de una temática o sea de otra. Y, es más, quizás pueda dar buen
ejemplo, buenos conceptos, buenas ideas, buenas experiencias, buenas vivencias
a otras personas, unas veces hablando, otras callando, otras con actos, otras
con palabras… Porque no es solo importante el bien y la verdad que diga y
hable, sino también, el mal y la no-verdad que no hace o no dice…
https://museovirtualcuadernosdelamancha.wordpress.com © jmm caminero
(31 marzo-05 abr 23 cr).
Fin artículo 3.513º:
“Quizás, no quieras volver a los veinte años”.
E. 05 abril